/ miércoles 15 de agosto de 2018

Deben atemperar la alta expectativa de cambio, gobernar desgasta y podría decepcionar

López Obrador encabeza un movimiento social estratégico, histórico, plural e incluyente, con persistencia supo aglutinar errores de partidos políticos tradicionales y de los últimos gobiernos, cuenta además con un proyecto propio de clara orientación social, que hoy aspira a cristalizar.

Morena, partido en ciernes, muy rebasado por el obradorismo, difícilmente aglutinará a un tercio de los simpatizantes de Andrés, muchos de ellos ocasionales quisquillosos y de contentillo, el papel del partido es clave para asentar, en el tiempo, la factibilidad de darle continuidad al proyecto del presidente electo.

La tarea primaria del nuevo gobierno en la parte política es hacerse del poder, para ello debe mantener la tranquilidad económica, social y política, para sembrar el giro que pretende dar al modelo de gobierno más orientado a lo social, con el propósito firme de atemperar la desigualdad y reivindicar los atropellos de gobernantes, contra quienes aspiramos siempre a cargos de elección, que los dedazos y la acción perversa desde el gobierno o desde los partidos cerraron el paso a varias generaciones, imponiendo incondicionales que no representaban más que a sus intereses personales.

En la parte administrativa presentan 25 proyectos o cursos de acción, que son diagnóstico, guía de prioridades y consensos, para atacar, por distintos frentes, la enorme desigualdad existente.

En obvio de espacio, solo enunciamos los más relevantes, sin jerarquía ni explicación, lo haremos en próximas entregas.

Desarrollar el Istmo de Tehuantepec, construir el tren maya, caminos rurales, internet para todo el país, desarrollo urbano para colonias marginales, duplicar pensión a adultos mayores e incluir discapacitados, plantación de árboles maderables y frutales, programa “Jóvenes construyendo el futuro”, creación de 100 universidades públicas con becas para jóvenes.

Plantas de fertilizantes, canasta básica de alimentos, crédito ganadero a la palabra, proyecto de zona franca en el norte del país que maximice flujos comerciales y de inversión, con baja tributación; 20% ISR y 8% IVA. Revisar las 25,515 concesiones mineras que no contemplan el daño por su impacto social.

Apoyo a Pymes, plan de extracción de petróleo y gas y construcción en Dos Bocas una nueva refinería y rehabilitar las existentes, producir más energía eléctrica, atención médica a toda la población y entregar de medicamentos de manera gratuita.

Una regla vieja que relaciona; gobierno nuevo y altas expectativas, dice “a mayores expectativas de cambio en un gobierno nuevo, mayores riesgos de desencanto”, mayor desgaste que puede llegar a la decepción.

Gobierno, Senado, cámaras de diputados locales y federal, deben precisar los alcances de los 25 proyectos, ¿qué debemos esperar y que no, los ciudadanos de a pie del nuevo gobierno en los próximos tiempos?

Principalmente los delegados de programas integrales de desarrollo estatales y regionales recién nombrados, que deberán validar los padrones de beneficiarios de anteriores y nuevos programas y contactar a todos los beneficiarios, tarea harto compleja pero indispensable, si de erradicar la corrupción y el desvío de recursos se trata.

Las limitaciones económicas y políticas del nuevo gobierno son altas, enorme deuda externa, cúpulas económicas acostumbradas a no pagar impuesto, pagar salarios bajos y tener grandes ganancias, presiones del gobierno americano que exige siempre mayor ventaja.

Los indicadores reales para el crecimiento de la economía mexicana son negativos, el gasto en inversión pública cayó 24 % en el actual sexenio.

Dos ejemplos claros que encuentran resistencia de los grupos de poder económico actuales son; la decisión de echar a andar las refinerías, crear una nueva y la designación de Manuel Bartlett como titular de CFE, con ello se mandan señales claras de no dependencia en el manejo energético, respecto de los intereses extranjeros, los últimos gobiernos entregaron de más, parando nuestras refinerías y comprando una enorme suma de petrolíferos a los EE. UU., cancelando empleos bien pagados a los mexicanos para obsequiárselos al país vecino y pagando altas tasas de sobreprecio por la importación de gasolina.

La designación de Manuel Bartlett que ha generado todo tipo de comentarios incluso al interior del mismo grupo gobernante emergente, sin advertir que le hacen el caldo gordo a los opositores del nuevo régimen y que, aun concediendo razón a sus reservas hacia Bartlett, no advierten que meten ruido innecesario que aprovechan intereses adversos para publicitar mayor presión hacia el pretendido cambio de modelo energético y económico, que pretende detener la sobre concentración del ingreso.

A mi juicio, del propósito del próximo presidente de México, que ha sabido distinguir en Bartlett a un ejecutor eficaz como ninguno, con un atributo adicional, su férreo carácter y convicción nacionalista, determinante para cumplir puntualmente el encargo de conducir el cambio, de reorientar la política energética.

¿Valdrá la pena sobreponer las mejores causas del país por encima de resentimientos añejos, aún válidos, y dejar ese encono para ocasión mejores causas?

López Obrador encabeza un movimiento social estratégico, histórico, plural e incluyente, con persistencia supo aglutinar errores de partidos políticos tradicionales y de los últimos gobiernos, cuenta además con un proyecto propio de clara orientación social, que hoy aspira a cristalizar.

Morena, partido en ciernes, muy rebasado por el obradorismo, difícilmente aglutinará a un tercio de los simpatizantes de Andrés, muchos de ellos ocasionales quisquillosos y de contentillo, el papel del partido es clave para asentar, en el tiempo, la factibilidad de darle continuidad al proyecto del presidente electo.

La tarea primaria del nuevo gobierno en la parte política es hacerse del poder, para ello debe mantener la tranquilidad económica, social y política, para sembrar el giro que pretende dar al modelo de gobierno más orientado a lo social, con el propósito firme de atemperar la desigualdad y reivindicar los atropellos de gobernantes, contra quienes aspiramos siempre a cargos de elección, que los dedazos y la acción perversa desde el gobierno o desde los partidos cerraron el paso a varias generaciones, imponiendo incondicionales que no representaban más que a sus intereses personales.

En la parte administrativa presentan 25 proyectos o cursos de acción, que son diagnóstico, guía de prioridades y consensos, para atacar, por distintos frentes, la enorme desigualdad existente.

En obvio de espacio, solo enunciamos los más relevantes, sin jerarquía ni explicación, lo haremos en próximas entregas.

Desarrollar el Istmo de Tehuantepec, construir el tren maya, caminos rurales, internet para todo el país, desarrollo urbano para colonias marginales, duplicar pensión a adultos mayores e incluir discapacitados, plantación de árboles maderables y frutales, programa “Jóvenes construyendo el futuro”, creación de 100 universidades públicas con becas para jóvenes.

Plantas de fertilizantes, canasta básica de alimentos, crédito ganadero a la palabra, proyecto de zona franca en el norte del país que maximice flujos comerciales y de inversión, con baja tributación; 20% ISR y 8% IVA. Revisar las 25,515 concesiones mineras que no contemplan el daño por su impacto social.

Apoyo a Pymes, plan de extracción de petróleo y gas y construcción en Dos Bocas una nueva refinería y rehabilitar las existentes, producir más energía eléctrica, atención médica a toda la población y entregar de medicamentos de manera gratuita.

Una regla vieja que relaciona; gobierno nuevo y altas expectativas, dice “a mayores expectativas de cambio en un gobierno nuevo, mayores riesgos de desencanto”, mayor desgaste que puede llegar a la decepción.

Gobierno, Senado, cámaras de diputados locales y federal, deben precisar los alcances de los 25 proyectos, ¿qué debemos esperar y que no, los ciudadanos de a pie del nuevo gobierno en los próximos tiempos?

Principalmente los delegados de programas integrales de desarrollo estatales y regionales recién nombrados, que deberán validar los padrones de beneficiarios de anteriores y nuevos programas y contactar a todos los beneficiarios, tarea harto compleja pero indispensable, si de erradicar la corrupción y el desvío de recursos se trata.

Las limitaciones económicas y políticas del nuevo gobierno son altas, enorme deuda externa, cúpulas económicas acostumbradas a no pagar impuesto, pagar salarios bajos y tener grandes ganancias, presiones del gobierno americano que exige siempre mayor ventaja.

Los indicadores reales para el crecimiento de la economía mexicana son negativos, el gasto en inversión pública cayó 24 % en el actual sexenio.

Dos ejemplos claros que encuentran resistencia de los grupos de poder económico actuales son; la decisión de echar a andar las refinerías, crear una nueva y la designación de Manuel Bartlett como titular de CFE, con ello se mandan señales claras de no dependencia en el manejo energético, respecto de los intereses extranjeros, los últimos gobiernos entregaron de más, parando nuestras refinerías y comprando una enorme suma de petrolíferos a los EE. UU., cancelando empleos bien pagados a los mexicanos para obsequiárselos al país vecino y pagando altas tasas de sobreprecio por la importación de gasolina.

La designación de Manuel Bartlett que ha generado todo tipo de comentarios incluso al interior del mismo grupo gobernante emergente, sin advertir que le hacen el caldo gordo a los opositores del nuevo régimen y que, aun concediendo razón a sus reservas hacia Bartlett, no advierten que meten ruido innecesario que aprovechan intereses adversos para publicitar mayor presión hacia el pretendido cambio de modelo energético y económico, que pretende detener la sobre concentración del ingreso.

A mi juicio, del propósito del próximo presidente de México, que ha sabido distinguir en Bartlett a un ejecutor eficaz como ninguno, con un atributo adicional, su férreo carácter y convicción nacionalista, determinante para cumplir puntualmente el encargo de conducir el cambio, de reorientar la política energética.

¿Valdrá la pena sobreponer las mejores causas del país por encima de resentimientos añejos, aún válidos, y dejar ese encono para ocasión mejores causas?