/ viernes 26 de mayo de 2023

¿Entre ladrones?...

¿La imaginación humana se explicita!... ¡siempre encuentra novedosas formas para que la vida acomode sus perfiles a las del tiempo, a las de espacio en que vivimos! ¡Espacio y tiempo!, dos fantasmas que nos definen. ¡Como cóncavo y convexo! Es el caso de una nueva modalidad para apoderarse de lo ajeno que recién se practica en Europa y América. ¡Sí!… el sistema de derecho de occidente es una estructura de normas que protege a los propietarios. Los romanos la “encontraron” para proteger la “pax romana”. Para salvaguardar la eternidad de lo dominante. El mundo capitalista la ha perfeccionado. Para que las naciones militarmente pertrechadas se apoderen de petróleo, gas, diamantes, minerales ordinarios y raros, mano de obra barata, recursos naturales, etc. En respuesta, los desposeídos encuentran por conducto de sus más preclaras ¡inteligencias! nuevas formas de hurto.

Ahora hay bandas delincuenciales que se roban los catalizadores de los autos. Lo hacen en un minuto y en la calle, de noche o de día. Esos aditamentos limpian hasta el noventa por ciento de los gases tóxicos. Sus componentes contienen rodio, paladio y platino, el primero es cuatro veces más valioso que el oro porque es escaso; el platino cinco veces más y el paladio treinta; les extraen esos metales y los comercian internacionalmente con bandas que se articulan de aquí y allá. Sobre todo en EE. UU. y la Gran Bretaña. Este delito se multiplicó con la guerra ruso ucraniana. La industria automotriz requiere más platino. Igual se ocupa en equipos de laboratorio. Su precio actual es de mil ciento veintiséis dólares la onza.

En México esa penalidad se castiga con menos de cinco años y por eso su crecimiento es exponencial. Ahora se roban lo metálico de las vías públicas. Los ladrones no respetan coladeras, tapas de drenajes, postes, estatuas de héroes cercas de jardín, etc. Todo lo metálico se pierde.

Pero también, del subsuelo las embotelladoras extraen millones de litros en agua, que luego la venden envasada y como refresco de cola; pero claro, ellos dicen estar dentro de la ley y aquellos no; la industria del secuestro de tráileres para robarse su mercancía va en ascenso; pero de qué nos asustamos si hay “barones” de la riqueza mundial que se roban el oro y la plata de las naciones. Protegidos por las leyes. Saquean cobre, estaño, hierro y riquezas del mar.

Hace unos días, en Chiapas, un comando armado saqueó de una mina toneladas de barita muy valiosa. Hay sociedades de padres, como la de la Técnica número uno de Tlaxcala, que recaudan cifras de millones de la inscripción de los alumnos y luego entre ellos y los directivos académicos las hacen perdedizas, juegan al “nadie sabe, nadie supo”. Al cabo al año siguiente vendrán nuevos representantes y nuevas cuotas.

Me resisto a creer que la actual es una sociedad de lo robable y de lo impunible, en donde unos con “cuello blanco” y otros sin él, pero roban. Ante el desdén de policías, ministerios públicos y jueces dedicados a “lo suyo”.

El capitalismo, por su propia naturaleza, se apodera de la plus valía, la riqueza, el trabajo honesto, pero el neoliberalismo se ha excedido, porque se apropió de la riqueza social que el estado de bienestar había procurado. En México, fueron Conasupo, autopistas, aeropuertos, minería, petróleo y más, mucho más. Ahora hay un señor Larrea que para permitir al estado el uso de un suelo que, de acuerdo con la Constitución, pertenece a la nación, suelo necesario para mover mercancías entre un océano y otro en el Istmo de Tehuantepec, exige nueve mil quinientos millones, como si él fuera el dueño de México, y como el Estado jurídicamente lo está recuperando, ya se desató la jauría de los dueños del dinero.

Claman a gritos que se está ahuyentando la inversión extranjera y que vamos como país hacia el “comunismo”. Palabra tan satanizada como si el mismo infierno se desatara, si la riqueza que es de todos se repartiera entre todos. Está agotado ya el modelo capitalista. Y también su actual expresión neoliberal, que antepone la riqueza de unos cuantos que le roban a las naciones y a las comunidades. No se trata de defender las actividades delictivas.

El robo de catalizadores siempre será reprobable. El robo es un delito, desde antes que Moisés descendiera de aquella montaña con las tablas de la ley en la mano. Pareciera que tanta delincuencia privada es un desquite de los desposeídos en contra de los poderosos que roban amparados por la ley.

Como quiera que sea, cuidemos lo nuestro, porque del auto se roban llantas con rines, parabrisas, acumulador, el catalizador y hasta el auto entero. Mejor extremamos el cuidado, en tanto como sociedad occidental encontramos otras formas de justicia que nos asegure la equidad y el bienestar para los inconformes. ¡Justicia social!... pamplinas! Esos son sueños guajiros de pescadores que arrulla el mar. Ni modo, ¡estamos en las manos del hampa por donde quiera que le busquemos!

¿La imaginación humana se explicita!... ¡siempre encuentra novedosas formas para que la vida acomode sus perfiles a las del tiempo, a las de espacio en que vivimos! ¡Espacio y tiempo!, dos fantasmas que nos definen. ¡Como cóncavo y convexo! Es el caso de una nueva modalidad para apoderarse de lo ajeno que recién se practica en Europa y América. ¡Sí!… el sistema de derecho de occidente es una estructura de normas que protege a los propietarios. Los romanos la “encontraron” para proteger la “pax romana”. Para salvaguardar la eternidad de lo dominante. El mundo capitalista la ha perfeccionado. Para que las naciones militarmente pertrechadas se apoderen de petróleo, gas, diamantes, minerales ordinarios y raros, mano de obra barata, recursos naturales, etc. En respuesta, los desposeídos encuentran por conducto de sus más preclaras ¡inteligencias! nuevas formas de hurto.

Ahora hay bandas delincuenciales que se roban los catalizadores de los autos. Lo hacen en un minuto y en la calle, de noche o de día. Esos aditamentos limpian hasta el noventa por ciento de los gases tóxicos. Sus componentes contienen rodio, paladio y platino, el primero es cuatro veces más valioso que el oro porque es escaso; el platino cinco veces más y el paladio treinta; les extraen esos metales y los comercian internacionalmente con bandas que se articulan de aquí y allá. Sobre todo en EE. UU. y la Gran Bretaña. Este delito se multiplicó con la guerra ruso ucraniana. La industria automotriz requiere más platino. Igual se ocupa en equipos de laboratorio. Su precio actual es de mil ciento veintiséis dólares la onza.

En México esa penalidad se castiga con menos de cinco años y por eso su crecimiento es exponencial. Ahora se roban lo metálico de las vías públicas. Los ladrones no respetan coladeras, tapas de drenajes, postes, estatuas de héroes cercas de jardín, etc. Todo lo metálico se pierde.

Pero también, del subsuelo las embotelladoras extraen millones de litros en agua, que luego la venden envasada y como refresco de cola; pero claro, ellos dicen estar dentro de la ley y aquellos no; la industria del secuestro de tráileres para robarse su mercancía va en ascenso; pero de qué nos asustamos si hay “barones” de la riqueza mundial que se roban el oro y la plata de las naciones. Protegidos por las leyes. Saquean cobre, estaño, hierro y riquezas del mar.

Hace unos días, en Chiapas, un comando armado saqueó de una mina toneladas de barita muy valiosa. Hay sociedades de padres, como la de la Técnica número uno de Tlaxcala, que recaudan cifras de millones de la inscripción de los alumnos y luego entre ellos y los directivos académicos las hacen perdedizas, juegan al “nadie sabe, nadie supo”. Al cabo al año siguiente vendrán nuevos representantes y nuevas cuotas.

Me resisto a creer que la actual es una sociedad de lo robable y de lo impunible, en donde unos con “cuello blanco” y otros sin él, pero roban. Ante el desdén de policías, ministerios públicos y jueces dedicados a “lo suyo”.

El capitalismo, por su propia naturaleza, se apodera de la plus valía, la riqueza, el trabajo honesto, pero el neoliberalismo se ha excedido, porque se apropió de la riqueza social que el estado de bienestar había procurado. En México, fueron Conasupo, autopistas, aeropuertos, minería, petróleo y más, mucho más. Ahora hay un señor Larrea que para permitir al estado el uso de un suelo que, de acuerdo con la Constitución, pertenece a la nación, suelo necesario para mover mercancías entre un océano y otro en el Istmo de Tehuantepec, exige nueve mil quinientos millones, como si él fuera el dueño de México, y como el Estado jurídicamente lo está recuperando, ya se desató la jauría de los dueños del dinero.

Claman a gritos que se está ahuyentando la inversión extranjera y que vamos como país hacia el “comunismo”. Palabra tan satanizada como si el mismo infierno se desatara, si la riqueza que es de todos se repartiera entre todos. Está agotado ya el modelo capitalista. Y también su actual expresión neoliberal, que antepone la riqueza de unos cuantos que le roban a las naciones y a las comunidades. No se trata de defender las actividades delictivas.

El robo de catalizadores siempre será reprobable. El robo es un delito, desde antes que Moisés descendiera de aquella montaña con las tablas de la ley en la mano. Pareciera que tanta delincuencia privada es un desquite de los desposeídos en contra de los poderosos que roban amparados por la ley.

Como quiera que sea, cuidemos lo nuestro, porque del auto se roban llantas con rines, parabrisas, acumulador, el catalizador y hasta el auto entero. Mejor extremamos el cuidado, en tanto como sociedad occidental encontramos otras formas de justicia que nos asegure la equidad y el bienestar para los inconformes. ¡Justicia social!... pamplinas! Esos son sueños guajiros de pescadores que arrulla el mar. Ni modo, ¡estamos en las manos del hampa por donde quiera que le busquemos!