/ martes 29 de enero de 2019

EL CRISTAL CON QUE SE MIRA

¿MUNDO MODERNO?

Más de 200 millones de niñas y mujeres son muchos millones. Si nos detenemos un poco a reflexionar, la cifra es inmensa. Para dimensionar: en México vivimos 133 millones de personas, 67 millones niñas o mujeres. En los Estados Unidos de Norteamérica viven 330 millones de los cuales 167 son niñas o mujeres. Pues bien, de acuerdo al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, más de 200 millones de niñas o mujeres en 30 países, 44 millones menores de 15 años, han sufrido ablación. En Indonesia por ejemplo, la mitad de las niñas de 11 años ha sido ya mutilada.

Ablación o Mutilación Genital Femenina (MGF) comprende, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) : “todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos. La MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer. Es practicada casi siempre en menores y constituye una violación de los derechos del niño. Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte”.

¿Porqué se practica? La escabrosa cultura absolutamente asimétrica e injusta de trato a hombres y a mujeres donde la mujer es considerada un objeto y no un ser con iguales derechos, inserta en prácticas religiosas que por tradicionales son extremadamente difíciles de erradicar, explica que en pleno siglo XXI esta práctica de tortura no solo subsista sino se justifique por sus ejecutores.

Sin embargo, el trabajo incansable de ONG’s a favor de los Derechos Humanos y organismos internacionales han comenzado a rendir frutos. Se estima que en el este de África la ablación se ha reducido desde el 71.4% en 1995 al 8% en 2016, del 58% al 14% entre 1990 y 2015 en el norte y del 73.6% al 25.4% entre 1996 y 2017 en el oeste. En Yemen e Irak, por el contrario, hay datos de un crecimiento de la práctica, de acuerdo con BMJ Global Health.

Sierra Leona prohibió la semana pasada la ablación. Es una buena noticia. Ahora, como en México y el resto de los países en que la obediencia a la ley no es práctica común, el reto es que en verdad se aplique la erradicación de este monstruoso acto que como ningún otro revela la profunda desventaja de los derechos entre mujeres y hombres.

La discriminación no es bandera de grupos feministas extremos; es la realidad que a veces sutil, a veces brutal (como es el caso de este abominable acto), persiste y vivimos la inmensa mayoría de las mujeres en el planeta. Es tiempo de que el mundo moderno no lo sea solo tecnológicamente, sino que también sea un mundo moderno en igualdad, respeto y paz para todos.

¿MUNDO MODERNO?

Más de 200 millones de niñas y mujeres son muchos millones. Si nos detenemos un poco a reflexionar, la cifra es inmensa. Para dimensionar: en México vivimos 133 millones de personas, 67 millones niñas o mujeres. En los Estados Unidos de Norteamérica viven 330 millones de los cuales 167 son niñas o mujeres. Pues bien, de acuerdo al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, más de 200 millones de niñas o mujeres en 30 países, 44 millones menores de 15 años, han sufrido ablación. En Indonesia por ejemplo, la mitad de las niñas de 11 años ha sido ya mutilada.

Ablación o Mutilación Genital Femenina (MGF) comprende, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) : “todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos. La MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer. Es practicada casi siempre en menores y constituye una violación de los derechos del niño. Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte”.

¿Porqué se practica? La escabrosa cultura absolutamente asimétrica e injusta de trato a hombres y a mujeres donde la mujer es considerada un objeto y no un ser con iguales derechos, inserta en prácticas religiosas que por tradicionales son extremadamente difíciles de erradicar, explica que en pleno siglo XXI esta práctica de tortura no solo subsista sino se justifique por sus ejecutores.

Sin embargo, el trabajo incansable de ONG’s a favor de los Derechos Humanos y organismos internacionales han comenzado a rendir frutos. Se estima que en el este de África la ablación se ha reducido desde el 71.4% en 1995 al 8% en 2016, del 58% al 14% entre 1990 y 2015 en el norte y del 73.6% al 25.4% entre 1996 y 2017 en el oeste. En Yemen e Irak, por el contrario, hay datos de un crecimiento de la práctica, de acuerdo con BMJ Global Health.

Sierra Leona prohibió la semana pasada la ablación. Es una buena noticia. Ahora, como en México y el resto de los países en que la obediencia a la ley no es práctica común, el reto es que en verdad se aplique la erradicación de este monstruoso acto que como ningún otro revela la profunda desventaja de los derechos entre mujeres y hombres.

La discriminación no es bandera de grupos feministas extremos; es la realidad que a veces sutil, a veces brutal (como es el caso de este abominable acto), persiste y vivimos la inmensa mayoría de las mujeres en el planeta. Es tiempo de que el mundo moderno no lo sea solo tecnológicamente, sino que también sea un mundo moderno en igualdad, respeto y paz para todos.