/ martes 6 de octubre de 2020

Corazones mágicos

La semana pasada esta escribana te contaba sobre la nueva ley que el Senado avaló en el sentido de prohibir castigos corporales a menores y que en una encuesta de twitter el 82% de los más de seis mil participantes rechazó la misma con argumentos que justifican el abuso del poder de adultos sobre menores de edad. Sigue sin entenderse que el uso de la fuerza siempre lo ejerce quien puede sobre quien no puede. Los hombres golpean más a las mujeres que éstas a ellos, las mujeres golpean más a niñas y niños y cuando los hombres lo hacen, la gravedad del daño es mayor, con un especial ensañamiento en los varones. Golpe es golpe, violencia genera resentimiento y más violencia; y, difícilmente alguien que haya aprendido a dirimir conflictos a través de agresiones promoverá una cultura de paz.

Entre los tipos y formas de agresión, la más deleznable y horrenda junto con el feminicidio, es la violencia sexual contra niñas y niños. Aclaro conceptos; pedófilo es aquél que siente atracción sexual por niñas y niños aunque no lo ejecute, pederasta es quien, sintiendo o no atracción, ejerce violencia sexual sobre niñas y niños. ¿Cómo es esto posible? Pues bien, quienes viven violencia sexual -se estima que el 20% de las y los menores la sufrirán, tendrán cicatrices permanentes y, lo que es peor, tres de cada diez repetirán el patrón. El 80% de los agresores sexuales de menores sufrieron este tipo de abuso. Entonces, no es necesario sentir atracción física para ejecutar actos de violencia sexual; muchas veces la agresión tiene como fin repetir lo vivido.

El viernes 2 de octubre asistí, con la presidenta nacional de 50 Más 1, A.C., María Elena Orantes y la presidenta de la mesa de Niñas, Niños y Adolescentes de la misma asociación, Gabriela Jiménez, a la fundación “Corazones Mágicos” en Querétaro, donde trabajan un protocolo único en México de diagnóstico y atención a víctimas de violencia sexual y de rehabilitación de agresores adolescentes.

Nos contaba su directora, Fernanda Lazo, que la asociación recibe y atiende peticiones de la fiscalía para diagnosticar (a través del juego, sin revictimización), si una niña o niño ha vivido violencia sexual. Desafortunadamente, a veces por pleitos de adultos se usa a los menores para señalar falsamente a alguien de violencia sexual, y, en el otro extremo, no se atiende la agresión por vergüenza, miedo o culpa. En todo caso quien pierde es la niña o el niño.

Es imperativo, entre otras acciones, hacer imprescriptibles en materia penal y de daño moral todos los delitos de violencia sexual infantil, que las y los agresores vayan a prisión con procedimientos abreviados, cambiar las leyes estatales para agilizar y transparentar la adopción, capacitar a juzgadores (as) en perspectiva de infancia, tipificar como violación todo embarazo en menores de 14 años y que haya fiscalías especializadas en delitos sexuales contra menores, entre otras acciones.

En Querétaro, “Corazones Mágicos” y el poder judicial comienzan a lograr que las y los menores declaren en cuartos de testigos protegidos, buscando subsanar las deficiencias de las fiscalías para que no se revictimice durante el diagnóstico y el proceso judicial.

Bravo por Corazones Mágicos y por Querétaro. Ese es el camino.

La semana pasada esta escribana te contaba sobre la nueva ley que el Senado avaló en el sentido de prohibir castigos corporales a menores y que en una encuesta de twitter el 82% de los más de seis mil participantes rechazó la misma con argumentos que justifican el abuso del poder de adultos sobre menores de edad. Sigue sin entenderse que el uso de la fuerza siempre lo ejerce quien puede sobre quien no puede. Los hombres golpean más a las mujeres que éstas a ellos, las mujeres golpean más a niñas y niños y cuando los hombres lo hacen, la gravedad del daño es mayor, con un especial ensañamiento en los varones. Golpe es golpe, violencia genera resentimiento y más violencia; y, difícilmente alguien que haya aprendido a dirimir conflictos a través de agresiones promoverá una cultura de paz.

Entre los tipos y formas de agresión, la más deleznable y horrenda junto con el feminicidio, es la violencia sexual contra niñas y niños. Aclaro conceptos; pedófilo es aquél que siente atracción sexual por niñas y niños aunque no lo ejecute, pederasta es quien, sintiendo o no atracción, ejerce violencia sexual sobre niñas y niños. ¿Cómo es esto posible? Pues bien, quienes viven violencia sexual -se estima que el 20% de las y los menores la sufrirán, tendrán cicatrices permanentes y, lo que es peor, tres de cada diez repetirán el patrón. El 80% de los agresores sexuales de menores sufrieron este tipo de abuso. Entonces, no es necesario sentir atracción física para ejecutar actos de violencia sexual; muchas veces la agresión tiene como fin repetir lo vivido.

El viernes 2 de octubre asistí, con la presidenta nacional de 50 Más 1, A.C., María Elena Orantes y la presidenta de la mesa de Niñas, Niños y Adolescentes de la misma asociación, Gabriela Jiménez, a la fundación “Corazones Mágicos” en Querétaro, donde trabajan un protocolo único en México de diagnóstico y atención a víctimas de violencia sexual y de rehabilitación de agresores adolescentes.

Nos contaba su directora, Fernanda Lazo, que la asociación recibe y atiende peticiones de la fiscalía para diagnosticar (a través del juego, sin revictimización), si una niña o niño ha vivido violencia sexual. Desafortunadamente, a veces por pleitos de adultos se usa a los menores para señalar falsamente a alguien de violencia sexual, y, en el otro extremo, no se atiende la agresión por vergüenza, miedo o culpa. En todo caso quien pierde es la niña o el niño.

Es imperativo, entre otras acciones, hacer imprescriptibles en materia penal y de daño moral todos los delitos de violencia sexual infantil, que las y los agresores vayan a prisión con procedimientos abreviados, cambiar las leyes estatales para agilizar y transparentar la adopción, capacitar a juzgadores (as) en perspectiva de infancia, tipificar como violación todo embarazo en menores de 14 años y que haya fiscalías especializadas en delitos sexuales contra menores, entre otras acciones.

En Querétaro, “Corazones Mágicos” y el poder judicial comienzan a lograr que las y los menores declaren en cuartos de testigos protegidos, buscando subsanar las deficiencias de las fiscalías para que no se revictimice durante el diagnóstico y el proceso judicial.

Bravo por Corazones Mágicos y por Querétaro. Ese es el camino.