/ viernes 19 de marzo de 2021

¡De vacunas y otras bondades!...

Pasteur desarrolló la teoría microbiana y propuso las primeras vacunas observando y experimentando con la naturaleza. La vacuna es un medio defensivo para neutralizar las enfermedades que agreden mortalmente, como la peste, la viruela, el ántrax, la influenza, etc. A el debemos los esfuerzos de investigación en vacas infectadas por ántrax, el estudio, las consecuencias de enterrar superficialmente cadáveres infectados, fuente de contaminación para otros seres vivos. En Francia, esos descubrimientos de la teoría microbiana causaron una revolución. Pero millones se han salvado de la muerte. Abundante y apasionante resulta la historia de estas investigaciones. Todo conglomerado nacional está obligado a preservar la vida humana, a crear y desarrollar un sólido sistema de investigación y desarrollo de vacunas. Es vital como los alimentos, el agua o los recursos naturales y energéticos. Son de primera importancia. Ya quedó demostrado en estos meses y han sido rusos, chinos, británicos, norteamericanos y hasta cubanos, quienes desarrollaron estos biológicos y ahora los comercializan por cientos de millones. La salud del hombre es lo único valioso sobre la superficie del planeta. Las pandemias son azotes globales que periódicamente se reiteran a lo largo del orbe y dejan estelas de muerte y dolor por donde pasan.

Nuestro país desmanteló su capacidad de investigación médica y dejó de producir vacunas. En el pasado fuimos líderes en ese aspecto. Durante treinta años se buscó convertir a la salud en negocio para beneficio de unos cuantos. Ahora la vacuna se aplica de forma universal y gratuita. Los desvalidos y el personal del sector salud fueron los primeros beneficiados. En el reloj de la historia pareciera llegada la hora de un poco de justicia. Vacunarnos es conveniente para todos, aunque desorienten o confundan, algunos despistados no la aceptan, muy su decisión personal, pero no se vale que jueguen con la salud social porque pueden seguir contaminando. La bondad de este instrumento de salvación es inobjetable. La raza humana transitó en estos meses entre la incertidumbre, la indefensión y la desesperanza. En el horizonte no veíamos solución hasta que Rusia anuncio la primera vacuna y después los demás. No olvidemos que las vacunas son perfectibles, pero no perfectas, las más protectoras han tardado años en desarrollarse, esta se elaboró en tiempo récord. Imposible exigir la absoluta perfección. Hay mentes perversas que quieren ver el fracaso de esta jornada de vacunación. Siembran desconfianza, confusión y mala fe, pero la respuesta ciudadana es abrumadora. La más mínima convocatoria congrega a miles, porque todos amamos nuestra vida y queremos protegerla, añoramos las formas anteriores de existir y por eso desatendemos las voces de la maldad. Quienes pueden, se trasladan al vecino país a vacunarse y regresan vociferando porque están perdiendo sus privilegios y por ello diseminan la desconfianza. La vacuna es ilusión de vida saludable, no amenaza mortal. Vacunarnos al cien está lejano, harían falta 240 millones de vacunas y llevamos solo siete. Pero un esfuerzo considerable se despliega, lo demás depende de nosotros, que no bajemos la guardia, nos protejamos. Porque existe el riesgo de continuar transmitiendo el virus. Primero el personal de salud, después los desprotegidos y vulnerables, a continuación, el resto poblacional. Jóvenes y niños disponen de verdaderas murallas defensivas. Además, cada determinado tiempo deberá volver la vacunación, los virus evolucionan y regresan fortalecidos, hay el riesgo de nuevas oleadas mortales. Desde siempre la raza humana ha vivido en diaria convivencia con los virus y las bacterias, que han desatado mortales pandemias a lo largo de los siglos, por ello habrá que vacunarse cuantas veces sea necesario. Es posible que ahí estribe el permanente filón de oro de las farmacéuticas mundiales.

Existe la sospecha no confirmada de que quienes trabajan en los basureros colectivos o le han cobrado afición diaria a las bebidas etílicas, por estar en contacto permanente con miles de virus y por mantener alcoholizado su organismo están inmunes de forma natural, pero no todos estamos en esa circunstancia ni lo deseamos. Se diga lo que se diga, la vacuna es la forma de resolver esta crisis que atravesamos. Con todas sus deficiencias, con los inconvenientes de quebranto en la salud que puede ocasionar en cada quien, eso ya depende de las capacidades defensivas de cada organismo. La vacuna es la más seria y posible solución que hoy tenemos. Expreso mis sinceros votos y creencia de que pronto alcance todo el país estar vacunado. Aunque miro muy lejano ese día, pero por algún punto se empieza.

Pasteur desarrolló la teoría microbiana y propuso las primeras vacunas observando y experimentando con la naturaleza. La vacuna es un medio defensivo para neutralizar las enfermedades que agreden mortalmente, como la peste, la viruela, el ántrax, la influenza, etc. A el debemos los esfuerzos de investigación en vacas infectadas por ántrax, el estudio, las consecuencias de enterrar superficialmente cadáveres infectados, fuente de contaminación para otros seres vivos. En Francia, esos descubrimientos de la teoría microbiana causaron una revolución. Pero millones se han salvado de la muerte. Abundante y apasionante resulta la historia de estas investigaciones. Todo conglomerado nacional está obligado a preservar la vida humana, a crear y desarrollar un sólido sistema de investigación y desarrollo de vacunas. Es vital como los alimentos, el agua o los recursos naturales y energéticos. Son de primera importancia. Ya quedó demostrado en estos meses y han sido rusos, chinos, británicos, norteamericanos y hasta cubanos, quienes desarrollaron estos biológicos y ahora los comercializan por cientos de millones. La salud del hombre es lo único valioso sobre la superficie del planeta. Las pandemias son azotes globales que periódicamente se reiteran a lo largo del orbe y dejan estelas de muerte y dolor por donde pasan.

Nuestro país desmanteló su capacidad de investigación médica y dejó de producir vacunas. En el pasado fuimos líderes en ese aspecto. Durante treinta años se buscó convertir a la salud en negocio para beneficio de unos cuantos. Ahora la vacuna se aplica de forma universal y gratuita. Los desvalidos y el personal del sector salud fueron los primeros beneficiados. En el reloj de la historia pareciera llegada la hora de un poco de justicia. Vacunarnos es conveniente para todos, aunque desorienten o confundan, algunos despistados no la aceptan, muy su decisión personal, pero no se vale que jueguen con la salud social porque pueden seguir contaminando. La bondad de este instrumento de salvación es inobjetable. La raza humana transitó en estos meses entre la incertidumbre, la indefensión y la desesperanza. En el horizonte no veíamos solución hasta que Rusia anuncio la primera vacuna y después los demás. No olvidemos que las vacunas son perfectibles, pero no perfectas, las más protectoras han tardado años en desarrollarse, esta se elaboró en tiempo récord. Imposible exigir la absoluta perfección. Hay mentes perversas que quieren ver el fracaso de esta jornada de vacunación. Siembran desconfianza, confusión y mala fe, pero la respuesta ciudadana es abrumadora. La más mínima convocatoria congrega a miles, porque todos amamos nuestra vida y queremos protegerla, añoramos las formas anteriores de existir y por eso desatendemos las voces de la maldad. Quienes pueden, se trasladan al vecino país a vacunarse y regresan vociferando porque están perdiendo sus privilegios y por ello diseminan la desconfianza. La vacuna es ilusión de vida saludable, no amenaza mortal. Vacunarnos al cien está lejano, harían falta 240 millones de vacunas y llevamos solo siete. Pero un esfuerzo considerable se despliega, lo demás depende de nosotros, que no bajemos la guardia, nos protejamos. Porque existe el riesgo de continuar transmitiendo el virus. Primero el personal de salud, después los desprotegidos y vulnerables, a continuación, el resto poblacional. Jóvenes y niños disponen de verdaderas murallas defensivas. Además, cada determinado tiempo deberá volver la vacunación, los virus evolucionan y regresan fortalecidos, hay el riesgo de nuevas oleadas mortales. Desde siempre la raza humana ha vivido en diaria convivencia con los virus y las bacterias, que han desatado mortales pandemias a lo largo de los siglos, por ello habrá que vacunarse cuantas veces sea necesario. Es posible que ahí estribe el permanente filón de oro de las farmacéuticas mundiales.

Existe la sospecha no confirmada de que quienes trabajan en los basureros colectivos o le han cobrado afición diaria a las bebidas etílicas, por estar en contacto permanente con miles de virus y por mantener alcoholizado su organismo están inmunes de forma natural, pero no todos estamos en esa circunstancia ni lo deseamos. Se diga lo que se diga, la vacuna es la forma de resolver esta crisis que atravesamos. Con todas sus deficiencias, con los inconvenientes de quebranto en la salud que puede ocasionar en cada quien, eso ya depende de las capacidades defensivas de cada organismo. La vacuna es la más seria y posible solución que hoy tenemos. Expreso mis sinceros votos y creencia de que pronto alcance todo el país estar vacunado. Aunque miro muy lejano ese día, pero por algún punto se empieza.