/ martes 14 de julio de 2020

El recuento de los daños… de López-Gatell

  • En medio del escándalo por las inconsistencias entre las cifras de muertes por Covid-19 reportadas por el Gobierno federal y las acreditadas en las actas de defunción del Registro Civil, los contagios se incrementan de forma alarmante. No se detienen.

Nuestro país ya rebasa las 300 mil personas contagiadas por el Coronavirus, y más de 35 mil decesos, y seguimos sin las suficientes pruebas para determinar estadísticamente cuál es la realidad. Es alarmante que después de este periodo, aún no se concrete esta medida, la cual serviría para evitar la propagación del virus, al detectar a los posibles transmisores y controlar así los contagios masivos. Lamentable la actitud del Gobierno federal que apenas hace unas semanas anunciaba, con aire de triunfo, que era el momento de abandonar el confinamiento; eso sí, bajo la responsabilidad y riesgo de cada persona.

Lo que preocupa son los mensajes contradictorios entre el presidente: “...vamos a seguir actuando para seguir enfrentando a la pandemia que ha ido perdiendo fuerza, tengo elementos para sostenerlo...” y el subsecretario López-Gatell, quien señaló que “...hubo un descontrol en el desconfinamiento gradual, por lo que hubo un aumento de contagios en todas las entidades...”. Esto provoca en la población descontrol y confusión, lo que se aprovecha para culpar a otros de las omisiones e inacción gubernamental.

Lo cierto es que ahora sí se denota preocupación en las autoridades sanitarias por “el rebrote” cuando, a la luz de los números oficiales, ni siquiera hemos llegado a la cúspide de la situación y todo parece indicar que nos falta un largo tramo por recorrer. Ahora sí tenemos más razones para preocuparnos.

Festival de colores en los semáforos sanitarios: rojo-rojo, rojo-naranja, naranja que es más rojo, un rojo que anuncia nuestra tragedia: el número de muertos por la pandemia es superior al de las muertes violentas por la inseguridad. Esto es solo el reflejo de la ineficacia de las decisiones tomadas y, por desgracia, de un gobierno rebasado por la realidad.

Después de las declaraciones de organizaciones internacionales de salud, en el sentido de que en México se está llevando a cabo un desconfinamiento acelerado y frente a las alarmantes cifras de contagios y defunciones, este gobierno echa culpas a los estados por no respetar, según López-Gatell, el semáforo epidemiológico, por el reporte de datos inconsistentes. “...no podemos presentar el semáforo cuando va a estar con varios huecos grises por todos lados, porque no hay información consistente para la evaluación”.

Como ha sucedido en estos 19 meses, todos somos culpables menos los funcionarios responsables que debieron haber controlado la pandemia. Cómoda forma de no asumir la obligación de quien representa a la máxima autoridad sanitaria. Los registros reportados en estos tres meses pudieron ser suficientes para anticipar los posibles escenarios ante la Covid-19, pero al no hacerlo, hoy el gobierno no tiene otra alternativa que culpar a gobernadores y alcaldes de lo que está por llegar. Esta desesperada medida indica que la pandemia ya se desbocó, y en lugar de afrontar la realidad y tomar medidas al respecto, se opta por cambiar la periodicidad del reporte -ahora será semanal-, pues argumentan que no tiene un monitoreo apropiado a nivel nacional.

Esa misma firmeza en las acusaciones a los estados debió prevalecer cuando la federación se negó a otorgar recursos extraordinarios que demandaban las autoridades estatales para hacer frente a las urgencias que demandaba la pandemia.

Los datos se salieron de control desde hace tiempo, y de no ser por el trabajo de investigación de algunas asociaciones civiles que cruzaron información de hospitales con actas de defunción, no conoceríamos los rezagos existentes. ¿Será esta nueva dinámica de no informar parte del regreso a la realidad?

  • En medio del escándalo por las inconsistencias entre las cifras de muertes por Covid-19 reportadas por el Gobierno federal y las acreditadas en las actas de defunción del Registro Civil, los contagios se incrementan de forma alarmante. No se detienen.

Nuestro país ya rebasa las 300 mil personas contagiadas por el Coronavirus, y más de 35 mil decesos, y seguimos sin las suficientes pruebas para determinar estadísticamente cuál es la realidad. Es alarmante que después de este periodo, aún no se concrete esta medida, la cual serviría para evitar la propagación del virus, al detectar a los posibles transmisores y controlar así los contagios masivos. Lamentable la actitud del Gobierno federal que apenas hace unas semanas anunciaba, con aire de triunfo, que era el momento de abandonar el confinamiento; eso sí, bajo la responsabilidad y riesgo de cada persona.

Lo que preocupa son los mensajes contradictorios entre el presidente: “...vamos a seguir actuando para seguir enfrentando a la pandemia que ha ido perdiendo fuerza, tengo elementos para sostenerlo...” y el subsecretario López-Gatell, quien señaló que “...hubo un descontrol en el desconfinamiento gradual, por lo que hubo un aumento de contagios en todas las entidades...”. Esto provoca en la población descontrol y confusión, lo que se aprovecha para culpar a otros de las omisiones e inacción gubernamental.

Lo cierto es que ahora sí se denota preocupación en las autoridades sanitarias por “el rebrote” cuando, a la luz de los números oficiales, ni siquiera hemos llegado a la cúspide de la situación y todo parece indicar que nos falta un largo tramo por recorrer. Ahora sí tenemos más razones para preocuparnos.

Festival de colores en los semáforos sanitarios: rojo-rojo, rojo-naranja, naranja que es más rojo, un rojo que anuncia nuestra tragedia: el número de muertos por la pandemia es superior al de las muertes violentas por la inseguridad. Esto es solo el reflejo de la ineficacia de las decisiones tomadas y, por desgracia, de un gobierno rebasado por la realidad.

Después de las declaraciones de organizaciones internacionales de salud, en el sentido de que en México se está llevando a cabo un desconfinamiento acelerado y frente a las alarmantes cifras de contagios y defunciones, este gobierno echa culpas a los estados por no respetar, según López-Gatell, el semáforo epidemiológico, por el reporte de datos inconsistentes. “...no podemos presentar el semáforo cuando va a estar con varios huecos grises por todos lados, porque no hay información consistente para la evaluación”.

Como ha sucedido en estos 19 meses, todos somos culpables menos los funcionarios responsables que debieron haber controlado la pandemia. Cómoda forma de no asumir la obligación de quien representa a la máxima autoridad sanitaria. Los registros reportados en estos tres meses pudieron ser suficientes para anticipar los posibles escenarios ante la Covid-19, pero al no hacerlo, hoy el gobierno no tiene otra alternativa que culpar a gobernadores y alcaldes de lo que está por llegar. Esta desesperada medida indica que la pandemia ya se desbocó, y en lugar de afrontar la realidad y tomar medidas al respecto, se opta por cambiar la periodicidad del reporte -ahora será semanal-, pues argumentan que no tiene un monitoreo apropiado a nivel nacional.

Esa misma firmeza en las acusaciones a los estados debió prevalecer cuando la federación se negó a otorgar recursos extraordinarios que demandaban las autoridades estatales para hacer frente a las urgencias que demandaba la pandemia.

Los datos se salieron de control desde hace tiempo, y de no ser por el trabajo de investigación de algunas asociaciones civiles que cruzaron información de hospitales con actas de defunción, no conoceríamos los rezagos existentes. ¿Será esta nueva dinámica de no informar parte del regreso a la realidad?