/ jueves 3 de junio de 2021

Deshojando el Cempasúchil | La pandemia significó una gran sacudida a nuestra vida

Al leer la manera en que nos estamos acabando el planeta y que debido a la reclusión forzosa de los humanos, algunas partes del planeta se están recuperando y algunos animales nativos han regresado a vivir en su hábitat natural, me pregunto ¿de verdad habremos aprendido algo?

O solamente nos desquiciamos, nos enojamos con la vida, atacamos a nuestras familias, claro, todo ello por diversas causas, el encierro forzoso, la pérdida del trabajo la disminución del sueldo, el vernos obligados a recurrir a las herramientas tecnológicas a las que éramos ajenos, si no es que hasta fóbicos, el encierro que nos obligó a estar con la familia días, meses completos, descubriendo, no sin asombro que no los conocíamos, y que si les quitas los celulares, computadoras y tablets, parece que no hubiera motivos de conversación, ni temas en común, y descubrimos que nuestras parejas eran seres a los que no conocíamos, con los que desayunábamos, a veces comíamos y cenábamos y caíamos rendidos por la noche a descansar en la misma cama, y que nuestros hijos, amorosos, -sobre todo cuando necesitaban algo- no eran tan cariñosos, más bien intolerantes– no tuvieron de quien aprender tolerancia- , pero también descubrimos que teníamos tiempo para dar rienda suelta a nuestros sueños, a nuestras aficiones, comenzamos a leer otra vez con fruición –y nos reencontramos nuevamente en el mundo mágico de los libros- habíamos dejado atrás nuestros deseos, a veces escondidos, por escribir, por pintar y un día nos dimos cuenta de que al fin ¡teníamos tiempo para hacerlo! y ¡lo hicimos! Siempre había querido retomar la pintura ¡¡¡¡y lo logramos!!!! En fin, esta pandemia significó una gran sacudida a nuestra vida mecanizada, automática, con muchas ambiciones, múltiples afanes, pero pocas satisfacciones, que no fueran las básicas o las de acumular bienes. Y henos aquí, muchos que ya tenían su vida proyectada, ¡con negocios quebrados, con empleados desocupados, sin entrada económica fija y con un futuro bastante incierto!, y no hay alguien con nombre y apellido al que podamos culpar. Nuestras familias que debieron haber salido más unidas por la reclusión involuntaria, causó estragos en nuestra paciencia, y tolerancia, se destruyó nuestro mundo, aquel que creíamos real, se esfumaron cosas y personas que creíamos seguras, el dinero, las posesiones, los amigos, la familia, a los que pensábamos eternos nos fueron arrebatados, nuestra estabilidad económica se cayó o se tambalea, entonces… ¿Qué tenemos? ¿Qué vamos a hacer?...

¿RECOMENZAR O FENECER?

Sin embargo no tenemos más opción que en principio hacer un análisis fundamental de nuestras propias vidas, y del por qué están pasando tanto desastres en el mundo, al interior de nuestros propios hogares, poner nuevas reglas, dejarle desde hoy y para siempre, responsabilidades y funciones a cada miembro de la familia, tratar de desterrar o reglamentar el uso de celulares y otros aditamentos tecnológicos que impiden el diálogo familiar, el intercambio, hasta de emociones, que nos permitan conocernos, pero también, hacer obligatorio la separación y el reciclamiento de la basura, y tener como premisa el cuidado del medio ambiente, la participación de cada uno de los miembros en las actividades del hogar, ¿nos hemos puesto a pensar que esas granizadas, terribles sequías, o imparables tormentas son productos de nuestras acciones?, está comprobado que el hombre es el animal más destructivo del planeta, si tenemos espacio sembremos un árbol, quizá frutal, sembremos en el jardín las hierbas básicas para cocinar, cilantro, perejil, epazote. Reciclemos nuestra ropa; muchos están deseando volver a la vida de antes, ¡eso será imposible!, hay que adaptarse a todas las circunstancias, nos ha tocado sufrir, pero el sufrimiento tiene que servir para enseñarnos, las pérdidas que hemos sufrido, como lección de vida y para apreciar y valorar más lo que tenemos; en fin, debemos aprender a ser más prácticos, aprovechar lo que aprendimos de las nuevas tecnologías, yo pienso que por ejemplo en fábricas donde se necesiten conocimientos y no mano de obra optarán por el home office, ya que ahorra dinero, tiempo a quienes tienen que viajar varias horas para ir al trabajo, y las grandes fábricas que ocupan a cientos, miles de obreros –que cada vez serán menos- tendrán que buscar la manera de construir unidades habitacionales cercanas, para no desperdiciar tantas horas hombre. En fin esto tiene que habernos llevado a miles de reflexiones referentes a diversos aspectos de la vida. Si no lo hemos hecho es hora de hacer un análisis acerca de cuáles han sido y serán las consecuencias de la pandemia y de nuestro comportamiento acerca de ella. Y pensar que si pudiéramos retroceder ¿qué cosas diferentes hubiéramos hecho? Nos vemos la próxima semana, van a estar buenos los comentarios que si podremos hacer…

Al leer la manera en que nos estamos acabando el planeta y que debido a la reclusión forzosa de los humanos, algunas partes del planeta se están recuperando y algunos animales nativos han regresado a vivir en su hábitat natural, me pregunto ¿de verdad habremos aprendido algo?

O solamente nos desquiciamos, nos enojamos con la vida, atacamos a nuestras familias, claro, todo ello por diversas causas, el encierro forzoso, la pérdida del trabajo la disminución del sueldo, el vernos obligados a recurrir a las herramientas tecnológicas a las que éramos ajenos, si no es que hasta fóbicos, el encierro que nos obligó a estar con la familia días, meses completos, descubriendo, no sin asombro que no los conocíamos, y que si les quitas los celulares, computadoras y tablets, parece que no hubiera motivos de conversación, ni temas en común, y descubrimos que nuestras parejas eran seres a los que no conocíamos, con los que desayunábamos, a veces comíamos y cenábamos y caíamos rendidos por la noche a descansar en la misma cama, y que nuestros hijos, amorosos, -sobre todo cuando necesitaban algo- no eran tan cariñosos, más bien intolerantes– no tuvieron de quien aprender tolerancia- , pero también descubrimos que teníamos tiempo para dar rienda suelta a nuestros sueños, a nuestras aficiones, comenzamos a leer otra vez con fruición –y nos reencontramos nuevamente en el mundo mágico de los libros- habíamos dejado atrás nuestros deseos, a veces escondidos, por escribir, por pintar y un día nos dimos cuenta de que al fin ¡teníamos tiempo para hacerlo! y ¡lo hicimos! Siempre había querido retomar la pintura ¡¡¡¡y lo logramos!!!! En fin, esta pandemia significó una gran sacudida a nuestra vida mecanizada, automática, con muchas ambiciones, múltiples afanes, pero pocas satisfacciones, que no fueran las básicas o las de acumular bienes. Y henos aquí, muchos que ya tenían su vida proyectada, ¡con negocios quebrados, con empleados desocupados, sin entrada económica fija y con un futuro bastante incierto!, y no hay alguien con nombre y apellido al que podamos culpar. Nuestras familias que debieron haber salido más unidas por la reclusión involuntaria, causó estragos en nuestra paciencia, y tolerancia, se destruyó nuestro mundo, aquel que creíamos real, se esfumaron cosas y personas que creíamos seguras, el dinero, las posesiones, los amigos, la familia, a los que pensábamos eternos nos fueron arrebatados, nuestra estabilidad económica se cayó o se tambalea, entonces… ¿Qué tenemos? ¿Qué vamos a hacer?...

¿RECOMENZAR O FENECER?

Sin embargo no tenemos más opción que en principio hacer un análisis fundamental de nuestras propias vidas, y del por qué están pasando tanto desastres en el mundo, al interior de nuestros propios hogares, poner nuevas reglas, dejarle desde hoy y para siempre, responsabilidades y funciones a cada miembro de la familia, tratar de desterrar o reglamentar el uso de celulares y otros aditamentos tecnológicos que impiden el diálogo familiar, el intercambio, hasta de emociones, que nos permitan conocernos, pero también, hacer obligatorio la separación y el reciclamiento de la basura, y tener como premisa el cuidado del medio ambiente, la participación de cada uno de los miembros en las actividades del hogar, ¿nos hemos puesto a pensar que esas granizadas, terribles sequías, o imparables tormentas son productos de nuestras acciones?, está comprobado que el hombre es el animal más destructivo del planeta, si tenemos espacio sembremos un árbol, quizá frutal, sembremos en el jardín las hierbas básicas para cocinar, cilantro, perejil, epazote. Reciclemos nuestra ropa; muchos están deseando volver a la vida de antes, ¡eso será imposible!, hay que adaptarse a todas las circunstancias, nos ha tocado sufrir, pero el sufrimiento tiene que servir para enseñarnos, las pérdidas que hemos sufrido, como lección de vida y para apreciar y valorar más lo que tenemos; en fin, debemos aprender a ser más prácticos, aprovechar lo que aprendimos de las nuevas tecnologías, yo pienso que por ejemplo en fábricas donde se necesiten conocimientos y no mano de obra optarán por el home office, ya que ahorra dinero, tiempo a quienes tienen que viajar varias horas para ir al trabajo, y las grandes fábricas que ocupan a cientos, miles de obreros –que cada vez serán menos- tendrán que buscar la manera de construir unidades habitacionales cercanas, para no desperdiciar tantas horas hombre. En fin esto tiene que habernos llevado a miles de reflexiones referentes a diversos aspectos de la vida. Si no lo hemos hecho es hora de hacer un análisis acerca de cuáles han sido y serán las consecuencias de la pandemia y de nuestro comportamiento acerca de ella. Y pensar que si pudiéramos retroceder ¿qué cosas diferentes hubiéramos hecho? Nos vemos la próxima semana, van a estar buenos los comentarios que si podremos hacer…