/ martes 26 de febrero de 2019

El cristal con que se mira

Hipersexualización infantil…¿y eso qué es?

Hace no muchos años, en los 80’s-90’s, las niñas y niños vestían como tales, hablaban como tales, veían televisión para niños, jugaban en los parques, se subían a los árboles, en fin, que las niñas y niños eran eso: niñas y niños.

De repente, especialmente a inicios de siglo, comenzamos a ver circular en revistas, pósteres, comerciales, televisión y, por supuesto, redes sociales a niñas con pestañas postizas, lencería, moda sexy y poses muy, muy alejadas de su edad y madurez sexual. Por otro lado, los niños están siendo expuestos indiscriminadamente a escenas de pornografía extrema y viven entonces continuamente bombardeados con imágenes y contenidos eróticos antes de comprender su propia sexualidad. Es decir, se ha normalizado ver imágenes erotizadas y hasta explícitamente sexuales de niñas y niños. ¡Vaya con la modernidad!

El ministerio de educación del gobierno de James Cameron, en 2001, encargó a James Bailey –primer director ejecutivo hombre de la Mother’s Union- un estudio sobre la sexualización y comercialización de la infancia, documento que a nivel internacional se conoce como “El Informe Bailey”. En él, se definió por primera vez el término “hipersexualización infantil” como: sexualización de las expresiones, posturas o códigos de la vestimenta considerados como demasiado precoces”.

Los procesos de desarrollo físico, psicológico, emocional y de estructura de valores en la infancia son básicos para la vida y las alteraciones en estas fases generan perturbaciones que pueden ser punto de partida de problemas graves de la personalidad como adicciones, trastornos alimenticios y de la sexualidad, fragilidad emocional, búsqueda obsesiva de una imagen corporal perfecta, mercantilización del cuerpo y todo aquello que deriva de una baja autoestima.

Algunos efectos de la hipersexualización pueden constituirse o rayar en conducta delictiva, como circulación de pornografía infantil, grooming (un adulto engaña a un infante por internet para circular entre pederastas y redes negras imágenes sexuales) y packing (los infantes y jóvenes comparten fotografías eróticas a un conocido quien sin su permiso las hace públicas), entre otras modalidades de cosificación de las personas.

¡La hipersexualización convierte a niñas y niños en objetos comerciales y de exhibición! La llamada generación “Z” se está convirtiendo en la de niñas y niños de cristal, dependientes, sensibles y vulnerables frente a las críticas y la presión social. El incremento de la tasa de suicidios en jóvenes es un síntoma inequívoco de ello. Los adultos debemos poner atención y detener estas conductas en lo que a nuestro alcance esté. ¡Que niñas y niños sigan jugando!

Los procesos de desarrollo físico, psicológico, emocional y de estructura de valores en la infancia son básicos para la vida.

Hipersexualización infantil…¿y eso qué es?

Hace no muchos años, en los 80’s-90’s, las niñas y niños vestían como tales, hablaban como tales, veían televisión para niños, jugaban en los parques, se subían a los árboles, en fin, que las niñas y niños eran eso: niñas y niños.

De repente, especialmente a inicios de siglo, comenzamos a ver circular en revistas, pósteres, comerciales, televisión y, por supuesto, redes sociales a niñas con pestañas postizas, lencería, moda sexy y poses muy, muy alejadas de su edad y madurez sexual. Por otro lado, los niños están siendo expuestos indiscriminadamente a escenas de pornografía extrema y viven entonces continuamente bombardeados con imágenes y contenidos eróticos antes de comprender su propia sexualidad. Es decir, se ha normalizado ver imágenes erotizadas y hasta explícitamente sexuales de niñas y niños. ¡Vaya con la modernidad!

El ministerio de educación del gobierno de James Cameron, en 2001, encargó a James Bailey –primer director ejecutivo hombre de la Mother’s Union- un estudio sobre la sexualización y comercialización de la infancia, documento que a nivel internacional se conoce como “El Informe Bailey”. En él, se definió por primera vez el término “hipersexualización infantil” como: sexualización de las expresiones, posturas o códigos de la vestimenta considerados como demasiado precoces”.

Los procesos de desarrollo físico, psicológico, emocional y de estructura de valores en la infancia son básicos para la vida y las alteraciones en estas fases generan perturbaciones que pueden ser punto de partida de problemas graves de la personalidad como adicciones, trastornos alimenticios y de la sexualidad, fragilidad emocional, búsqueda obsesiva de una imagen corporal perfecta, mercantilización del cuerpo y todo aquello que deriva de una baja autoestima.

Algunos efectos de la hipersexualización pueden constituirse o rayar en conducta delictiva, como circulación de pornografía infantil, grooming (un adulto engaña a un infante por internet para circular entre pederastas y redes negras imágenes sexuales) y packing (los infantes y jóvenes comparten fotografías eróticas a un conocido quien sin su permiso las hace públicas), entre otras modalidades de cosificación de las personas.

¡La hipersexualización convierte a niñas y niños en objetos comerciales y de exhibición! La llamada generación “Z” se está convirtiendo en la de niñas y niños de cristal, dependientes, sensibles y vulnerables frente a las críticas y la presión social. El incremento de la tasa de suicidios en jóvenes es un síntoma inequívoco de ello. Los adultos debemos poner atención y detener estas conductas en lo que a nuestro alcance esté. ¡Que niñas y niños sigan jugando!

Los procesos de desarrollo físico, psicológico, emocional y de estructura de valores en la infancia son básicos para la vida.