/ martes 10 de julio de 2018

El tintero

La era de las mujeres

Tendrán ante sí la gran oportunidad de hacer del Legislativo un cuerpo colegiado productivo, transparente y serio en el ejercicio de su función

A partir del 30 de agosto iniciará, en el Congreso local, la era de las mujeres. Y es que por primera vez en la historia de Tlaxcala el Poder Legislativo será controlado por las féminas quienes ganaron –a pulso- sus espacios en las votaciones del pasado uno de julio.

De hecho, en 2006, con Anabell Ávalos Zempoalteca, hoy alcaldesa capitalina, el Congreso había sido liderado –en la Gran Comisión- por ese género, aunque los hombres eran mayoría.

El asunto es que, partir de estos comicios, las cosas cambiarán. De las 25 curules que integra el Congreso ellas poseen 15 y los varones diez.

Así, sin problemas y sin el tradicional estira y afloja, podrían acceder a los principales cargos de mando de lo que será la LXIII Legislatura, como la Junta de Coordinación y Concertación Política, la Mesa Directiva y el Comité de Administración que cada tres años se peleaban, con todo, los Partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática, pues ahí es donde se opera todo el dinero que, a discreción, manejan los legisladores en bonos, gestiones, cuentas de restaurantes, gasolina, servicio de teléfono y compra de automóviles para uso personal.

Pero no solo eso. Si se ponen de acuerdo, podrían presidir comisiones importantes como la de Puntos Constitucionales, Gobernación, Justicia y Asuntos Políticos; Seguridad Pública; de Información Pública y Proteción de Datos Personales; de Asuntos Migratorios; de Finanzas y Municipios, entre otras.

Lo cierto es que las mujeres tendrán, ante sí, la gran oportunidad de hacer del Legislativo un cuerpo colegiado productivo, transparente y serio en el ejercicio de su función, cualidades de las que hoy carece gracias a que los congresistas, que todavía están, han hallado en ese ente la mejor forma de satisfacer sus intereses personales, políticos y económicos, amén de que han tenido un nulo y deficiente trabajo.

Se acabará sin duda el tiempo de la marginación de la mujer en el Congreso donde ha sido ignorada y mayoriteada en su opinión.

El primer paso, sin duda, será volver a convertir al Congreso en la “casa del pueblo” y quitar ipso facto todas las barreras que impusieron quienes todavía las anteceden en el cargo. En pocas palabras tienen que volver a convertirlo en una institución de respeto.

Pero aquí la incongruencia: unas luchan por abrir y consolidar espacios y, en el otro lado de la moneda, hay quienes siguen asumiendo actitudes, hasta ahora, propias de un machismo que debe ser desterrado.

Mientras el uno de julio, en su primera aparición pública como virtual Presidente electo,

Andrés Manuel López Obrador llamaba a la reconciliación y a la pacificación de un país enfrentado por las campañas políticas, en Tlaxcala, la magistrada del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE), Rebeca Xicohténcatl Corona, hacía gala de la insensatez, intolerancia y discriminación al tildar –en Facebook- de mediocres a los 31 millones de mexicanos que votaron a favor del tabasqueño y de su Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Qué lamentable que a una persona que, se supone, en teoría debe estar preparada ética y profesionalmente, le ganen sus arrebatos emocionales y ponga en entredicho la impartición de justicia del Poder Judicial.

Pero ese comportamiento no es nuevo en ella. En el TSJE nadie puede hablar con ella, salvo que sea un personaje importante. De hecho, varios diputados le han espetado face to face su desatino como funcionaria.

Pero aún hay más. Varios abogados aficionados a los” tacos de canasta”, esos que expenden a una cuadra del Centro Histórico, recuerdan bien a Xicohténcatl cuando, fuera de sus casillas y supuestamente porque obstaculizaban –mientras los atendían- el automóvil que la jurista conducía, les gritó: “bola de nacos”. O como aquel berrinche que hizo porque no fue “bendecida” para ser titular del Judicial pese que, a los cuatro vientos, pregonaba su cercana amistad con el gobernador Marco Antonio Mena. Tan enojada estaba que, sin más, rompió los acuerdos que ya se tenían para que el magistrado Elías Cortes Roa asumiera esa función.

La sotana y el birrete que como magistrada porta merecen respeto. Es evidente que le han quedado grandes. Lo menos que debe hacer es disculparse públicamente con quienes se han sentido agredidos por sus comentarios. Pero lo cierto es que ya marcó su futuro. Su periodo para el que fue electa vence el 31 de marzo de 2021 y será un Congreso con mayoría de Morena y sus aliados quienes se encargarán de evaluarla y reelegirla, si es que todavía se anima a buscar ese proceso. Al tiempo.

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EPÍLOGO…

1.- Y HABLANDO DE TRAICIONES… En el Poder Ejecutivo están molestos porque en el pasado proceso electoral, el líder del sindicato “7 de Mayo”, Edgar Tlapale, bateó a dos bandas. Por un lado ofreció “amor político” a la coalición “Todos por México” de José Antonio Meade Kuribreña” y, por el otro, a través de Freddy Muñoz Cuauhtli, gente muy cercana a Adriana Dávila, operó votos para Ricardo Anaya Cortés, de la coalición “Por México al Frente”. Las cosas no le pintan bien al cuestionado dirigente de los burócratas.

2.-¿ALGUIEN LOS VIGILA? Si existen funcionarios que hablan mal del gobierno ¿Cómo es que lo sabe el Ejecutivo? ¿Los espían? ¿A través de los teléfonos? ¿O la directora del Coespo, Patricia López Aldave, ya perfeccionó su método de intriga al interior de la administración estatal? Son preguntas.

¡Hasta el próximo martes!




La era de las mujeres

Tendrán ante sí la gran oportunidad de hacer del Legislativo un cuerpo colegiado productivo, transparente y serio en el ejercicio de su función

A partir del 30 de agosto iniciará, en el Congreso local, la era de las mujeres. Y es que por primera vez en la historia de Tlaxcala el Poder Legislativo será controlado por las féminas quienes ganaron –a pulso- sus espacios en las votaciones del pasado uno de julio.

De hecho, en 2006, con Anabell Ávalos Zempoalteca, hoy alcaldesa capitalina, el Congreso había sido liderado –en la Gran Comisión- por ese género, aunque los hombres eran mayoría.

El asunto es que, partir de estos comicios, las cosas cambiarán. De las 25 curules que integra el Congreso ellas poseen 15 y los varones diez.

Así, sin problemas y sin el tradicional estira y afloja, podrían acceder a los principales cargos de mando de lo que será la LXIII Legislatura, como la Junta de Coordinación y Concertación Política, la Mesa Directiva y el Comité de Administración que cada tres años se peleaban, con todo, los Partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática, pues ahí es donde se opera todo el dinero que, a discreción, manejan los legisladores en bonos, gestiones, cuentas de restaurantes, gasolina, servicio de teléfono y compra de automóviles para uso personal.

Pero no solo eso. Si se ponen de acuerdo, podrían presidir comisiones importantes como la de Puntos Constitucionales, Gobernación, Justicia y Asuntos Políticos; Seguridad Pública; de Información Pública y Proteción de Datos Personales; de Asuntos Migratorios; de Finanzas y Municipios, entre otras.

Lo cierto es que las mujeres tendrán, ante sí, la gran oportunidad de hacer del Legislativo un cuerpo colegiado productivo, transparente y serio en el ejercicio de su función, cualidades de las que hoy carece gracias a que los congresistas, que todavía están, han hallado en ese ente la mejor forma de satisfacer sus intereses personales, políticos y económicos, amén de que han tenido un nulo y deficiente trabajo.

Se acabará sin duda el tiempo de la marginación de la mujer en el Congreso donde ha sido ignorada y mayoriteada en su opinión.

El primer paso, sin duda, será volver a convertir al Congreso en la “casa del pueblo” y quitar ipso facto todas las barreras que impusieron quienes todavía las anteceden en el cargo. En pocas palabras tienen que volver a convertirlo en una institución de respeto.

Pero aquí la incongruencia: unas luchan por abrir y consolidar espacios y, en el otro lado de la moneda, hay quienes siguen asumiendo actitudes, hasta ahora, propias de un machismo que debe ser desterrado.

Mientras el uno de julio, en su primera aparición pública como virtual Presidente electo,

Andrés Manuel López Obrador llamaba a la reconciliación y a la pacificación de un país enfrentado por las campañas políticas, en Tlaxcala, la magistrada del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE), Rebeca Xicohténcatl Corona, hacía gala de la insensatez, intolerancia y discriminación al tildar –en Facebook- de mediocres a los 31 millones de mexicanos que votaron a favor del tabasqueño y de su Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Qué lamentable que a una persona que, se supone, en teoría debe estar preparada ética y profesionalmente, le ganen sus arrebatos emocionales y ponga en entredicho la impartición de justicia del Poder Judicial.

Pero ese comportamiento no es nuevo en ella. En el TSJE nadie puede hablar con ella, salvo que sea un personaje importante. De hecho, varios diputados le han espetado face to face su desatino como funcionaria.

Pero aún hay más. Varios abogados aficionados a los” tacos de canasta”, esos que expenden a una cuadra del Centro Histórico, recuerdan bien a Xicohténcatl cuando, fuera de sus casillas y supuestamente porque obstaculizaban –mientras los atendían- el automóvil que la jurista conducía, les gritó: “bola de nacos”. O como aquel berrinche que hizo porque no fue “bendecida” para ser titular del Judicial pese que, a los cuatro vientos, pregonaba su cercana amistad con el gobernador Marco Antonio Mena. Tan enojada estaba que, sin más, rompió los acuerdos que ya se tenían para que el magistrado Elías Cortes Roa asumiera esa función.

La sotana y el birrete que como magistrada porta merecen respeto. Es evidente que le han quedado grandes. Lo menos que debe hacer es disculparse públicamente con quienes se han sentido agredidos por sus comentarios. Pero lo cierto es que ya marcó su futuro. Su periodo para el que fue electa vence el 31 de marzo de 2021 y será un Congreso con mayoría de Morena y sus aliados quienes se encargarán de evaluarla y reelegirla, si es que todavía se anima a buscar ese proceso. Al tiempo.

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EPÍLOGO…

1.- Y HABLANDO DE TRAICIONES… En el Poder Ejecutivo están molestos porque en el pasado proceso electoral, el líder del sindicato “7 de Mayo”, Edgar Tlapale, bateó a dos bandas. Por un lado ofreció “amor político” a la coalición “Todos por México” de José Antonio Meade Kuribreña” y, por el otro, a través de Freddy Muñoz Cuauhtli, gente muy cercana a Adriana Dávila, operó votos para Ricardo Anaya Cortés, de la coalición “Por México al Frente”. Las cosas no le pintan bien al cuestionado dirigente de los burócratas.

2.-¿ALGUIEN LOS VIGILA? Si existen funcionarios que hablan mal del gobierno ¿Cómo es que lo sabe el Ejecutivo? ¿Los espían? ¿A través de los teléfonos? ¿O la directora del Coespo, Patricia López Aldave, ya perfeccionó su método de intriga al interior de la administración estatal? Son preguntas.

¡Hasta el próximo martes!