/ jueves 13 de mayo de 2021

Espacio INE | Descalificar al árbitro

  • Andrés Corona Hernández*

El árbitro comúnmente se nos ha presentado como ese ser malvado, arbitrario e injusto, al cual muchas veces se le recarga la culpabilidad de la derrota de algún equipo; este siempre acierta en las decisiones que nos favorecen, pero en el momento que ejerce la ley en nuestra contra, es abucheado, chiflado y siempre se le recuerda a su “pobre madre”.

El árbitro es símbolo de autoridad, de ley, de rectitud; por lo tanto, muchas veces va a actuar, defendiendo unos intereses, pero castigando a otros. El árbitro se ha tomado como “la figura mala del partido”, incluso se ha interpretado el color de su vestimenta, como signo de luto, muchos se preguntarán, ¿luto por quién?, es luto por él mismo, por su “desdichada” suerte de ser árbitro. Ahora disimula con colores.

“A veces, raras veces, alguna decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias. Los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuánto más lo odian, más lo necesitan”. (crf, Eduardo Galeano, el Árbitro el futbol a sol y sombra, Montevideo 1995).

Parece chiste, pero es anécdota. Por lo menos en México es preocupante que no sólo los partidos políticos, sus candidatos y dirigentes sino hasta el presidente de la República en pleno proceso electoral intentan minar sin conseguirlo desacreditar el trabajo, el profesionalismo, la imparcialidad y la mayoría de los principios de la función electoral de la autoridad administrativa electoral.

En encuestas aplicadas y publicadas por el INEGI, el 62 % de personas mayores de 18 aprueban el trabajo del INE, no es óbice decir que las últimas decisiones tomadas por el Consejo General generaron está aceptación. Ya se sabe que las decisiones no son neutras, siempre hay un beneficiado y un perjudicado.

Ninguna elección es igual a otra, y la del 6 de junio es la más grande de la historia por el número de cargos a elegir. Siguiendo a Eduardo Galeano cuando un partido o equipo pierde, siempre culpa al árbitro, jamás hace un análisis de su derrota o reconoce que el rival tuvo mejor estrategia y por eso perdió, de manera casi automática llena de injurias e improperios a la autoridad y quien gana dice que ganó a pesar de ella. Pero en México van más allá, todas las reformas electorales que se han dado desde que se fundó el IFE-INE obedecen a los reclamos y peticiones de los partidos que perdieron la elección, a veces no siempre queriendo que las elecciones sean más parejas y equitativas, sino francamente a modo. En el espectro político partidista siempre hay malos perdedores y sin importar que ganen o pierdan buscan reemplazar al árbitro de tal manera que siempre quieren sacar ventaja de las reglas para poder jugar con cierta comodidad.

Un fantasma recorre nuevamente el país, el discurso de que, no permitirán que les roben la elección y que se orquesta un gran fraude (que nunca se ha podido probar ni se probará porque no existe) para que pierdan la mayoría en el Congreso se está convirtiendo en un acto incendiario y que, a pesar de que, la ciudadanía ya no cree en ese tipo de noticias siempre siembra la semilla de la desconfianza. Afortunadamente, hay una excelente respuesta de la ciudadanía para integrar las mesas directivas de casilla, que son quienes reciben los votos de los electores. En el inconsciente colectivo todavía hay quien piensa, que el INE puede hacer ganar o perder a las y los candidatos. Cuando en realidad es la decisión de los votantes quien otorga el triunfo, aunque lo más fácil y rentable políticamente es culpar al árbitro, en una de esas puede pasar el efecto Pigmalión o la profecía autocumplida.

  • *Vocal Ejecutivo de la 01 Junta Distrital Ejecutiva / Instituto Nacional Electoral en Tlaxcala
  • Andrés Corona Hernández*

El árbitro comúnmente se nos ha presentado como ese ser malvado, arbitrario e injusto, al cual muchas veces se le recarga la culpabilidad de la derrota de algún equipo; este siempre acierta en las decisiones que nos favorecen, pero en el momento que ejerce la ley en nuestra contra, es abucheado, chiflado y siempre se le recuerda a su “pobre madre”.

El árbitro es símbolo de autoridad, de ley, de rectitud; por lo tanto, muchas veces va a actuar, defendiendo unos intereses, pero castigando a otros. El árbitro se ha tomado como “la figura mala del partido”, incluso se ha interpretado el color de su vestimenta, como signo de luto, muchos se preguntarán, ¿luto por quién?, es luto por él mismo, por su “desdichada” suerte de ser árbitro. Ahora disimula con colores.

“A veces, raras veces, alguna decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias. Los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuánto más lo odian, más lo necesitan”. (crf, Eduardo Galeano, el Árbitro el futbol a sol y sombra, Montevideo 1995).

Parece chiste, pero es anécdota. Por lo menos en México es preocupante que no sólo los partidos políticos, sus candidatos y dirigentes sino hasta el presidente de la República en pleno proceso electoral intentan minar sin conseguirlo desacreditar el trabajo, el profesionalismo, la imparcialidad y la mayoría de los principios de la función electoral de la autoridad administrativa electoral.

En encuestas aplicadas y publicadas por el INEGI, el 62 % de personas mayores de 18 aprueban el trabajo del INE, no es óbice decir que las últimas decisiones tomadas por el Consejo General generaron está aceptación. Ya se sabe que las decisiones no son neutras, siempre hay un beneficiado y un perjudicado.

Ninguna elección es igual a otra, y la del 6 de junio es la más grande de la historia por el número de cargos a elegir. Siguiendo a Eduardo Galeano cuando un partido o equipo pierde, siempre culpa al árbitro, jamás hace un análisis de su derrota o reconoce que el rival tuvo mejor estrategia y por eso perdió, de manera casi automática llena de injurias e improperios a la autoridad y quien gana dice que ganó a pesar de ella. Pero en México van más allá, todas las reformas electorales que se han dado desde que se fundó el IFE-INE obedecen a los reclamos y peticiones de los partidos que perdieron la elección, a veces no siempre queriendo que las elecciones sean más parejas y equitativas, sino francamente a modo. En el espectro político partidista siempre hay malos perdedores y sin importar que ganen o pierdan buscan reemplazar al árbitro de tal manera que siempre quieren sacar ventaja de las reglas para poder jugar con cierta comodidad.

Un fantasma recorre nuevamente el país, el discurso de que, no permitirán que les roben la elección y que se orquesta un gran fraude (que nunca se ha podido probar ni se probará porque no existe) para que pierdan la mayoría en el Congreso se está convirtiendo en un acto incendiario y que, a pesar de que, la ciudadanía ya no cree en ese tipo de noticias siempre siembra la semilla de la desconfianza. Afortunadamente, hay una excelente respuesta de la ciudadanía para integrar las mesas directivas de casilla, que son quienes reciben los votos de los electores. En el inconsciente colectivo todavía hay quien piensa, que el INE puede hacer ganar o perder a las y los candidatos. Cuando en realidad es la decisión de los votantes quien otorga el triunfo, aunque lo más fácil y rentable políticamente es culpar al árbitro, en una de esas puede pasar el efecto Pigmalión o la profecía autocumplida.

  • *Vocal Ejecutivo de la 01 Junta Distrital Ejecutiva / Instituto Nacional Electoral en Tlaxcala