/ miércoles 1 de diciembre de 2021

El Espectador | Los amorosos son los que abandonan

En octubre del 2009 platiqué con Jack Dorsey muy cerca de la embajada de Estados Unidos en México, cuando el tema de la diplomacia digital que impulsaba Hillary Clinton resonaba entre embajadores, hackers y expertos en relaciones públicas que representaban a empresas estadounidenses con actividades en países considerados de alto riesgo. La charla era para que nos explicara qué era Twitter y qué era lo que pensaba de su tecnología que apenas llegaba a este país, pero ya era considerada disruptora de los canales tradicionales de comunicación.

Facebook es considerada una red social. Google un buscador. ¿Qué es Twitter como empresa?--, le preguntamos al punk que todavía era tímido con los medios de comunicación.

Sabes, es algo muy difícil de contestar, porque constantemente nos redefinimos por el uso que le da la gente. No considero que seamos una red social.

Queríamos saber qué era Twitter. Dorsey decía que quería ser una especie de termómetro de lo que ocurría en el mundo, pero no quería que fuera relacionado con Facebook.

Algunas personas dicen que creaste el nuevo internet—, le dijimos durante una charla para el periódico Excélsior y la entonces llamada Cadena 3 de televisión.

Es un nuevo protocolo (...) Sí, es una nueva red.

Recuerdo la charla con este personaje cada vez que alguien trata de darle un sentido profundo a Twitter, simplemente por el hecho de lanzar mensajes sin necesidad de asumir su autoría. Pienso en Jack Dorsey cada vez que hablan de bots, de políticos y porras y de estrategias de comunicación para destruir gente a través de tuitazos. Pienso en el creador de esta plataforma cuando escucho que hay gente que vive de sus tuits y que se hizo una gran personalidad en internet gracias a este personaje que prácticamente le valía madres la fama cuando lo conocí.

Y pienso en él porque otra vez renunció.

Desde un inicio se le cuestionaba cómo haría rentable su invento.

Desde un inicio fue cuestionado por no pensar en la estrategia para capitalizar en grande Twitter.

En ese entonces le recordamos que Google repetía su mantra para los negocios: Don´t be Evil. ¿Muestra amor todos los días sería algo así como el mantra de Twitter?, le preguntamos a Jack. Y respondió, tras una sonora carcajada: “Somos amorosos”.

En ese entonces, auguraba que los medios de comunicación podrían basar su cobertura en las conversaciones que se darían en comunidades específicas de Twitter.

Y tenía una visión de las empresas que no era la misma del sistema: “Creo que la gran competencia de cualquier compañía es ella misma. Peleas internas, malas comunicaciones internas, algo que mata la buena racha, fuerzas externas que se los llevan… pero si tienes una buena dirección y cultura interna fuerte, si escuchas a tus empleados y te enfocas todos los días, y amas lo que haces, y si muestras amor todos los días, entonces eso te convierte en algo muy difícil de matar”.

Parece que la arrogancia le mató el amor a Jack Dorsey y antes el amor fue desterrado por la política y las fake news y los woke de Twitter.

“El presidente ejecutivo de la red social Twitter, Jack Dorsey, dejará su cargo y será sustituido por el director de tecnología de la empresa, Parag Agrawal, anunció la compañía el lunes”, informó Reuters esta semana, sin color en la narración, asépticamente, como si el cambio no fuera tan importante como para transformar el escenario que desarrolló este hombre de barba, piercings, tatuajes ininteligibles e ideas de los estoicos que trataba de confrontarse con el mainstream a su manera.

En octubre del 2009 platiqué con Jack Dorsey muy cerca de la embajada de Estados Unidos en México, cuando el tema de la diplomacia digital que impulsaba Hillary Clinton resonaba entre embajadores, hackers y expertos en relaciones públicas que representaban a empresas estadounidenses con actividades en países considerados de alto riesgo. La charla era para que nos explicara qué era Twitter y qué era lo que pensaba de su tecnología que apenas llegaba a este país, pero ya era considerada disruptora de los canales tradicionales de comunicación.

Facebook es considerada una red social. Google un buscador. ¿Qué es Twitter como empresa?--, le preguntamos al punk que todavía era tímido con los medios de comunicación.

Sabes, es algo muy difícil de contestar, porque constantemente nos redefinimos por el uso que le da la gente. No considero que seamos una red social.

Queríamos saber qué era Twitter. Dorsey decía que quería ser una especie de termómetro de lo que ocurría en el mundo, pero no quería que fuera relacionado con Facebook.

Algunas personas dicen que creaste el nuevo internet—, le dijimos durante una charla para el periódico Excélsior y la entonces llamada Cadena 3 de televisión.

Es un nuevo protocolo (...) Sí, es una nueva red.

Recuerdo la charla con este personaje cada vez que alguien trata de darle un sentido profundo a Twitter, simplemente por el hecho de lanzar mensajes sin necesidad de asumir su autoría. Pienso en Jack Dorsey cada vez que hablan de bots, de políticos y porras y de estrategias de comunicación para destruir gente a través de tuitazos. Pienso en el creador de esta plataforma cuando escucho que hay gente que vive de sus tuits y que se hizo una gran personalidad en internet gracias a este personaje que prácticamente le valía madres la fama cuando lo conocí.

Y pienso en él porque otra vez renunció.

Desde un inicio se le cuestionaba cómo haría rentable su invento.

Desde un inicio fue cuestionado por no pensar en la estrategia para capitalizar en grande Twitter.

En ese entonces le recordamos que Google repetía su mantra para los negocios: Don´t be Evil. ¿Muestra amor todos los días sería algo así como el mantra de Twitter?, le preguntamos a Jack. Y respondió, tras una sonora carcajada: “Somos amorosos”.

En ese entonces, auguraba que los medios de comunicación podrían basar su cobertura en las conversaciones que se darían en comunidades específicas de Twitter.

Y tenía una visión de las empresas que no era la misma del sistema: “Creo que la gran competencia de cualquier compañía es ella misma. Peleas internas, malas comunicaciones internas, algo que mata la buena racha, fuerzas externas que se los llevan… pero si tienes una buena dirección y cultura interna fuerte, si escuchas a tus empleados y te enfocas todos los días, y amas lo que haces, y si muestras amor todos los días, entonces eso te convierte en algo muy difícil de matar”.

Parece que la arrogancia le mató el amor a Jack Dorsey y antes el amor fue desterrado por la política y las fake news y los woke de Twitter.

“El presidente ejecutivo de la red social Twitter, Jack Dorsey, dejará su cargo y será sustituido por el director de tecnología de la empresa, Parag Agrawal, anunció la compañía el lunes”, informó Reuters esta semana, sin color en la narración, asépticamente, como si el cambio no fuera tan importante como para transformar el escenario que desarrolló este hombre de barba, piercings, tatuajes ininteligibles e ideas de los estoicos que trataba de confrontarse con el mainstream a su manera.