/ viernes 5 de junio de 2020

¡Desastre imperial!

Ningún imperio es para la eternidad. Ninguno lo ha sido, ni el egipcio, el de Gengis Khan, el de Alejandro Magno o el de Roma. Ninguno será para siempre. Todo poder político que domina a escala planetaria, cultiva en sus entrañas, los gérmenes que más temprano que tarde lo conducen a su destrucción. Así ha sido y así será.


La Unión Americana se está incendiando. Hoy se debate entre la inconformidad y la violencia. Su líder no apuesta por las soluciones pacíficas. América del Norte anida en sus andamiajes sociales, contradicciones que pueden llevarlo a concluir su dominio. Las diferencias entre ricos y pobres, entre gente aria y de color, entre los nacidos ahí y los emigrantes. Ahora parecen resquebrajarse, como no se veía desde las luchas sociales de Luther King. Esa gran nación, que contiene riquezas pasmosas y pobrezas abismales. Empresas de alcance mundial con una sociedad de excesos, consumos y derroches. Que para su dominio universal posee una industria militar, que periódicamente requiere de enfrentamientos mundiales para deshacerse de su tecnología obsoleta, probar sus novedosos arsenales y seguir produciendo inconmensurables ganancias. Ahora enfrenta una crisis social de escala imperial.


Con una desigual distribución de la riqueza, E.U. ha cultivado peligrosas contradicciones entre razas, ricos y pobres. Anterior a la guerra civil, los esclavistas arrancaron de África a decenas de miles y los trajeron a las plantaciones de algodón privándolos de su libertad, su vida, su tiempo, su descendencia y hasta su habitáculo corporal. Convertidos en maquinas de trabajo sin el descanso, la alimentación y la propia gerencia de su destino, solo pudieron alcanzar la libertad mediante cruenta guerra civil. Libres, pero no iguales. Enfrentan eterna discriminación que incluye hasta la privación de su existencia. Sistema político y jueces han solapado y solapan a policías criminales. Como ocurrió en Minnesota, donde un matón con placa policial, asesinó asfixiando a un afroamericano. Un sentimiento de injusticia, sacude hoy las vértebras de esa nación. La gota que derrama es que quien liderea la Casa Blanca para resolver, amenaza con más violencia. Mira desesperado que el tsunami de manifiesta inconformidad, sumado a la desatención que le atribuyen, brindó a la pandemia de coronavirus, le está llevando a un escenario de derrota en la reelección presidencial.


De forma invariable, la impunidad caracteriza los actos policiales frente a gente de color y latinos. Las innegables contradicciones económicas entre quienes todo lo poseen de forma extrema y los que solo son dueños de su fuerza de trabajo, en una sociedad que se distingue porque solo come quien trabaja. De sueldos bien remunerados, pero de un alto costo en el diario consumo. El neoliberalismo, que tanto ha golpeado al mundo occidental, a partir de Reagan se apoderó de la riqueza social y privatizó los sistemas de salud y por ello en E.U. la crisis sanitaria que flagela al planeta ya suma más de ciento cinco mil muertos. Es ahí donde ahora el jefe de gobierno amenaza con el ejército a los inconformes y culpa a China y a la Organización Mundial de la Salud.


El lingüista y filosofo Chomsky pronostica que su nación está corriendo hacia el abismo. Que la violencia generará más violencia, que no se proponen soluciones pacíficas ni se prioriza el dialogo ni los acuerdos políticos y en cambio abundan las amenazas con la fuerza pública. Sin un Estado que atienda la salud de los desposeídos, la población fallece por la enfermedad o por el hambre y la miseria.


¡Ironías de la vida! a un costo de miles de millones de dólares, este fin de semana una empresa privada contratada por el Gobierno gringo llevó al espacio y ubicó en la estación internacional espacial a dos astronautas. En tanto, en los barrios pobres de New York, los afroestadounidenses mueren en el abandono, escarban en los botes de basura, buscando bazofia para su diaria alimentación. Esto ocurre en el más poderoso imperio que ha conocido la historia del planeta y si quiere persistir debe, sistémicamente, atender de fondo estas contradicciones de injusticia, desigualdad y racismo. Porque de otra suerte, en verdad estará corriendo hacia el abismo.




Con una desigual distribución de la riqueza, E.U. ha cultivado peligrosas contradicciones entre razas, ricos y pobres.


Ningún imperio es para la eternidad. Ninguno lo ha sido, ni el egipcio, el de Gengis Khan, el de Alejandro Magno o el de Roma. Ninguno será para siempre. Todo poder político que domina a escala planetaria, cultiva en sus entrañas, los gérmenes que más temprano que tarde lo conducen a su destrucción. Así ha sido y así será.


La Unión Americana se está incendiando. Hoy se debate entre la inconformidad y la violencia. Su líder no apuesta por las soluciones pacíficas. América del Norte anida en sus andamiajes sociales, contradicciones que pueden llevarlo a concluir su dominio. Las diferencias entre ricos y pobres, entre gente aria y de color, entre los nacidos ahí y los emigrantes. Ahora parecen resquebrajarse, como no se veía desde las luchas sociales de Luther King. Esa gran nación, que contiene riquezas pasmosas y pobrezas abismales. Empresas de alcance mundial con una sociedad de excesos, consumos y derroches. Que para su dominio universal posee una industria militar, que periódicamente requiere de enfrentamientos mundiales para deshacerse de su tecnología obsoleta, probar sus novedosos arsenales y seguir produciendo inconmensurables ganancias. Ahora enfrenta una crisis social de escala imperial.


Con una desigual distribución de la riqueza, E.U. ha cultivado peligrosas contradicciones entre razas, ricos y pobres. Anterior a la guerra civil, los esclavistas arrancaron de África a decenas de miles y los trajeron a las plantaciones de algodón privándolos de su libertad, su vida, su tiempo, su descendencia y hasta su habitáculo corporal. Convertidos en maquinas de trabajo sin el descanso, la alimentación y la propia gerencia de su destino, solo pudieron alcanzar la libertad mediante cruenta guerra civil. Libres, pero no iguales. Enfrentan eterna discriminación que incluye hasta la privación de su existencia. Sistema político y jueces han solapado y solapan a policías criminales. Como ocurrió en Minnesota, donde un matón con placa policial, asesinó asfixiando a un afroamericano. Un sentimiento de injusticia, sacude hoy las vértebras de esa nación. La gota que derrama es que quien liderea la Casa Blanca para resolver, amenaza con más violencia. Mira desesperado que el tsunami de manifiesta inconformidad, sumado a la desatención que le atribuyen, brindó a la pandemia de coronavirus, le está llevando a un escenario de derrota en la reelección presidencial.


De forma invariable, la impunidad caracteriza los actos policiales frente a gente de color y latinos. Las innegables contradicciones económicas entre quienes todo lo poseen de forma extrema y los que solo son dueños de su fuerza de trabajo, en una sociedad que se distingue porque solo come quien trabaja. De sueldos bien remunerados, pero de un alto costo en el diario consumo. El neoliberalismo, que tanto ha golpeado al mundo occidental, a partir de Reagan se apoderó de la riqueza social y privatizó los sistemas de salud y por ello en E.U. la crisis sanitaria que flagela al planeta ya suma más de ciento cinco mil muertos. Es ahí donde ahora el jefe de gobierno amenaza con el ejército a los inconformes y culpa a China y a la Organización Mundial de la Salud.


El lingüista y filosofo Chomsky pronostica que su nación está corriendo hacia el abismo. Que la violencia generará más violencia, que no se proponen soluciones pacíficas ni se prioriza el dialogo ni los acuerdos políticos y en cambio abundan las amenazas con la fuerza pública. Sin un Estado que atienda la salud de los desposeídos, la población fallece por la enfermedad o por el hambre y la miseria.


¡Ironías de la vida! a un costo de miles de millones de dólares, este fin de semana una empresa privada contratada por el Gobierno gringo llevó al espacio y ubicó en la estación internacional espacial a dos astronautas. En tanto, en los barrios pobres de New York, los afroestadounidenses mueren en el abandono, escarban en los botes de basura, buscando bazofia para su diaria alimentación. Esto ocurre en el más poderoso imperio que ha conocido la historia del planeta y si quiere persistir debe, sistémicamente, atender de fondo estas contradicciones de injusticia, desigualdad y racismo. Porque de otra suerte, en verdad estará corriendo hacia el abismo.




Con una desigual distribución de la riqueza, E.U. ha cultivado peligrosas contradicciones entre razas, ricos y pobres.