/ martes 19 de diciembre de 2017

El cristal con que se mira

2017

Este año que en pocos días termina dio para mucho. Hagamos un pequeño recuento de lo que vivimos como estado y país.

El relevo: había en el cambio de gobierno estatal la expectativa de un estilo más incluyente y eficaz que el de su antecesor por estar dirigido por un profesionista preparado y más de perfil ciudadano que de priista. El resultado es que según su primer informe de gobierno, se sigue hablando más lo que se hará que de lo que se ha hecho. Hay desencanto y desesperanza por la falta de resultados plausibles. La inseguridad ha crecido de manera palpable y desmesurada; los asesinatos se catalogan como “hechos aislados” y la lejanía de la autoridad administrativa y política con quienes los eligieron podría calificar a este gobierno como intrascendente hasta el momento. Los aliados hoy se desdibujan y las diferencias intestinas se recrudecen. Pierden los ciudadanos.

Elecciones: la maquinaria priista se vio en su máximo esplendor en el Estado de México y en Coahuila. La estrategia de dividir a la oposición funcionó y, en contra de la inmensa mayoría de los votantes (como fue el caso en Tlaxcala en 2016), el tricolor retuvo el (des)gobierno del EdoMex y con ello el presupuesto y poder para influir a favor de sus candidatos en 2018, amén de asegurar la impunidad y protección de quienes desocuparán pronto las oficinas federales y requieren de paz y tranquilidad en sus espacios de retorno. En el caso de Coahuila, la (in) justicia fue ciega pero a la verdad manifiesta y condena a los coahuilenses a seguir bajo el yugo del régimen más nefasto conocido en el país.

Desastres Naturales: los huracanes, tormentas extremas y después el terremoto ese mismo 19 de septiembre que se conmemoraba aquel otro devastador de 1985, dejaron salir el espíritu solidario y generoso de un pueblo dolorido por tanto abuso y tanto olvido. Las manos trabajaron juntas; se desgarraron quitando escombro, se desbordó la ayuda desde el más humilde hasta el más encumbrado. El mundo lloro y oró por México y en esa tristeza y desesperación vivimos como uno solo. Hoy el gobierno dice que los donativos no fueron suficientes, no transparenta siquiera cuánto se recibió y nos quedamos con ese mismo sabor amargo de que la ayuda nacional e internacional alguien se la robó y el pueblo a través de sus impuestos tendrá que llevar a sus hombros otra vez, el peso completo de la reconstrucción.

2018: Nos espera todo el primer semestre la elección más importante de la historia. Los ciudadanos tenemos en nuestras manos la decisión. Creo que después de lo visto y vivido, lo que es claro es que el PRI, de que se va, ¡se va!

Deseo bendiciones para cada uno. Que la salud, el amor y la prosperidad inunden sus vidas y las de sus amados. ¡Felices Fiestas! Dios mediante, nos saludamos el segundo martes de enero!

2017

Este año que en pocos días termina dio para mucho. Hagamos un pequeño recuento de lo que vivimos como estado y país.

El relevo: había en el cambio de gobierno estatal la expectativa de un estilo más incluyente y eficaz que el de su antecesor por estar dirigido por un profesionista preparado y más de perfil ciudadano que de priista. El resultado es que según su primer informe de gobierno, se sigue hablando más lo que se hará que de lo que se ha hecho. Hay desencanto y desesperanza por la falta de resultados plausibles. La inseguridad ha crecido de manera palpable y desmesurada; los asesinatos se catalogan como “hechos aislados” y la lejanía de la autoridad administrativa y política con quienes los eligieron podría calificar a este gobierno como intrascendente hasta el momento. Los aliados hoy se desdibujan y las diferencias intestinas se recrudecen. Pierden los ciudadanos.

Elecciones: la maquinaria priista se vio en su máximo esplendor en el Estado de México y en Coahuila. La estrategia de dividir a la oposición funcionó y, en contra de la inmensa mayoría de los votantes (como fue el caso en Tlaxcala en 2016), el tricolor retuvo el (des)gobierno del EdoMex y con ello el presupuesto y poder para influir a favor de sus candidatos en 2018, amén de asegurar la impunidad y protección de quienes desocuparán pronto las oficinas federales y requieren de paz y tranquilidad en sus espacios de retorno. En el caso de Coahuila, la (in) justicia fue ciega pero a la verdad manifiesta y condena a los coahuilenses a seguir bajo el yugo del régimen más nefasto conocido en el país.

Desastres Naturales: los huracanes, tormentas extremas y después el terremoto ese mismo 19 de septiembre que se conmemoraba aquel otro devastador de 1985, dejaron salir el espíritu solidario y generoso de un pueblo dolorido por tanto abuso y tanto olvido. Las manos trabajaron juntas; se desgarraron quitando escombro, se desbordó la ayuda desde el más humilde hasta el más encumbrado. El mundo lloro y oró por México y en esa tristeza y desesperación vivimos como uno solo. Hoy el gobierno dice que los donativos no fueron suficientes, no transparenta siquiera cuánto se recibió y nos quedamos con ese mismo sabor amargo de que la ayuda nacional e internacional alguien se la robó y el pueblo a través de sus impuestos tendrá que llevar a sus hombros otra vez, el peso completo de la reconstrucción.

2018: Nos espera todo el primer semestre la elección más importante de la historia. Los ciudadanos tenemos en nuestras manos la decisión. Creo que después de lo visto y vivido, lo que es claro es que el PRI, de que se va, ¡se va!

Deseo bendiciones para cada uno. Que la salud, el amor y la prosperidad inunden sus vidas y las de sus amados. ¡Felices Fiestas! Dios mediante, nos saludamos el segundo martes de enero!