/ lunes 12 de agosto de 2019

En la Cuarta Transformación, apoyos directos al campo

La autosuficiencia alimentaria y el rescate del campo son dos prioridades del gobierno de la Cuarta Transformación.

En el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 que el presidente Andrés Manuel López Obrador entregó el pasado mes de mayo a la Cámara de Diputados federal, se presentó un panorama general del sector agrario en México, que advierte importantes focos de atención.

En las últimas décadas, las políticas oficiales favorecieron la implantación de megaproyectos y el abandono a comuneros, ejidatarios y pequeños propietarios, con terribles consecuencias, no solo para los propios campesinos, sino para el resto del país, porque se estima que, actualmente, México importa casi la mitad de los alimentos que consume, así como la mayor parte de los insumos, maquinaria, equipo y combustibles para la agricultura.

Se identificó que, a finales de la década de los ochentas, se destruyeron diversos mecanismos que resultaban fundamentales para el desarrollo agrario, y que, lamentablemente, se orientó el apoyo público a la manipulación electoral, propiciando el vaciamiento poblacional del agro, particularmente, en agravio de las comunidades indígenas.

En definitiva, el sector agrario ha sido uno de los más devastados por las políticas neoliberales que sembraron la corrupción en varios niveles. Y uno de los más evidentes es el de los intermediarios, a través de organizaciones, que recibían financiamiento, pero no lo repartían, o lo hacían de manera parcial, quedándose con la mayor parte de los recursos.

Se calcula que, en los tres años previos al inicio del actual Gobierno de México, se entregaron 10 mil millones de pesos a organizaciones, y muchas actuaron con deshonestidad e incumplieron sus objetivos. Y eso se ve claramente en la opacidad con la que manejan sus padrones y el destino de los recursos que reciben, porque la calidad y el nivel de vida de sus representados no mejora sustancialmente, lo que significa que los recursos públicos no cumplen el fin social para el que son etiquetados dentro del presupuesto.

En el Plan Nacional de Desarrollo se prioriza el bienestar, no el lucro, y se pone punto final al periodo neoliberal, con sus recetas económicas y sus mal llamadas reformas estructurales. Esta situación ha generado reacciones no solo de personas, sino también de grupos, que han visto afectados sus intereses.

En días recientes, campesinos afiliados a distintas organizaciones agrarias han realizado marchas y protestas en diversos estados y la capital del país para exigir mejores condiciones para este sector, como parte de las movilizaciones que realizan cada año para recordar el natalicio de Emiliano Zapata, el 8 de agosto.

En el Senado de la República respaldamos las demandas legítimas de la gente del campo, y es por eso que apoyamos al presidente López Obrador en su postura de garantizar un mecanismo de apoyo directo a los productores, para que el gobierno deje de ser, de buena vez, tapadera de los corruptos.

Sabemos que no todos los campesinos piden lo mismo, y que su participación en las manifestaciones obedece a motivaciones diferentes, porque mientras unos quieren mantener los privilegios del pasado, otros insisten en lograr un cambio con justicia, inclusión e igualdad.

Por esa razón, ante los bloqueos, el Gobierno de México ha optado por el diálogo y no por la represión. Y nunca antes un Presidente había ofrecido disculpas al pueblo por las molestias que el combate a la corrupción está ocasionando.

Estimados paisanos: la Cuarta Transformación significa un cambio de mentalidad, una revolución de las conciencias. Por eso, un cambio en lo político, en lo económico y en lo social es posible con la participación decidida de los ciudadanos, así como una ética democrática y vocación de servicio a los demás desde quienes integran la administración pública y la representación popular.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien decretó 2019 “Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata Salazar”, está sentado las bases de la nueva política para el sector agropecuario, sustentada en tres pilares: incrementar la productividad, que sea más sustentable y responsable con los recursos naturales, y que sea más incluyente y social.

A través de programas estratégicos se busca mejorar la condición del 61% de la población rural que se encuentra en situación de pobreza, y porque existe esta deuda pendiente con los que menos tienen, es que se debe repensar la manera de elevar su nivel y calidad de vida.

El cambio verdadero del país comienza por transformar la forma tradicional de intervenir en los asuntos públicos, y el trabajo responsable y comprometido en favor de la colectividad es la mejor forma de servir a México y atender las causas del pueblo.

Gracias por su atención. Hasta la próxima entrega.

La autosuficiencia alimentaria y el rescate del campo son dos prioridades del gobierno de la Cuarta Transformación.

En el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 que el presidente Andrés Manuel López Obrador entregó el pasado mes de mayo a la Cámara de Diputados federal, se presentó un panorama general del sector agrario en México, que advierte importantes focos de atención.

En las últimas décadas, las políticas oficiales favorecieron la implantación de megaproyectos y el abandono a comuneros, ejidatarios y pequeños propietarios, con terribles consecuencias, no solo para los propios campesinos, sino para el resto del país, porque se estima que, actualmente, México importa casi la mitad de los alimentos que consume, así como la mayor parte de los insumos, maquinaria, equipo y combustibles para la agricultura.

Se identificó que, a finales de la década de los ochentas, se destruyeron diversos mecanismos que resultaban fundamentales para el desarrollo agrario, y que, lamentablemente, se orientó el apoyo público a la manipulación electoral, propiciando el vaciamiento poblacional del agro, particularmente, en agravio de las comunidades indígenas.

En definitiva, el sector agrario ha sido uno de los más devastados por las políticas neoliberales que sembraron la corrupción en varios niveles. Y uno de los más evidentes es el de los intermediarios, a través de organizaciones, que recibían financiamiento, pero no lo repartían, o lo hacían de manera parcial, quedándose con la mayor parte de los recursos.

Se calcula que, en los tres años previos al inicio del actual Gobierno de México, se entregaron 10 mil millones de pesos a organizaciones, y muchas actuaron con deshonestidad e incumplieron sus objetivos. Y eso se ve claramente en la opacidad con la que manejan sus padrones y el destino de los recursos que reciben, porque la calidad y el nivel de vida de sus representados no mejora sustancialmente, lo que significa que los recursos públicos no cumplen el fin social para el que son etiquetados dentro del presupuesto.

En el Plan Nacional de Desarrollo se prioriza el bienestar, no el lucro, y se pone punto final al periodo neoliberal, con sus recetas económicas y sus mal llamadas reformas estructurales. Esta situación ha generado reacciones no solo de personas, sino también de grupos, que han visto afectados sus intereses.

En días recientes, campesinos afiliados a distintas organizaciones agrarias han realizado marchas y protestas en diversos estados y la capital del país para exigir mejores condiciones para este sector, como parte de las movilizaciones que realizan cada año para recordar el natalicio de Emiliano Zapata, el 8 de agosto.

En el Senado de la República respaldamos las demandas legítimas de la gente del campo, y es por eso que apoyamos al presidente López Obrador en su postura de garantizar un mecanismo de apoyo directo a los productores, para que el gobierno deje de ser, de buena vez, tapadera de los corruptos.

Sabemos que no todos los campesinos piden lo mismo, y que su participación en las manifestaciones obedece a motivaciones diferentes, porque mientras unos quieren mantener los privilegios del pasado, otros insisten en lograr un cambio con justicia, inclusión e igualdad.

Por esa razón, ante los bloqueos, el Gobierno de México ha optado por el diálogo y no por la represión. Y nunca antes un Presidente había ofrecido disculpas al pueblo por las molestias que el combate a la corrupción está ocasionando.

Estimados paisanos: la Cuarta Transformación significa un cambio de mentalidad, una revolución de las conciencias. Por eso, un cambio en lo político, en lo económico y en lo social es posible con la participación decidida de los ciudadanos, así como una ética democrática y vocación de servicio a los demás desde quienes integran la administración pública y la representación popular.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien decretó 2019 “Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata Salazar”, está sentado las bases de la nueva política para el sector agropecuario, sustentada en tres pilares: incrementar la productividad, que sea más sustentable y responsable con los recursos naturales, y que sea más incluyente y social.

A través de programas estratégicos se busca mejorar la condición del 61% de la población rural que se encuentra en situación de pobreza, y porque existe esta deuda pendiente con los que menos tienen, es que se debe repensar la manera de elevar su nivel y calidad de vida.

El cambio verdadero del país comienza por transformar la forma tradicional de intervenir en los asuntos públicos, y el trabajo responsable y comprometido en favor de la colectividad es la mejor forma de servir a México y atender las causas del pueblo.

Gracias por su atención. Hasta la próxima entrega.