/ jueves 14 de junio de 2018

El Mundial y las elecciones

Alberto Jaume Torres*

Pocas cosas generan tanta pasión para los mexicanos como la política y el futbol, de hecho, a esto también incluimos la religión. El sabio refrán recomienda que no hay que hablar de esos temas si es que no queremos que una reunión acabe en pleito.

Me parece que el Mundial y la elección Presidencial son eventos, uno cada cuatro años y otro cada seis, en los que sentimos que nos jugamos la vida y la verdad no sé si el dramatismo mexicano sea una cosa única o la compartimos con muchos países.

El futbol como la política de un país es una construcción de la sociedad, no existen generaciones espontáneas ni de futbolistas brillantes ni de estadistas destacados, lo que a veces sucede es que algunas generaciones destacan más que otras o bien existen figuras políticas con más reconocimiento que otras.

Siempre he pensado que las sociedades proyectan a través de sus deportistas y políticos todas sus pasiones, frustraciones, anhelos, triunfos y derrotas, y bien mirado no tendría que ser de esa manera.

El mundial hoy en día es un gigante de mercadotecnia que genera miles de millones de dólares, patrocinadores, marcas, televisoras, medios de comunicación que se acercan por su apetitosa rebanada del gran pastel; la esencia del juego entre naciones queda eclipsada ante esta montaña de diversos intereses, comerciales, financieros e incluso políticos.

Los aficionados al futbol le damos a nuestra selección demasiado poder para, en sus victorias, hacernos felices, triunfadores, exitosos, eufóricos y, por otro lado, en la derrota, sentirnos miserables, perdedores, tristes o furiosos.

En la política y en esta elección, veo comportamientos de los ciudadanos similares al de los aficionados e ilusionados del mundial, como si de los candidatos fuera a salir la fuente de la felicidad, de la resolución de nuestros problemas, de nuestros atrasos y miserias; les otorgamos un inmenso poder para “ilusionarnos” con un futuro prometedor y lleno de esperanza, ¿será por eso la enorme desilusión de los políticos? ¿no estaremos poniendo la responsabilidad de nuestro crecimiento en otros?

El llamado es al ser cautos en ambos escenarios, ya que ni somos los mejores del mundo si ganamos un juego ni tampoco somos los peores si perdemos otro; me parece que nuestra evolución política y futbolística a nivel mundial es similar, es decir, somos como el país 14 en tamaño de economía y me parece que nuestro futbol está más o menos por ahí; me parece que la construcción política y deportiva de un país van de la mano.

Es por lo anterior que tendríamos que asumir como aficionados a nuestra selección y como ciudadanos votantes que, al final del día, después del mundial y de la elección seguiremos todos aquí. Más nos vale no apostarlo todo, no hay necesidad, simplemente disfrutemos por un lado del mundial asumiendo que la victoria y derrota son parte del propio juego; así en la democracia, y después de ello, habrá que darse la mano y seguir adelante, ya que al final todos somos México.


*Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 03

Alberto Jaume Torres*

Pocas cosas generan tanta pasión para los mexicanos como la política y el futbol, de hecho, a esto también incluimos la religión. El sabio refrán recomienda que no hay que hablar de esos temas si es que no queremos que una reunión acabe en pleito.

Me parece que el Mundial y la elección Presidencial son eventos, uno cada cuatro años y otro cada seis, en los que sentimos que nos jugamos la vida y la verdad no sé si el dramatismo mexicano sea una cosa única o la compartimos con muchos países.

El futbol como la política de un país es una construcción de la sociedad, no existen generaciones espontáneas ni de futbolistas brillantes ni de estadistas destacados, lo que a veces sucede es que algunas generaciones destacan más que otras o bien existen figuras políticas con más reconocimiento que otras.

Siempre he pensado que las sociedades proyectan a través de sus deportistas y políticos todas sus pasiones, frustraciones, anhelos, triunfos y derrotas, y bien mirado no tendría que ser de esa manera.

El mundial hoy en día es un gigante de mercadotecnia que genera miles de millones de dólares, patrocinadores, marcas, televisoras, medios de comunicación que se acercan por su apetitosa rebanada del gran pastel; la esencia del juego entre naciones queda eclipsada ante esta montaña de diversos intereses, comerciales, financieros e incluso políticos.

Los aficionados al futbol le damos a nuestra selección demasiado poder para, en sus victorias, hacernos felices, triunfadores, exitosos, eufóricos y, por otro lado, en la derrota, sentirnos miserables, perdedores, tristes o furiosos.

En la política y en esta elección, veo comportamientos de los ciudadanos similares al de los aficionados e ilusionados del mundial, como si de los candidatos fuera a salir la fuente de la felicidad, de la resolución de nuestros problemas, de nuestros atrasos y miserias; les otorgamos un inmenso poder para “ilusionarnos” con un futuro prometedor y lleno de esperanza, ¿será por eso la enorme desilusión de los políticos? ¿no estaremos poniendo la responsabilidad de nuestro crecimiento en otros?

El llamado es al ser cautos en ambos escenarios, ya que ni somos los mejores del mundo si ganamos un juego ni tampoco somos los peores si perdemos otro; me parece que nuestra evolución política y futbolística a nivel mundial es similar, es decir, somos como el país 14 en tamaño de economía y me parece que nuestro futbol está más o menos por ahí; me parece que la construcción política y deportiva de un país van de la mano.

Es por lo anterior que tendríamos que asumir como aficionados a nuestra selección y como ciudadanos votantes que, al final del día, después del mundial y de la elección seguiremos todos aquí. Más nos vale no apostarlo todo, no hay necesidad, simplemente disfrutemos por un lado del mundial asumiendo que la victoria y derrota son parte del propio juego; así en la democracia, y después de ello, habrá que darse la mano y seguir adelante, ya que al final todos somos México.


*Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 03