/ martes 22 de mayo de 2018

El cristal con que se mira

Vidas rotas

El espermatozoide fecunda al óvulo y se forma un cigoto. Esta forma primigenia de vida es la magia del universo entero. Hay que cuidarlo porque es cuando más vulnerable está a drogas, alcohol, radiaciones, medicamentos y otros estímulos pero… si se le permite un poco de tiempo, en un par de semanas se arraigará en el útero y se subdividirá de forma acelerada hasta formar tres capas que a la postre serán sus características individualísimas, únicas entre todos los seres del planeta. Se ha hecho el milagro; un ser humano está entre nosotros.

Una vez nacido comienza la niñez. Esos locos bajitos (dice Serrat, a menudo se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción), nadarán en la frecuencia cerebral Theta hasta los 6 años. En esa frecuencia el cerebro sale de su forma binaria a la análoga, haciéndose una sola en conocimiento y emociones, es decir, tocando la puerta del campo cuántico, el panteísmo (mente y cuerpo es uno solo) o la puerta de Dios, como creía Einstein. La frecuencia Theta es perfecta para la imaginación, fantasía, inspiración, creatividad y el despertar. Es en Theta donde se puede conectar con el yo interior y donde coexisten niños y deseos; un ser humano en formación mente-emoción.

Hasta los 12 o 14 años, que es cuando en general se considera el fin de la infancia, ese pequeño ser va descubriendo la diferencia entre realidad y fantasía; los monstruos comienzan a dejar de existir en la imaginación pero…para 4.5 millones de niños en México, esos monstruos son reales. Muy reales. México es el primer lugar mundial –cifras de la OCDE- en abuso sexual, violencia física y homicidios de niñas y niños. Solo el 2% se denuncia, ya sea por vergüenza, miedo al estigma social o desconfianza en las autoridades.

Es inaceptable que el Estado Mexicano destine solo el 1 % del presupuesto etiquetado a la infancia a prevención de abuso, violencia y explotación. Es aberrante que se olvide a los más desprotegidos, se deje de evitar el dolor evitable y se permita que a los más vulnerables se les rompa la vida cuando ésta apenas inicia.

Deleznable esta sociedad mexicana, que hipócrita y mentirosa, cierra los ojos a esos millones de niños que día a día son violados, vejados, torturados y asesinados. ¿En qué pensamos cuando pedimos paz y tener mejores ciudadanos si esos mismos seres están rotos en su yo, su autoestima, su alegría y su libertad desde la etapa en que se deberían estar formando para la felicidad?

Decía Nelson Mandela que no puede haber una revelación mas intensa del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus niños. Hoy, mientras México da la espalda a sus niños, nos hundimos en violencia, narcotráfico, falta de valores, corrupción y miedo. ¡Protejamos nuestra infancia! de otra forma, esos mismos niños convertidos en jóvenes seguirán muriendo ya en sus propios hogares, ya en una guerra fraticida sin fin.

Vidas rotas

El espermatozoide fecunda al óvulo y se forma un cigoto. Esta forma primigenia de vida es la magia del universo entero. Hay que cuidarlo porque es cuando más vulnerable está a drogas, alcohol, radiaciones, medicamentos y otros estímulos pero… si se le permite un poco de tiempo, en un par de semanas se arraigará en el útero y se subdividirá de forma acelerada hasta formar tres capas que a la postre serán sus características individualísimas, únicas entre todos los seres del planeta. Se ha hecho el milagro; un ser humano está entre nosotros.

Una vez nacido comienza la niñez. Esos locos bajitos (dice Serrat, a menudo se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción), nadarán en la frecuencia cerebral Theta hasta los 6 años. En esa frecuencia el cerebro sale de su forma binaria a la análoga, haciéndose una sola en conocimiento y emociones, es decir, tocando la puerta del campo cuántico, el panteísmo (mente y cuerpo es uno solo) o la puerta de Dios, como creía Einstein. La frecuencia Theta es perfecta para la imaginación, fantasía, inspiración, creatividad y el despertar. Es en Theta donde se puede conectar con el yo interior y donde coexisten niños y deseos; un ser humano en formación mente-emoción.

Hasta los 12 o 14 años, que es cuando en general se considera el fin de la infancia, ese pequeño ser va descubriendo la diferencia entre realidad y fantasía; los monstruos comienzan a dejar de existir en la imaginación pero…para 4.5 millones de niños en México, esos monstruos son reales. Muy reales. México es el primer lugar mundial –cifras de la OCDE- en abuso sexual, violencia física y homicidios de niñas y niños. Solo el 2% se denuncia, ya sea por vergüenza, miedo al estigma social o desconfianza en las autoridades.

Es inaceptable que el Estado Mexicano destine solo el 1 % del presupuesto etiquetado a la infancia a prevención de abuso, violencia y explotación. Es aberrante que se olvide a los más desprotegidos, se deje de evitar el dolor evitable y se permita que a los más vulnerables se les rompa la vida cuando ésta apenas inicia.

Deleznable esta sociedad mexicana, que hipócrita y mentirosa, cierra los ojos a esos millones de niños que día a día son violados, vejados, torturados y asesinados. ¿En qué pensamos cuando pedimos paz y tener mejores ciudadanos si esos mismos seres están rotos en su yo, su autoestima, su alegría y su libertad desde la etapa en que se deberían estar formando para la felicidad?

Decía Nelson Mandela que no puede haber una revelación mas intensa del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus niños. Hoy, mientras México da la espalda a sus niños, nos hundimos en violencia, narcotráfico, falta de valores, corrupción y miedo. ¡Protejamos nuestra infancia! de otra forma, esos mismos niños convertidos en jóvenes seguirán muriendo ya en sus propios hogares, ya en una guerra fraticida sin fin.