/ viernes 18 de diciembre de 2020

¡El agua mercancía!

El futuro nos acecha y no es optimista. Bienes vitales para la supervivencia humana se siguen privatizando. Comida, agua, medicamentos y hasta imágenes televisivas son mercancías con las que ya se especula hasta en la bolsa de valores y producen incalculables fortunas de dimensión mundial. La vacuna Covid-19 ya está en el mercado universal en disímbolas ofertas. Comemos empacados, procesados, enlatados y contaminados alimentos. Estamos olvidando cocinar en casa.

El agua se suministra embotellada y en garrafón. A veces más cara que la leche. Han querido, sin éxito, privatizar la medicina naturista, de donde los laboratorios extrajeron infinidad de sustancias activas que patentadas nos venden. Es la vida del hombre lo más preciado, el mercader lo sabe. Para él es mercancía de lucro, nos tiene cautivos. Muchos países quedarán sin vacunar por razones económicas. Si la vacuna Covid-19 no se aplica universal, las naciones vivirán aisladas unas de otras hasta que no se produzca el milagro de la inmunidad de rebaño. Años difíciles nos aguardan. Habrá sufrimiento, escasez y hambre. Mientras tanto, los distritos financieros seguirán elevando las edificaciones de sus descomunales imperios.

Pero el neoliberalismo ya trajina con el nuevo objeto de su codicia, mercancía mundial que es el agua para consumo humano. Indispensable para la subsistencia. Algunos días podemos vivir sin comer, pero no sin beber agua. Los océanos, las masas polares, los grandes ríos y lagos contienen solo el tres por ciento del agua bebible del planeta. Está siendo de prisa controlada por empresas mundiales. Las técnicas para potabilizar agua salada son caras y escazas. La consumible se está contaminando muy rápido. El agua ya cotiza en la bolsa de valores de Chicago. Mercancía escaza, que, si antes la disponíamos en nuestros caseros pozos, ahora la compramos embotellada y en garrafones.

Este “planeta azul” tiene agua suficiente, pero no al alcance de todos. Ser equitativos no caracteriza el pensamiento universal. A los líderes de las naciones les importa el poder, pero no las necesidades vitales de sus pueblos. Prefieren la sociedad con los grandes empresarios para explotar irracionalmente las riquezas naturales. El futuro se asoma dramático y dantesco. La gran urbe mexicana está colapsando, Influenza, Covid-19, necesidad por trabajar, hastió por el encierro y fiestas de fin de año han incidido. Pareciera que a las grandes masas no les importa la vida, porque ahora deambulan por centros, plazas y barrios comerciales, jugándose un albur entre la vida y la muerte y en tanto, los nosocomios están saturados al máximo. El personal médico y de enfermería extenuado, se han contaminado y hasta muerto, pero sigue en la trinchera. En tanto, el drama del agua toca a nuestras puertas. En la comida, bebida y salud del organismo están las mercancías presentes y futuras de los tiburones financieros internacionales que seguramente cuando ya no encuentren a quien explotar, se devorarán entre ellos.

En algunas ciudades japonesas desde tiempo existen dispositivos públicos de suministro de aire limpio, por la contaminación tan alta que padecen. Obviamente cuesta, no es gratuito. Sobrevivir a la Covid requirió oxigeno embotellado, su venta se volvió descomunal negocio, así como las funerarias. Comida, agua y aire son vitales. Pero también son mercancía en manos de unos cuantos.

Navidad y fin de año en estado de sitio nos esperan. El futuro se tiñe borrascoso.

El futuro nos acecha y no es optimista. Bienes vitales para la supervivencia humana se siguen privatizando. Comida, agua, medicamentos y hasta imágenes televisivas son mercancías con las que ya se especula hasta en la bolsa de valores y producen incalculables fortunas de dimensión mundial. La vacuna Covid-19 ya está en el mercado universal en disímbolas ofertas. Comemos empacados, procesados, enlatados y contaminados alimentos. Estamos olvidando cocinar en casa.

El agua se suministra embotellada y en garrafón. A veces más cara que la leche. Han querido, sin éxito, privatizar la medicina naturista, de donde los laboratorios extrajeron infinidad de sustancias activas que patentadas nos venden. Es la vida del hombre lo más preciado, el mercader lo sabe. Para él es mercancía de lucro, nos tiene cautivos. Muchos países quedarán sin vacunar por razones económicas. Si la vacuna Covid-19 no se aplica universal, las naciones vivirán aisladas unas de otras hasta que no se produzca el milagro de la inmunidad de rebaño. Años difíciles nos aguardan. Habrá sufrimiento, escasez y hambre. Mientras tanto, los distritos financieros seguirán elevando las edificaciones de sus descomunales imperios.

Pero el neoliberalismo ya trajina con el nuevo objeto de su codicia, mercancía mundial que es el agua para consumo humano. Indispensable para la subsistencia. Algunos días podemos vivir sin comer, pero no sin beber agua. Los océanos, las masas polares, los grandes ríos y lagos contienen solo el tres por ciento del agua bebible del planeta. Está siendo de prisa controlada por empresas mundiales. Las técnicas para potabilizar agua salada son caras y escazas. La consumible se está contaminando muy rápido. El agua ya cotiza en la bolsa de valores de Chicago. Mercancía escaza, que, si antes la disponíamos en nuestros caseros pozos, ahora la compramos embotellada y en garrafones.

Este “planeta azul” tiene agua suficiente, pero no al alcance de todos. Ser equitativos no caracteriza el pensamiento universal. A los líderes de las naciones les importa el poder, pero no las necesidades vitales de sus pueblos. Prefieren la sociedad con los grandes empresarios para explotar irracionalmente las riquezas naturales. El futuro se asoma dramático y dantesco. La gran urbe mexicana está colapsando, Influenza, Covid-19, necesidad por trabajar, hastió por el encierro y fiestas de fin de año han incidido. Pareciera que a las grandes masas no les importa la vida, porque ahora deambulan por centros, plazas y barrios comerciales, jugándose un albur entre la vida y la muerte y en tanto, los nosocomios están saturados al máximo. El personal médico y de enfermería extenuado, se han contaminado y hasta muerto, pero sigue en la trinchera. En tanto, el drama del agua toca a nuestras puertas. En la comida, bebida y salud del organismo están las mercancías presentes y futuras de los tiburones financieros internacionales que seguramente cuando ya no encuentren a quien explotar, se devorarán entre ellos.

En algunas ciudades japonesas desde tiempo existen dispositivos públicos de suministro de aire limpio, por la contaminación tan alta que padecen. Obviamente cuesta, no es gratuito. Sobrevivir a la Covid requirió oxigeno embotellado, su venta se volvió descomunal negocio, así como las funerarias. Comida, agua y aire son vitales. Pero también son mercancía en manos de unos cuantos.

Navidad y fin de año en estado de sitio nos esperan. El futuro se tiñe borrascoso.