/ martes 5 de junio de 2018

El cristal con que se mira

Cero tolerancia a pederastas

A menos de un mes de que acaben las campañas muchos nos preguntamos: ¿y nosotros qué podemos hacer para cambiar las cosas? Amén de la obligación que tenemos de ir a votar, podríamos reflexionar un poquito en cosas que verdaderamente nos afectan como personas y en nuestras familias y acudir a algún evento, reunión domiciliaria o redes sociales de los candidatos, especialmente los diputados y plantear nuestras propuestas.

Existe en México la Ley General de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes y, parece que a nadie le importa. La violencia sexual contra nuestras niñas y niños debe ser visibilizada y rechazada con todos los instrumentos de ley y sociales posibles con carácter de urgente y los legisladores siguen pensando solamente en cambiar leyes para los adultos.

Recordemos: México, desde 2007, es primer lugar entre los países integrantes de la OCDE en embarazo adolescente. Tlaxcala es el lugar 25 de 32 en muertes maternas con una tasa de 51.4 por cada 100,000 nacidos vivos, frente a 68.1 de Chiapas que es el último lugar, 15.9 en Baja California Sur que es el primer lugar y 7 que es la normalidad en un país desarrollado como Noruega. Por supuesto a menor edad de la madre, mayor el riesgo de morir aun en condiciones de atención médica.

Según el INEGI, solo en 2016 hubo 399,140 nacimientos de mujeres debajo de 19 años. De ellos, 9,555 de mujeres entre ¡10 y 14 años!. Piensa por un momento lector querido en una pequeñita aún en proceso de crecimiento y maduración física, emocional y psicológica teniendo un hijo y coincidirás que en la totalidad de esos nacimientos la violencia sexual es el cáncer a exterminar.

A menor edad de la niña, también según INEGI, la brecha de edad con el padre de su hijo es mayor. Es decir, casi 4 de cada 10 padres de esos bebés tienen 20 años o más. Solo pensar en un hombre con todas sus características biológicas desarrolladas teniendo relaciones sexuales con una pequeña de 9 o 10 o 15 años es atroz.

Los legisladores deben cambiar la ley. Tipificación de delito de violación en categoría de pederastia con pena de cárcel es lo que merece cualquier adulto que embarace a una menor de 16 años, y eso solo por hablar de evidencia consumada de violencia sexual, como lo es un embarazo. Pido a todos los candidatos a diputados federales y locales, que cambien la ley para que se investigue de oficio, sin denuncia de por medio, la paternidad de esos bebés y de ser adultos, no solo que paguen la prueba de ADN sino que se le procese como violadores y pederastas (en general, la reacción a esta propuesta es que es muy dura, pero aunque lo es para el adulto, el trauma y la agresión para la menor es aún más trágica).

El Estado Mexicano debe ser garante de la seguridad de sus niñas y niños. A ver cuándo vamos entendiendo que ningún adulto debe tener sexo con menores de edad… punto.

Cero tolerancia a pederastas

A menos de un mes de que acaben las campañas muchos nos preguntamos: ¿y nosotros qué podemos hacer para cambiar las cosas? Amén de la obligación que tenemos de ir a votar, podríamos reflexionar un poquito en cosas que verdaderamente nos afectan como personas y en nuestras familias y acudir a algún evento, reunión domiciliaria o redes sociales de los candidatos, especialmente los diputados y plantear nuestras propuestas.

Existe en México la Ley General de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes y, parece que a nadie le importa. La violencia sexual contra nuestras niñas y niños debe ser visibilizada y rechazada con todos los instrumentos de ley y sociales posibles con carácter de urgente y los legisladores siguen pensando solamente en cambiar leyes para los adultos.

Recordemos: México, desde 2007, es primer lugar entre los países integrantes de la OCDE en embarazo adolescente. Tlaxcala es el lugar 25 de 32 en muertes maternas con una tasa de 51.4 por cada 100,000 nacidos vivos, frente a 68.1 de Chiapas que es el último lugar, 15.9 en Baja California Sur que es el primer lugar y 7 que es la normalidad en un país desarrollado como Noruega. Por supuesto a menor edad de la madre, mayor el riesgo de morir aun en condiciones de atención médica.

Según el INEGI, solo en 2016 hubo 399,140 nacimientos de mujeres debajo de 19 años. De ellos, 9,555 de mujeres entre ¡10 y 14 años!. Piensa por un momento lector querido en una pequeñita aún en proceso de crecimiento y maduración física, emocional y psicológica teniendo un hijo y coincidirás que en la totalidad de esos nacimientos la violencia sexual es el cáncer a exterminar.

A menor edad de la niña, también según INEGI, la brecha de edad con el padre de su hijo es mayor. Es decir, casi 4 de cada 10 padres de esos bebés tienen 20 años o más. Solo pensar en un hombre con todas sus características biológicas desarrolladas teniendo relaciones sexuales con una pequeña de 9 o 10 o 15 años es atroz.

Los legisladores deben cambiar la ley. Tipificación de delito de violación en categoría de pederastia con pena de cárcel es lo que merece cualquier adulto que embarace a una menor de 16 años, y eso solo por hablar de evidencia consumada de violencia sexual, como lo es un embarazo. Pido a todos los candidatos a diputados federales y locales, que cambien la ley para que se investigue de oficio, sin denuncia de por medio, la paternidad de esos bebés y de ser adultos, no solo que paguen la prueba de ADN sino que se le procese como violadores y pederastas (en general, la reacción a esta propuesta es que es muy dura, pero aunque lo es para el adulto, el trauma y la agresión para la menor es aún más trágica).

El Estado Mexicano debe ser garante de la seguridad de sus niñas y niños. A ver cuándo vamos entendiendo que ningún adulto debe tener sexo con menores de edad… punto.