/ viernes 10 de diciembre de 2021

El mercado: altos precios

Los productos para el consumo familiar y de primera necesidad han subido de precio, de tal manera que la población acusa los altos precios que se registran a diario y que se convierten en insumos inalcanzables para ser comprados.

No hace mucho tiempo que a nivel nacional se comunicó de que el gas no subiría de precio, sin embargo, este combustible que generalmente se usa en los domicilios citadinos y en medios rurales, se ha elevado de tal forma que es insostenible por los compradores y que en muchas familias representa un medio de transformación, como es el caso de los fabricantes de pan y tortilla, quienes tienen que utilizar recursos de esa naturaleza para sobrevivir.

Lo mismo se dijo con el precio de la gasolina, la cual ha subido su costo, por lo que el medio de transporte ha tenido que elevar los pasajes, carga y los productos que deben llegar a las familias, ya sea para su consumo personal, industrialización o comercialización, así que el costo de los combustibles eleva considerablemente el precio de los productos por lo que el llamado costo de la vida es muy alto e inaguantable para los consumidores.

Este efecto económico ha repercutido hasta en las percepciones que reciben los adultos mayores, quienes sembraron sus esperanzas en el anuncio esperado por la presidencia de la República en el sentido de que su ayuda se elevaría a siete mil pesos, considerable aumento para adquirir medicinas y alimentos; sin embargo, ahora ha manifestado la población de la tercera edad que la cuota asignada ni les alcanza para cubrir algunas necesidades ni subsanar sus gastos primordiales, lo que genera una población con deficiencias en la salud.

En el caso del magisterio y otros gremios de profesional y de oficio, cuyo sueldo anual sí acaso es del del 3 por ciento de aumento anual, el que actualmente no refleja alza de los alimentos y otros insumos de primera necesidad, que van en detrimento de la buena alimentación, salud y educación.

En la sociedad mexicana los que más sufren son los campesinos, que emplean su fuerza de trabajo en virtud de que no son valorados y su retribución es muy baja, inalcanzable para vivir de manera digna, donde el Estado debe poner cuidado para arreglar este problema que ha sido ignorado por tantos años.

Sí de medicamentos de patente se habla, todos ellos han elevado también su valor, generando más dolor para quienes no cuentan con el recurso exigido por el mercado, quedando el enfermo en manos del desamparo, y sí se logra adquirir alguno de ellos, se tiene que decidir por no pagar algunas otras necesidades preponderantes como la comida, renta, luz o agua, quedando nuevamente desprotegidos, por lo que en muchas ocasiones se ven obligados a comprar medicamentos genéricos o de otra índole, cuestión que disminuye o no asegura la pronta recuperación del paciente, esto sin contar que muchas de las medicinas de este tipo son básicas y no especializadas.

Pero qué decir de los productos de temporada que se cotizan a veces hasta casi el doble de su precio original, sin que sean supervisadas por la autoridad competente y mucho menos por las empresas sancionadas por exceder sus costos al público consumidor.

Recordemos que México en gran parte depende de la economía del vecino del norte y ahora su moneda se ha elevado en razón de la nuestra, en estos días 65 centavos más, y nuestra moneda en consecuencia se ha devaluado, ocasionando los estragos que en gran parte ahora vivimos.

El pueblo de México desea que mejore su situación económica, entre otros aspectos por supuesto, con el propósito de poder vivir mejor y con ello elevar su calidad de vida; si tenemos una población sana de cuerpo y espíritu, tendremos un país más feliz y en paz.

Nuestros pueblos merecen contar con lo esencial y sin padecer, pues trabajan para ello, deben realizarse nuevos estudios e investigaciones de fondo que aporten datos fidedignos y concretos sobre lo que debe realizarse con el objetivo de lograr lo que se ha mencionado y que tanto se anhela de un país de respeto.

Los productos para el consumo familiar y de primera necesidad han subido de precio, de tal manera que la población acusa los altos precios que se registran a diario y que se convierten en insumos inalcanzables para ser comprados.

No hace mucho tiempo que a nivel nacional se comunicó de que el gas no subiría de precio, sin embargo, este combustible que generalmente se usa en los domicilios citadinos y en medios rurales, se ha elevado de tal forma que es insostenible por los compradores y que en muchas familias representa un medio de transformación, como es el caso de los fabricantes de pan y tortilla, quienes tienen que utilizar recursos de esa naturaleza para sobrevivir.

Lo mismo se dijo con el precio de la gasolina, la cual ha subido su costo, por lo que el medio de transporte ha tenido que elevar los pasajes, carga y los productos que deben llegar a las familias, ya sea para su consumo personal, industrialización o comercialización, así que el costo de los combustibles eleva considerablemente el precio de los productos por lo que el llamado costo de la vida es muy alto e inaguantable para los consumidores.

Este efecto económico ha repercutido hasta en las percepciones que reciben los adultos mayores, quienes sembraron sus esperanzas en el anuncio esperado por la presidencia de la República en el sentido de que su ayuda se elevaría a siete mil pesos, considerable aumento para adquirir medicinas y alimentos; sin embargo, ahora ha manifestado la población de la tercera edad que la cuota asignada ni les alcanza para cubrir algunas necesidades ni subsanar sus gastos primordiales, lo que genera una población con deficiencias en la salud.

En el caso del magisterio y otros gremios de profesional y de oficio, cuyo sueldo anual sí acaso es del del 3 por ciento de aumento anual, el que actualmente no refleja alza de los alimentos y otros insumos de primera necesidad, que van en detrimento de la buena alimentación, salud y educación.

En la sociedad mexicana los que más sufren son los campesinos, que emplean su fuerza de trabajo en virtud de que no son valorados y su retribución es muy baja, inalcanzable para vivir de manera digna, donde el Estado debe poner cuidado para arreglar este problema que ha sido ignorado por tantos años.

Sí de medicamentos de patente se habla, todos ellos han elevado también su valor, generando más dolor para quienes no cuentan con el recurso exigido por el mercado, quedando el enfermo en manos del desamparo, y sí se logra adquirir alguno de ellos, se tiene que decidir por no pagar algunas otras necesidades preponderantes como la comida, renta, luz o agua, quedando nuevamente desprotegidos, por lo que en muchas ocasiones se ven obligados a comprar medicamentos genéricos o de otra índole, cuestión que disminuye o no asegura la pronta recuperación del paciente, esto sin contar que muchas de las medicinas de este tipo son básicas y no especializadas.

Pero qué decir de los productos de temporada que se cotizan a veces hasta casi el doble de su precio original, sin que sean supervisadas por la autoridad competente y mucho menos por las empresas sancionadas por exceder sus costos al público consumidor.

Recordemos que México en gran parte depende de la economía del vecino del norte y ahora su moneda se ha elevado en razón de la nuestra, en estos días 65 centavos más, y nuestra moneda en consecuencia se ha devaluado, ocasionando los estragos que en gran parte ahora vivimos.

El pueblo de México desea que mejore su situación económica, entre otros aspectos por supuesto, con el propósito de poder vivir mejor y con ello elevar su calidad de vida; si tenemos una población sana de cuerpo y espíritu, tendremos un país más feliz y en paz.

Nuestros pueblos merecen contar con lo esencial y sin padecer, pues trabajan para ello, deben realizarse nuevos estudios e investigaciones de fondo que aporten datos fidedignos y concretos sobre lo que debe realizarse con el objetivo de lograr lo que se ha mencionado y que tanto se anhela de un país de respeto.