/ martes 11 de mayo de 2021

En la Ciudad de la Esperanza

¿Se podrá mirar cómo anda la cosa? ¿O todavía mejor no?

Mafalda

Conforme pasan las horas la información fluye: La tragedia fue posible, si y solo si, por una cadena de errores y negligencias que, ocultadas, intentaron desaparecer lo que hoy ya es imposible no ver: La corrupción lo corroe todo.

Que quede claro: La corrupción no distingue ideologías, partidos o preferencias. Cuando esta se manifiesta por sí sola, es posible distinguirla inmediatamente porque se presenta de la mano de una tragedia concreta. Sucedió con el colapso de edificios habitacionales (cártel inmobiliario) durante el sismo de 2017, con el Paso Exprés en Cuernavaca (STC), y hoy, con la Línea Dorada del Metro.

Sin embargo, la profundidad de esta herida en la Ciudad apunta a una izquierda política que durante los últimos 20 años ha gobernado y transformado a la Ciudad de México promoviendo y ejecutando grandes obras. Más aún, que ha hecho del discurso de combatir la corrupción una estrategia electoral.

Hoy esa izquierda progresista de la Ciudad de la Esperanza, recargada y “depurada” en la cuarta transformación, se topó con un escándalo originado por el uso dudoso de la asignación directa de contratos de obra, del pago de sobrecostos, de las preferencias que se tienen con empresarios de la construcción y con el dilema de confundir la austeridad con lo barato. Para quienes lo han olvidado, Carlos Ahumada y su financiamiento a campañas políticas en la CDMX es un solo ejemplo de lo que acontece.

La tragedia de la Ciudad de la Esperanza está lejos de no ser politizada. Lamentablemente, se presentó justo en el momento en el que el proceso electoral más grande que ha vivido México se encendió de la mano de la polarización provocada por el presidente.

La tragedia pone al descubierto tres pruebas contundentes del populismo que ya se siente en México. La primera es que, en lugar de asumir su responsabilidad como gobierno, utiliza su capacidad retórica para hacer creer al mundo que algún “otro” es el causante de los males: hoy circulan por whatsapp mensajes que aseguran sabotaje a las vías con dinamita.

El luto que nos envuelve en la Ciudad de la Esperanza, guste o no, también trastoca la creencia del populismo que explica que “las políticas públicas simples pueden resolver problemas sociales complejos”. Y aquí, tal vez, no sea la mentada austeridad en las finanzas públicas y el achicamiento de la administración pública, si no la soberbia de los que hoy deciden que el manejo técnico y de operación de sistemas complejos son decisiones equiparables al “quítate tú para que me ponga yo”, con o sin conocimiento. Porque el pueblo “soy yo”.

De paso, la tragedia también cimbra la idea populista de que la política lo puede todo, todo, todo. Y si se tiene el mando del pueblo sabio, tanto más fácil: ¿Qué justifica que en el tiempo que ha administrado la nueva gestión se incendien los cerebros de mando del metro, el choque de trenes, el incendio de convoyes, los descarrilamientos de vagones, las inundaciones en las estaciones? Tal vez la respuesta es: “Sí, pero el PRI robó más”.

Para usted querido lector, que aún tiene dudas sobre la catástrofe, le invito a leer “Metro de la Ciudad de México. El Diagnóstico de la Línea 12. Informe final”, publicado en https://www.obras.cdmx.gob.mx/historico/rehabilitacion-L12

Dicho diagnóstico, literal dice, “Los análisis realizados muestran la mediocre calidad de la vía, así como errores importantes en su instalación… El análisis pone en evidencia daños y desórdenes de diferentes partes de las obras. Los principales defectos son: 1) Problemas de drenaje y fugas, 2) variación de color de concreto, aspecto de las tabletas prefabricadas, 3) fisuras y grietas, 4) calidad de los sellados de los capiteles, 5) Irregularidades de geometría y defectos de nivel de los tramos adyacentes [viaducto elevado]…, están bastante mal ajustados. Durante las visitas de las obras también observamos grietas sobre las vigas en concreto (Trabe de hormigón en W).”.

Todo ello advertido al gobierno de la CDMX desde 2014 por la empresa de auditoría de obra SYSTRA. Ante ello, qué se justifica.

DOS MALAS Y UNA BUENA

En tanto compartimos luto – hoy nos faltan 25 en la CDMX –: dos tragedias en la América Latina: en Colombia…represión y crímenes de estado. En El Salvador… populismo autoritario. La buena nueva, nuestros Zapatistas a la mar… con rumbo a Europa ya.

  • Vladimir Juárez. Analista Político. Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204

¿Se podrá mirar cómo anda la cosa? ¿O todavía mejor no?

Mafalda

Conforme pasan las horas la información fluye: La tragedia fue posible, si y solo si, por una cadena de errores y negligencias que, ocultadas, intentaron desaparecer lo que hoy ya es imposible no ver: La corrupción lo corroe todo.

Que quede claro: La corrupción no distingue ideologías, partidos o preferencias. Cuando esta se manifiesta por sí sola, es posible distinguirla inmediatamente porque se presenta de la mano de una tragedia concreta. Sucedió con el colapso de edificios habitacionales (cártel inmobiliario) durante el sismo de 2017, con el Paso Exprés en Cuernavaca (STC), y hoy, con la Línea Dorada del Metro.

Sin embargo, la profundidad de esta herida en la Ciudad apunta a una izquierda política que durante los últimos 20 años ha gobernado y transformado a la Ciudad de México promoviendo y ejecutando grandes obras. Más aún, que ha hecho del discurso de combatir la corrupción una estrategia electoral.

Hoy esa izquierda progresista de la Ciudad de la Esperanza, recargada y “depurada” en la cuarta transformación, se topó con un escándalo originado por el uso dudoso de la asignación directa de contratos de obra, del pago de sobrecostos, de las preferencias que se tienen con empresarios de la construcción y con el dilema de confundir la austeridad con lo barato. Para quienes lo han olvidado, Carlos Ahumada y su financiamiento a campañas políticas en la CDMX es un solo ejemplo de lo que acontece.

La tragedia de la Ciudad de la Esperanza está lejos de no ser politizada. Lamentablemente, se presentó justo en el momento en el que el proceso electoral más grande que ha vivido México se encendió de la mano de la polarización provocada por el presidente.

La tragedia pone al descubierto tres pruebas contundentes del populismo que ya se siente en México. La primera es que, en lugar de asumir su responsabilidad como gobierno, utiliza su capacidad retórica para hacer creer al mundo que algún “otro” es el causante de los males: hoy circulan por whatsapp mensajes que aseguran sabotaje a las vías con dinamita.

El luto que nos envuelve en la Ciudad de la Esperanza, guste o no, también trastoca la creencia del populismo que explica que “las políticas públicas simples pueden resolver problemas sociales complejos”. Y aquí, tal vez, no sea la mentada austeridad en las finanzas públicas y el achicamiento de la administración pública, si no la soberbia de los que hoy deciden que el manejo técnico y de operación de sistemas complejos son decisiones equiparables al “quítate tú para que me ponga yo”, con o sin conocimiento. Porque el pueblo “soy yo”.

De paso, la tragedia también cimbra la idea populista de que la política lo puede todo, todo, todo. Y si se tiene el mando del pueblo sabio, tanto más fácil: ¿Qué justifica que en el tiempo que ha administrado la nueva gestión se incendien los cerebros de mando del metro, el choque de trenes, el incendio de convoyes, los descarrilamientos de vagones, las inundaciones en las estaciones? Tal vez la respuesta es: “Sí, pero el PRI robó más”.

Para usted querido lector, que aún tiene dudas sobre la catástrofe, le invito a leer “Metro de la Ciudad de México. El Diagnóstico de la Línea 12. Informe final”, publicado en https://www.obras.cdmx.gob.mx/historico/rehabilitacion-L12

Dicho diagnóstico, literal dice, “Los análisis realizados muestran la mediocre calidad de la vía, así como errores importantes en su instalación… El análisis pone en evidencia daños y desórdenes de diferentes partes de las obras. Los principales defectos son: 1) Problemas de drenaje y fugas, 2) variación de color de concreto, aspecto de las tabletas prefabricadas, 3) fisuras y grietas, 4) calidad de los sellados de los capiteles, 5) Irregularidades de geometría y defectos de nivel de los tramos adyacentes [viaducto elevado]…, están bastante mal ajustados. Durante las visitas de las obras también observamos grietas sobre las vigas en concreto (Trabe de hormigón en W).”.

Todo ello advertido al gobierno de la CDMX desde 2014 por la empresa de auditoría de obra SYSTRA. Ante ello, qué se justifica.

DOS MALAS Y UNA BUENA

En tanto compartimos luto – hoy nos faltan 25 en la CDMX –: dos tragedias en la América Latina: en Colombia…represión y crímenes de estado. En El Salvador… populismo autoritario. La buena nueva, nuestros Zapatistas a la mar… con rumbo a Europa ya.

  • Vladimir Juárez. Analista Político. Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204