/ jueves 25 de febrero de 2021

Espacio INE | El costo de las elecciones

  • Eileen Teresita Zacaula Cárdenas

Hace ya casi un año que llegó este visitante incómodo, de esos que a los tres días apestan; esta enfermedad que para muchos ya ha derrotado a México porque nos ha arrebatado familia, amigas y amigos queridos; números ya con rostros que jamás volveremos a ver. Y así, en ese contexto distorsionado es que se están llevando a cabo las elecciones más grandes de la historia, obligando a modificar y adaptar nuestro actuar cotidiano y las actividades que día a día desarrolla el Instituto Nacional Electoral (INE).

Hemos pasado desde desarrollar instrumentos que no son la credencial para votar, pero que, en aras de apoyar a la ciudadanía, se emitieron con la misma validez que aquella, como fueron las Constancias Digitales de Identificación; hasta enviar a campo, con careta, cubrebocas, gel, chaleco, y cuanto aditamento sanitizador se piense, al batallón de Supervisores Electorales (SE) y Capacitadores-Asistentes Electorales (CAE) para integrar las casillas que habrán de contar los votos el próximo seis de junio.

Sin embargo, las estrictas medidas sanitarias, el confinamiento, la sana distancia implementada por el INE desde marzo pasado, no han sido suficientes para que este virus se aleje de la familia electoral, mermada a lo largo y ancho del país. Pero, como coloquialmente se dice, "el show debe continuar" y por ello, se han mantenido en operación todos los procesos que garantizan los derechos político-electorales y de identidad de las y los mexicanos, así como de los partidos políticos.

Muchos han sido los esfuerzos que el Instituto ha desplegado, en plena pandemia, para cumplir con su obligación legal de organizar las elecciones, y muchas y dolorosas las pérdidas que en este camino han sucedido. Porque el INE no es esa institución a la cual reclamar porque no solicité mi credencial a tiempo, no es esa institución a la cual culpar por las sumas que se otorgan a los partidos políticos para su funcionamiento, no es esa institución sobre la cual volcar el enojo porque los resultados de los comicios no fueron los imaginados. El INE es cada una de las personas que lo conforman, personas que entregan cada día su mayor esfuerzo y que a algunos, a causa de este terrible virus que nos aqueja, se les ha ido, literalmente, la vida en ello.

Es precisamente por esos esfuerzos, por esos sacrificios, que todas y todos debemos participar, bajo los cuidados sanitarios que sean necesarios, como observadores electorales, como funcionarios de Mesa Directiva de Casilla, en las elecciones y hacer uso de nuestro derecho al voto en las urnas el 6 de junio, no dejándonos arrebatar también eso por la Covid-19.

Así que, más que en el costo de las boletas, las urnas y los sanitizantes, reflexionemos un poco sobre el verdadero costo de las elecciones en un escenario inédito como el que ha construido el SARS –Cov-2, el de las vidas que ha tomado a fin de que siga en marcha este proceso electoral. Sea este, pues, un espacio que rinda tributo a esas vidas que se fueron, a esos funcionarios y funcionarias, familia, amigos y amigas que no contribuirán más a la causa electoral pero cuyo legado y ejemplo de labor ardua permanecerá mientras les recordemos quienes en este camino aun andamos…

  • *Vocal del Registro Federal de Electores / Junta Local Ejecutiva del INE en Tlaxcala
  • Eileen Teresita Zacaula Cárdenas

Hace ya casi un año que llegó este visitante incómodo, de esos que a los tres días apestan; esta enfermedad que para muchos ya ha derrotado a México porque nos ha arrebatado familia, amigas y amigos queridos; números ya con rostros que jamás volveremos a ver. Y así, en ese contexto distorsionado es que se están llevando a cabo las elecciones más grandes de la historia, obligando a modificar y adaptar nuestro actuar cotidiano y las actividades que día a día desarrolla el Instituto Nacional Electoral (INE).

Hemos pasado desde desarrollar instrumentos que no son la credencial para votar, pero que, en aras de apoyar a la ciudadanía, se emitieron con la misma validez que aquella, como fueron las Constancias Digitales de Identificación; hasta enviar a campo, con careta, cubrebocas, gel, chaleco, y cuanto aditamento sanitizador se piense, al batallón de Supervisores Electorales (SE) y Capacitadores-Asistentes Electorales (CAE) para integrar las casillas que habrán de contar los votos el próximo seis de junio.

Sin embargo, las estrictas medidas sanitarias, el confinamiento, la sana distancia implementada por el INE desde marzo pasado, no han sido suficientes para que este virus se aleje de la familia electoral, mermada a lo largo y ancho del país. Pero, como coloquialmente se dice, "el show debe continuar" y por ello, se han mantenido en operación todos los procesos que garantizan los derechos político-electorales y de identidad de las y los mexicanos, así como de los partidos políticos.

Muchos han sido los esfuerzos que el Instituto ha desplegado, en plena pandemia, para cumplir con su obligación legal de organizar las elecciones, y muchas y dolorosas las pérdidas que en este camino han sucedido. Porque el INE no es esa institución a la cual reclamar porque no solicité mi credencial a tiempo, no es esa institución a la cual culpar por las sumas que se otorgan a los partidos políticos para su funcionamiento, no es esa institución sobre la cual volcar el enojo porque los resultados de los comicios no fueron los imaginados. El INE es cada una de las personas que lo conforman, personas que entregan cada día su mayor esfuerzo y que a algunos, a causa de este terrible virus que nos aqueja, se les ha ido, literalmente, la vida en ello.

Es precisamente por esos esfuerzos, por esos sacrificios, que todas y todos debemos participar, bajo los cuidados sanitarios que sean necesarios, como observadores electorales, como funcionarios de Mesa Directiva de Casilla, en las elecciones y hacer uso de nuestro derecho al voto en las urnas el 6 de junio, no dejándonos arrebatar también eso por la Covid-19.

Así que, más que en el costo de las boletas, las urnas y los sanitizantes, reflexionemos un poco sobre el verdadero costo de las elecciones en un escenario inédito como el que ha construido el SARS –Cov-2, el de las vidas que ha tomado a fin de que siga en marcha este proceso electoral. Sea este, pues, un espacio que rinda tributo a esas vidas que se fueron, a esos funcionarios y funcionarias, familia, amigos y amigas que no contribuirán más a la causa electoral pero cuyo legado y ejemplo de labor ardua permanecerá mientras les recordemos quienes en este camino aun andamos…

  • *Vocal del Registro Federal de Electores / Junta Local Ejecutiva del INE en Tlaxcala