/ martes 22 de marzo de 2022

EmBroncados

La diferencia entre un político y un ladrón es que a uno lo escoges tú y el otro te escoge a ti.

[Frase de humor y realidad]

El planteamiento de las candidaturas independientes es más reciente de lo que se piensa: apenas en 2011 se estableció en nuestro país la posibilidad de que los ciudadanos se postularan a cargos de elección popular sin la necesidad de hacerlo a través de un partido político, siendo 2014 un año clave para discutir y aprobar en el Congreso de la Unión la reforma política que incorporaría la figura de las candidaturas ciudadanas a nivel federal, para que un año después fueran puestas a prueba en el proceso electoral de 2015.

Si bien es cierto que la Constitución permitía que cualquier ciudadano pudiera competir a un cargo de elección popular, también lo es que la reglamentación secundaria, específicamente el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, lo prohíba en su Artículo 218, que textualmente exponía: “Corresponde exclusivamente a los partidos políticos nacionales el derecho de solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular.”

Este anclaje a nuestra democracia dio pauta a generar estructuras (partidos políticos) encaminadas a privilegiar las lealtades personales, dejando fuera toda posibilidad de desarrollar un sistema político competitivo, incluyente y ciudadano.

De ahí surge la apuesta por las candidaturas independientes, que dicho de una forma se inclinan por el liderazgo y probidad de cada uno de los candidatos ciudadanos; una figura que ofrece un nuevo esquema de competencia política en la cual las estructuras clientelares tradicionales se diluyan para dar paso a la movilización y concientización del voto, refrescando con ello el sistema político para hacerlo más competitivo, incluyente y ciudadano. Y con ello, dejando atrás la cultura política “parroquial” y “de súbdito” para instaurar una nueva cultura política “de participación”.

En retrospectiva, la elección dorada de las candidaturas independientes fue el año electoral de 2015; en ese proceso democrático, esta nueva figura alcanzó resultados inéditos, arrojó su primera gubernatura en Nuevo León (Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón “El Bronco”), el primer diputado federal independiente (Manuel Clouthier Camarillo), la figura emblemática del joven Pedro Kumamoto en Jalisco como primer diputado local independiente. Incluso, hubo ciudades importantes que decidieron su voto hacia “los independientes” como opción ante el hartazgo regional sobre la “partidocracia”, son los casos de Ciudad Juárez, Morelia, entre otras.

No obstante, apenas tres años después, las candidaturas independientes fueron un gran fracaso en el proceso electoral 2018; pues se puede afirmar que prácticamente todas las candidaturas independientes y emblemáticas del 2015 sucumbieron en esa elección.

Su fracaso podría explicarse como parte de la “ola de coincidencias” que permitió la debacle de los partidos políticos tradicionales, pero también porque quedaron lejos de mostrarse probas, íntegras, equilibradas y con ideas claras sobre el cambio que buscó el electorado. Dicho de otra manera, las candidaturas independientes fracasaron porque no estuvieron a la altura de las expectativas del ciudadano.

Salvo honrosas excepciones, la mayoría de los candidatos que se refugiaron en la figura independiente se mostraron falsos, tradicionales a la hora de hacer política y acudieron a la misma fuente clientelar para convocar al voto, se ampararon ante el uso faccioso de la ley, ejercieron los recursos públicos a los que tuvieron acceso para promover su imagen, y movilizaron a sus estructuras con el apoyo de funcionarios públicos, incluso dañando la credibilidad de las instituciones encargadas de los procesos democráticos.

  • Con la detención de “El Bronco” en Nuevo León, acusado por desvío de recursos por el caso de las llamadas “Broncofirmas”, se cierra un ciclo en la figura de las candidaturas independientes que están condenadas a “desaparecer”, pues la mala percepción de las candidaturas independientes a manos de candidatos como Armando Ríos Piter, Margarita Zavala y hoy Helidoro Rodríguez “El Bronco”, las orilla a subsistir esporádicamente en el ámbito de lo local.

Más aún, la detención de “El Bronco” reabre uno de los debates más polémicos de la justicia electoral en México, tal vez la más polémica de todas las resoluciones, cuando el 9 de abril de 2018, el Tribunal Electoral incorporó al “Bronco” a la boleta electoral presidencial argumentando una violación garante a sus derechos político-electorales por parte del INE.

Tal vez lo verdaderamente grave no es corroborar que los independientes sucumben en nuestra democracia, pues lejos queda aquella ilusión óptica de 2015 donde los independientes fueron una opción; sino que lo verdaderamente doloroso de este caso es que la justicia, electoral o no, se muestra como el artilugio favorito de la política, donde, “Los políticos son siempre iguales. Prometen construir un puente incluso donde no hay río.” (Nikita Krusche), para finalmente, justificarlo todo. Hasta las injusticias.

La diferencia entre un político y un ladrón es que a uno lo escoges tú y el otro te escoge a ti.

[Frase de humor y realidad]

El planteamiento de las candidaturas independientes es más reciente de lo que se piensa: apenas en 2011 se estableció en nuestro país la posibilidad de que los ciudadanos se postularan a cargos de elección popular sin la necesidad de hacerlo a través de un partido político, siendo 2014 un año clave para discutir y aprobar en el Congreso de la Unión la reforma política que incorporaría la figura de las candidaturas ciudadanas a nivel federal, para que un año después fueran puestas a prueba en el proceso electoral de 2015.

Si bien es cierto que la Constitución permitía que cualquier ciudadano pudiera competir a un cargo de elección popular, también lo es que la reglamentación secundaria, específicamente el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, lo prohíba en su Artículo 218, que textualmente exponía: “Corresponde exclusivamente a los partidos políticos nacionales el derecho de solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular.”

Este anclaje a nuestra democracia dio pauta a generar estructuras (partidos políticos) encaminadas a privilegiar las lealtades personales, dejando fuera toda posibilidad de desarrollar un sistema político competitivo, incluyente y ciudadano.

De ahí surge la apuesta por las candidaturas independientes, que dicho de una forma se inclinan por el liderazgo y probidad de cada uno de los candidatos ciudadanos; una figura que ofrece un nuevo esquema de competencia política en la cual las estructuras clientelares tradicionales se diluyan para dar paso a la movilización y concientización del voto, refrescando con ello el sistema político para hacerlo más competitivo, incluyente y ciudadano. Y con ello, dejando atrás la cultura política “parroquial” y “de súbdito” para instaurar una nueva cultura política “de participación”.

En retrospectiva, la elección dorada de las candidaturas independientes fue el año electoral de 2015; en ese proceso democrático, esta nueva figura alcanzó resultados inéditos, arrojó su primera gubernatura en Nuevo León (Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón “El Bronco”), el primer diputado federal independiente (Manuel Clouthier Camarillo), la figura emblemática del joven Pedro Kumamoto en Jalisco como primer diputado local independiente. Incluso, hubo ciudades importantes que decidieron su voto hacia “los independientes” como opción ante el hartazgo regional sobre la “partidocracia”, son los casos de Ciudad Juárez, Morelia, entre otras.

No obstante, apenas tres años después, las candidaturas independientes fueron un gran fracaso en el proceso electoral 2018; pues se puede afirmar que prácticamente todas las candidaturas independientes y emblemáticas del 2015 sucumbieron en esa elección.

Su fracaso podría explicarse como parte de la “ola de coincidencias” que permitió la debacle de los partidos políticos tradicionales, pero también porque quedaron lejos de mostrarse probas, íntegras, equilibradas y con ideas claras sobre el cambio que buscó el electorado. Dicho de otra manera, las candidaturas independientes fracasaron porque no estuvieron a la altura de las expectativas del ciudadano.

Salvo honrosas excepciones, la mayoría de los candidatos que se refugiaron en la figura independiente se mostraron falsos, tradicionales a la hora de hacer política y acudieron a la misma fuente clientelar para convocar al voto, se ampararon ante el uso faccioso de la ley, ejercieron los recursos públicos a los que tuvieron acceso para promover su imagen, y movilizaron a sus estructuras con el apoyo de funcionarios públicos, incluso dañando la credibilidad de las instituciones encargadas de los procesos democráticos.

  • Con la detención de “El Bronco” en Nuevo León, acusado por desvío de recursos por el caso de las llamadas “Broncofirmas”, se cierra un ciclo en la figura de las candidaturas independientes que están condenadas a “desaparecer”, pues la mala percepción de las candidaturas independientes a manos de candidatos como Armando Ríos Piter, Margarita Zavala y hoy Helidoro Rodríguez “El Bronco”, las orilla a subsistir esporádicamente en el ámbito de lo local.

Más aún, la detención de “El Bronco” reabre uno de los debates más polémicos de la justicia electoral en México, tal vez la más polémica de todas las resoluciones, cuando el 9 de abril de 2018, el Tribunal Electoral incorporó al “Bronco” a la boleta electoral presidencial argumentando una violación garante a sus derechos político-electorales por parte del INE.

Tal vez lo verdaderamente grave no es corroborar que los independientes sucumben en nuestra democracia, pues lejos queda aquella ilusión óptica de 2015 donde los independientes fueron una opción; sino que lo verdaderamente doloroso de este caso es que la justicia, electoral o no, se muestra como el artilugio favorito de la política, donde, “Los políticos son siempre iguales. Prometen construir un puente incluso donde no hay río.” (Nikita Krusche), para finalmente, justificarlo todo. Hasta las injusticias.