/ viernes 4 de junio de 2021

¡En torno a las elecciones!

¿El sacerdocio, la milicia, la vida conventual o el ser empresario son limitantes para que esos ciudadanos dediquen esfuerzos también a la vida pública? Tales personajes votan y no veo obstáculo para ser votados. La separación iglesia-estado fue una lucha de poder en el mundo feudal y hasta bien entrada la edad moderna. En estas elecciones, los amigos y vividores de la droga ya votaron con sus armas y esperan resultados. Por ello, no veo obstáculo para que la sotana, el uniforme o la empresa accedan a la actividad política. Tales personajes al participar, evidentemente lo harán en favor de sus inclinaciones ideológicas y económicas, pero al cabo, la integración de una voluntad nacional requiere que decidan el todo o la mayoría. Nuestro querido México debe ser ese mosaico que a todos dé abrigo, pero sobre todo a los más desprotegidos. Vivimos un ambiente electoral “cuchareado”. Y esta es la democracia, en donde los poderosos se expresan mediante la “voz de las empresas”. Infinidad de spots pagados, los “catedráticos” de la palabra noticiosa y todos aquellos que sienten ser “factores de opinión” o sus pontífices. El ciudadano de a pie, siendo blanco y receptor de cuanta mentira se les antoja, pero también recibiendo modestos obsequios, con los que “aquellos” creen estarlos comprando. Los más poderosos armaron su triangulo partidista y con los derrotados en ristre quieren convencer de que ahora sí harán lo que nunca hicieron. Los militares participan de las candidaturas, no miro el impedimento. Nuestro ejército lleva más de un siglo de no conocer un golpe de estado, viven en la civilidad, bien lo merecen. El tener el poder de las armas en sus manos no les limita para acercarse al poder político si siempre en él han tenido a sus representantes.

Asediados por la pandemia acudiremos al voto. Muchos ya hemos sido vacunados, la mayoría no. Erróneamente se piensa en el retorno escolar presencial a las aulas, si el ritmo de vacunación sigue como va, pronto estaremos libres de la malignidad y solo habrá que proteger sanitariamente las fronteras para que vivamos y respiremos otro ambiente distinto y entonces se piense en regresar a las aulas. En tanto, no hay para qué exponer a los niños y maestros. Con que se pierda un semestre o un año más, se puede retrasar la escalera académica pero no se perderá la vida. ¡Sí!... La economía ha sufrido un fuerte descalabro, las familias, la vida humana, la sociedad, todo se dislocó Pero igual habrá de recomponerse. La vida es así. Después de la tempestad viene la calma. El circular de los siglos registra acontecimientos muy similares y constantes, la sociedad se ha reconstituido. Habrá de suceder así porque todos tenemos algo por lo cual luchar y superarnos. Los partidos andan a la greña. A ver quién reúne más simpatizantes o acarreados, aunque después ni voten por ellos. Se percibe en oscuras horas de la noche y en absoluta discreción el trasiego de obsequios a domicilio. No faltarán quienes, “fajos” en mano, al momento de votar, procuren el pago en su favor. En fin, está en juego el destino del país, la lucha se mira más soterrada y encarnizada en los municipios, que en la alta esfera, pero arriba los intereses son más significativos y determinantes para México. A la hora de votar, habrá que hacerlo con toda responsabilidad. No tenemos la democracia más perfecta, pero tal vez estemos persiguiendo la quimera de la más perfectible.

Concluyeron las campañas, ahora a tronarse los dedos y esperar resultados, conociéndose estos, tendremos caras radiantes y desencantos. Habrá cambios de bando; esta campaña ha sido una pesadilla. El ciudadano bajo acoso permanente con miles de promesas. Los candidatos en amenaza constante. El votante, bajo acoso propagandístico, arrullado por el canto de las sirenas y todas las promesas habidas y por haber. En un estado como Tlaxcala, la lucha se vivió codo a codo y casa por casa y en ellas también hubo opiniones divididas. Esfuerzos inauditos para demostrar a la opinión y a los medios, que llenaban plazas, calles, estadios, cruceros, auditorios y desde luego, la vanidosa esperanza de quienes se sienten imprescindibles y quieren la reelección. No sé en qué calenturienta imaginación estuvo el permitir tal desfiguro. Ya se olvidó que por la no reelección, México entró a una lucha donde murieron cientos de miles, pero hay quienes “vivillos y ambiciosillos” quieren continuar, allá sus electores si se los permiten. Elecciones en nuestro México. Esperanza de que la vida mejore, golpes bajos por doquier. Los de arriba quieren lo que creen que es de ellos y por eso mediante ardides publicitarios están llevando al engaño al ciudadano común. Hora de la reflexión y de abrir bien la mente para no permitir que hagan de nuestro voto carne de cañón.

¿El sacerdocio, la milicia, la vida conventual o el ser empresario son limitantes para que esos ciudadanos dediquen esfuerzos también a la vida pública? Tales personajes votan y no veo obstáculo para ser votados. La separación iglesia-estado fue una lucha de poder en el mundo feudal y hasta bien entrada la edad moderna. En estas elecciones, los amigos y vividores de la droga ya votaron con sus armas y esperan resultados. Por ello, no veo obstáculo para que la sotana, el uniforme o la empresa accedan a la actividad política. Tales personajes al participar, evidentemente lo harán en favor de sus inclinaciones ideológicas y económicas, pero al cabo, la integración de una voluntad nacional requiere que decidan el todo o la mayoría. Nuestro querido México debe ser ese mosaico que a todos dé abrigo, pero sobre todo a los más desprotegidos. Vivimos un ambiente electoral “cuchareado”. Y esta es la democracia, en donde los poderosos se expresan mediante la “voz de las empresas”. Infinidad de spots pagados, los “catedráticos” de la palabra noticiosa y todos aquellos que sienten ser “factores de opinión” o sus pontífices. El ciudadano de a pie, siendo blanco y receptor de cuanta mentira se les antoja, pero también recibiendo modestos obsequios, con los que “aquellos” creen estarlos comprando. Los más poderosos armaron su triangulo partidista y con los derrotados en ristre quieren convencer de que ahora sí harán lo que nunca hicieron. Los militares participan de las candidaturas, no miro el impedimento. Nuestro ejército lleva más de un siglo de no conocer un golpe de estado, viven en la civilidad, bien lo merecen. El tener el poder de las armas en sus manos no les limita para acercarse al poder político si siempre en él han tenido a sus representantes.

Asediados por la pandemia acudiremos al voto. Muchos ya hemos sido vacunados, la mayoría no. Erróneamente se piensa en el retorno escolar presencial a las aulas, si el ritmo de vacunación sigue como va, pronto estaremos libres de la malignidad y solo habrá que proteger sanitariamente las fronteras para que vivamos y respiremos otro ambiente distinto y entonces se piense en regresar a las aulas. En tanto, no hay para qué exponer a los niños y maestros. Con que se pierda un semestre o un año más, se puede retrasar la escalera académica pero no se perderá la vida. ¡Sí!... La economía ha sufrido un fuerte descalabro, las familias, la vida humana, la sociedad, todo se dislocó Pero igual habrá de recomponerse. La vida es así. Después de la tempestad viene la calma. El circular de los siglos registra acontecimientos muy similares y constantes, la sociedad se ha reconstituido. Habrá de suceder así porque todos tenemos algo por lo cual luchar y superarnos. Los partidos andan a la greña. A ver quién reúne más simpatizantes o acarreados, aunque después ni voten por ellos. Se percibe en oscuras horas de la noche y en absoluta discreción el trasiego de obsequios a domicilio. No faltarán quienes, “fajos” en mano, al momento de votar, procuren el pago en su favor. En fin, está en juego el destino del país, la lucha se mira más soterrada y encarnizada en los municipios, que en la alta esfera, pero arriba los intereses son más significativos y determinantes para México. A la hora de votar, habrá que hacerlo con toda responsabilidad. No tenemos la democracia más perfecta, pero tal vez estemos persiguiendo la quimera de la más perfectible.

Concluyeron las campañas, ahora a tronarse los dedos y esperar resultados, conociéndose estos, tendremos caras radiantes y desencantos. Habrá cambios de bando; esta campaña ha sido una pesadilla. El ciudadano bajo acoso permanente con miles de promesas. Los candidatos en amenaza constante. El votante, bajo acoso propagandístico, arrullado por el canto de las sirenas y todas las promesas habidas y por haber. En un estado como Tlaxcala, la lucha se vivió codo a codo y casa por casa y en ellas también hubo opiniones divididas. Esfuerzos inauditos para demostrar a la opinión y a los medios, que llenaban plazas, calles, estadios, cruceros, auditorios y desde luego, la vanidosa esperanza de quienes se sienten imprescindibles y quieren la reelección. No sé en qué calenturienta imaginación estuvo el permitir tal desfiguro. Ya se olvidó que por la no reelección, México entró a una lucha donde murieron cientos de miles, pero hay quienes “vivillos y ambiciosillos” quieren continuar, allá sus electores si se los permiten. Elecciones en nuestro México. Esperanza de que la vida mejore, golpes bajos por doquier. Los de arriba quieren lo que creen que es de ellos y por eso mediante ardides publicitarios están llevando al engaño al ciudadano común. Hora de la reflexión y de abrir bien la mente para no permitir que hagan de nuestro voto carne de cañón.