/ martes 3 de julio de 2018

EL TSUNAMI LLAMADO MORENA

Andrés Manuel López Obrador no ganó, más bien arrasó en las urnas en el país y Tlaxcala no fue la excepción. Y, como es evidente, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), de lo que ya se vistió la entidad, se pone en la antesala de la próxima silla gubernamental.


En estos comicios los grandes perdedores fueron los PartidosRevolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN). José Antonio Meade Kuribreña nunca pudo desprenderse de la pesada losa de la corrupción del instituto que representó, mientras que el panista Ricardo Anaya Cortés vivió a la sombra de presuntos negocios sucios y de lavado de dinero, acusaciones que, a su edad (39 años), francamente son inaceptables.

López Obrador, por su parte, supo capitalizar el encono y el hartazgo de millones de mexicanos que se cansaron de los abusos, de las malas condiciones económicas, del cinismo, de la corrupción, del autoritarismo y de que un pequeño grupo de políticos cada seis años se distribuía el poder como cacahuates en posadas. Mientras tanto, el PRD, al hacer alianza con el PAN, perdió el poco capital político que tenía.

Para el caso de Tlaxcala, el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez y su partido, el PRI, no fueron capaces de contener el tsunami llamado Andrés Manuel.

Ahora, con un Congreso local controlado prácticamente por Morena y sus aliados, Mena Rodríguez está obligado a sentarse a negociar con esa oposición para sacar adelante las leyes que necesita y concretar los proyectos sociales que ofreció y no ha cumplido.

Por otro lado, con la derrota del PRI, Mena también ganó, primero porque se sacude la sombra del exmandatario Mariano González Zarur quien, según dicen, lo frenaba con varias instancias del gobierno de Enrique Peña Nieto a la hora negociar partidas económicas y programas sociales.

TINTERO supo que cuando Mena quería hablar con secretarios de Estado primero tenía que dialogar con el propio González Zarur para que los funcionarios de primer nivel supieran “qué quería y con qué lo iban a ayudar”.
Pero no solo eso. Mena también se libera del junior Mariano González Aguirre quien, por cierto, con todo el apoyo –dinero, materiales y recursos humanos- que recibió de los integrantes del gabinete anterior, no fue capaz de hacerle competencia al morenista José de la Luz, el autoapodado “pepeluche”, que de política no sabe nada pero que ganó gracias al mega empujón que recibió de Obrador.

Claro que este señor hará un pésimo papel para Tlaxcala en el Congreso de la Unión, pero también triunfó gracias a que la gente ya no quería saber más de los González. Como el mal desempeño que seguro tendrá por Apizaco el torero Rafael Ortega, quien, en lo local, ganó con la franquicia de Morena, al petista Reyes Ruiz Peña, uno de los mejores posicionados en esa zona.

Ahora bien. Si Morena está en la antesala de la próxima gubernatura, Ana Lilia Rivera y Lorena Cuéllar Cisneros, las dos punteras, tendrán que ser muy hábiles para –en los próximos años- no enfrentarse y disputarse el “amor político” de López Obrador. Eso sí, conociendo al próximo presidente de México, Cuéllar no la tendrá fácil porque quienes militan en Morena saben de la simpatía que el tabasqueño tiene por la originaria de Calpulalpan. Al tiempo.

*********

EPÍLOGO…

LAS LECCIONES… Lo cierto es que el proceso electoral nos ha dejado varios ejemplos de lo que no se debe hacer en política. Anabel Alvarado y el apodado “profe” Florentino Domínguez Ordoñez están en la indefinición luchando por alcanzar la primera minoría al Senado, que ya está más inclinada a Minerva Hernández Ramos. El “profe” está pagando las facturas de las ingratitudes que ha tenido a lo largo de su carrera política.

El caso de Mariano González Aguirre es emblemático, pues el ejercicio político no se hereda genéticamente. No es lo mismo gozar de los beneficios que ofrece tener el cobijo político y económico de un gobierno que lo encumbró hasta llevarlo al Congreso y simplemente perderse por las mieles que da el poder y no saber que se necesita tener oficio y tacto, pero sobre todo sensibilidad con el pueblo.

El mismo caso sucedió con Sandra Corona, la dura lección que debe aprender la imberbe diputada con licencia, es que el electorado está harto del nepotismo, no se puede, consanguíneamente, vivir del erario, y que aún no terminando el encargo le gane la avaricia y vaya en busca de otro sin entregar buenas cuentas en el primero.

Por otro lado, la líder sindical Blanca Águila debe someterse a una reflexión y pensar que se acabó el corporativismo y que es hora de renovarse o buscar otras alternativas de sobrevivencia. La mujer no da una, siempre pierde.

2.- BACK TO THE LOCAL CONGRESS… Los reeleccionistas diputados locales, simplemente deben estar agradecidos de que el electorado los regresó a su realidad.

Y ese es simplemente el lugar que merecen, el de unos perdedores que nunca entendieron que primero tenían que saber sus funciones básicas: legislar, gestionar y fiscalizar. Y no hacer un pobre trabajo rayando en la mediocridad, como el último acto de discriminación contra el pueblo al restringir la entrada al recinto legislativo que debe ser de puertas abiertas. En fin, la gobernanza moderna tuvo su prueba de fuego y no la pasó, así que es necesario hacer ajustes y entender las necesidades de la población.

¡Hasta el próximo martes!


Andrés Manuel López Obrador no ganó, más bien arrasó en las urnas en el país y Tlaxcala no fue la excepción. Y, como es evidente, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), de lo que ya se vistió la entidad, se pone en la antesala de la próxima silla gubernamental.


En estos comicios los grandes perdedores fueron los PartidosRevolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN). José Antonio Meade Kuribreña nunca pudo desprenderse de la pesada losa de la corrupción del instituto que representó, mientras que el panista Ricardo Anaya Cortés vivió a la sombra de presuntos negocios sucios y de lavado de dinero, acusaciones que, a su edad (39 años), francamente son inaceptables.

López Obrador, por su parte, supo capitalizar el encono y el hartazgo de millones de mexicanos que se cansaron de los abusos, de las malas condiciones económicas, del cinismo, de la corrupción, del autoritarismo y de que un pequeño grupo de políticos cada seis años se distribuía el poder como cacahuates en posadas. Mientras tanto, el PRD, al hacer alianza con el PAN, perdió el poco capital político que tenía.

Para el caso de Tlaxcala, el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez y su partido, el PRI, no fueron capaces de contener el tsunami llamado Andrés Manuel.

Ahora, con un Congreso local controlado prácticamente por Morena y sus aliados, Mena Rodríguez está obligado a sentarse a negociar con esa oposición para sacar adelante las leyes que necesita y concretar los proyectos sociales que ofreció y no ha cumplido.

Por otro lado, con la derrota del PRI, Mena también ganó, primero porque se sacude la sombra del exmandatario Mariano González Zarur quien, según dicen, lo frenaba con varias instancias del gobierno de Enrique Peña Nieto a la hora negociar partidas económicas y programas sociales.

TINTERO supo que cuando Mena quería hablar con secretarios de Estado primero tenía que dialogar con el propio González Zarur para que los funcionarios de primer nivel supieran “qué quería y con qué lo iban a ayudar”.
Pero no solo eso. Mena también se libera del junior Mariano González Aguirre quien, por cierto, con todo el apoyo –dinero, materiales y recursos humanos- que recibió de los integrantes del gabinete anterior, no fue capaz de hacerle competencia al morenista José de la Luz, el autoapodado “pepeluche”, que de política no sabe nada pero que ganó gracias al mega empujón que recibió de Obrador.

Claro que este señor hará un pésimo papel para Tlaxcala en el Congreso de la Unión, pero también triunfó gracias a que la gente ya no quería saber más de los González. Como el mal desempeño que seguro tendrá por Apizaco el torero Rafael Ortega, quien, en lo local, ganó con la franquicia de Morena, al petista Reyes Ruiz Peña, uno de los mejores posicionados en esa zona.

Ahora bien. Si Morena está en la antesala de la próxima gubernatura, Ana Lilia Rivera y Lorena Cuéllar Cisneros, las dos punteras, tendrán que ser muy hábiles para –en los próximos años- no enfrentarse y disputarse el “amor político” de López Obrador. Eso sí, conociendo al próximo presidente de México, Cuéllar no la tendrá fácil porque quienes militan en Morena saben de la simpatía que el tabasqueño tiene por la originaria de Calpulalpan. Al tiempo.

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EPÍLOGO…

LAS LECCIONES… Lo cierto es que el proceso electoral nos ha dejado varios ejemplos de lo que no se debe hacer en política. Anabel Alvarado y el apodado “profe” Florentino Domínguez Ordoñez están en la indefinición luchando por alcanzar la primera minoría al Senado, que ya está más inclinada a Minerva Hernández Ramos. El “profe” está pagando las facturas de las ingratitudes que ha tenido a lo largo de su carrera política.

El caso de Mariano González Aguirre es emblemático, pues el ejercicio político no se hereda genéticamente. No es lo mismo gozar de los beneficios que ofrece tener el cobijo político y económico de un gobierno que lo encumbró hasta llevarlo al Congreso y simplemente perderse por las mieles que da el poder y no saber que se necesita tener oficio y tacto, pero sobre todo sensibilidad con el pueblo.

El mismo caso sucedió con Sandra Corona, la dura lección que debe aprender la imberbe diputada con licencia, es que el electorado está harto del nepotismo, no se puede, consanguíneamente, vivir del erario, y que aún no terminando el encargo le gane la avaricia y vaya en busca de otro sin entregar buenas cuentas en el primero.

Por otro lado, la líder sindical Blanca Águila debe someterse a una reflexión y pensar que se acabó el corporativismo y que es hora de renovarse o buscar otras alternativas de sobrevivencia. La mujer no da una, siempre pierde.

2.- BACK TO THE LOCAL CONGRESS… Los reeleccionistas diputados locales, simplemente deben estar agradecidos de que el electorado los regresó a su realidad.

Y ese es simplemente el lugar que merecen, el de unos perdedores que nunca entendieron que primero tenían que saber sus funciones básicas: legislar, gestionar y fiscalizar. Y no hacer un pobre trabajo rayando en la mediocridad, como el último acto de discriminación contra el pueblo al restringir la entrada al recinto legislativo que debe ser de puertas abiertas. En fin, la gobernanza moderna tuvo su prueba de fuego y no la pasó, así que es necesario hacer ajustes y entender las necesidades de la población.

¡Hasta el próximo martes!