/ martes 6 de febrero de 2018

El cristal con que se mira

El domingo, miles de ciudadanos caminamos del icónico Ángel de la Independencia al Hemiciclo a Juárez acompañando a la caravana que, desde Ciudad Juárez, salió dos semanas atrás exigiendo al gobierno federal cumplir sus obligaciones con el pueblo de Chihuahua, hacer efectivo el convenio de transferencia de recursos que quedó pendiente de 2017 sin más razón que una evidente venganza política, y extraditar a César Duarte para que responda en México por actos evidentes de corrupción al comprobarse su participación en el desvío de 250 millones de pesos de impuestos de los mexicanos a favor de campañas del PRI, por mencionar sólo uno de ellos.

Un día antes de llegar a la Ciudad de México, la Secretaría de Gobernación ejerció su facultad y buen oficio para resolver el caso que al flamante Secretario de Hacienda se le salió de las manos, exhibiendo así un gobierno que eliminó la sana distancia que hace años el expresidente Zedillo estableció con el PRI y a un muy desaseado quehacer de abrir o cerrar llave a los estados según la afinidad o sumisión de los gobernadores al poder federal.

Poderoso caballero es Don Dinero y el gobierno federal no solo lo sabe sino lo ejerce todos los días. La premisa obvia entonces es, que la soberanía de los estados funciona solo si también hay transparencia en los presupuestos que a cada entidad corresponden.

“Ya Saben Quién” calificó el movimiento como “una faramalla” para apoyar al candidato Anaya y, a la reacción del gobierno, como “acción para apoyar a Meade”. Me hizo recordar que de “riquillos y pirrurris” no bajó al más de millón de ciudadanos que marcharon vestidos de blanco y por la paz cuando él era jefe de gobierno y los secuestros habían crecido como nunca antes en la Ciudad de México. Para ese hombre todo es electoral y nada que no le beneficie le cuadra. Si en realidad está a favor de la lucha contra la corrupción debería haber aplaudido este esfuerzo, pero no; unos actúan contra la corrupción y otros solo prometen. Allá él cuando vaya a Chihuahua. A ver qué le dice a la gente “faramallosa” que recorrió medio país para defender su dignidad. No quisiera estar en sus zapatos cuando camine por allá.

Ciudadanos con y sin militancia en partido alguno aplaudimos la lucha del pueblo de Chihuahua en cabeza de su valiente gobernador. Hoy, la lucha tangible contra la corrupción, contra el círculo de impunidad y contra la mezcolanza del gobierno con el PRI que utiliza los impuestos de todos los mexicanos para mantenerse en el poder, la han dado los chihuahuenses.

Los villistas, los bárbaros del norte, los indomables guerreros de Chihuahua dieron la batalla y ganaron. Están escribiendo el lado correcto de la historia. Aplausos de pie.

El domingo, miles de ciudadanos caminamos del icónico Ángel de la Independencia al Hemiciclo a Juárez acompañando a la caravana que, desde Ciudad Juárez, salió dos semanas atrás exigiendo al gobierno federal cumplir sus obligaciones con el pueblo de Chihuahua, hacer efectivo el convenio de transferencia de recursos que quedó pendiente de 2017 sin más razón que una evidente venganza política, y extraditar a César Duarte para que responda en México por actos evidentes de corrupción al comprobarse su participación en el desvío de 250 millones de pesos de impuestos de los mexicanos a favor de campañas del PRI, por mencionar sólo uno de ellos.

Un día antes de llegar a la Ciudad de México, la Secretaría de Gobernación ejerció su facultad y buen oficio para resolver el caso que al flamante Secretario de Hacienda se le salió de las manos, exhibiendo así un gobierno que eliminó la sana distancia que hace años el expresidente Zedillo estableció con el PRI y a un muy desaseado quehacer de abrir o cerrar llave a los estados según la afinidad o sumisión de los gobernadores al poder federal.

Poderoso caballero es Don Dinero y el gobierno federal no solo lo sabe sino lo ejerce todos los días. La premisa obvia entonces es, que la soberanía de los estados funciona solo si también hay transparencia en los presupuestos que a cada entidad corresponden.

“Ya Saben Quién” calificó el movimiento como “una faramalla” para apoyar al candidato Anaya y, a la reacción del gobierno, como “acción para apoyar a Meade”. Me hizo recordar que de “riquillos y pirrurris” no bajó al más de millón de ciudadanos que marcharon vestidos de blanco y por la paz cuando él era jefe de gobierno y los secuestros habían crecido como nunca antes en la Ciudad de México. Para ese hombre todo es electoral y nada que no le beneficie le cuadra. Si en realidad está a favor de la lucha contra la corrupción debería haber aplaudido este esfuerzo, pero no; unos actúan contra la corrupción y otros solo prometen. Allá él cuando vaya a Chihuahua. A ver qué le dice a la gente “faramallosa” que recorrió medio país para defender su dignidad. No quisiera estar en sus zapatos cuando camine por allá.

Ciudadanos con y sin militancia en partido alguno aplaudimos la lucha del pueblo de Chihuahua en cabeza de su valiente gobernador. Hoy, la lucha tangible contra la corrupción, contra el círculo de impunidad y contra la mezcolanza del gobierno con el PRI que utiliza los impuestos de todos los mexicanos para mantenerse en el poder, la han dado los chihuahuenses.

Los villistas, los bárbaros del norte, los indomables guerreros de Chihuahua dieron la batalla y ganaron. Están escribiendo el lado correcto de la historia. Aplausos de pie.