/ jueves 28 de noviembre de 2019

Espacio INE | El presupuesto como instrumento de poder

  • ANDRÉS CORONA HERNÁNDEZ*

El tiempo para la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio 2020, concluyó el 15 de noviembre porque así lo establece la ley, sin embargo, las y los diputados, quienes deben respetar en primer lugar lo que establece el artículo 74 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como facultad exclusiva de esta Cámara, que es: “Aprobar anualmente el Presupuesto de Egresos de la Federación, previo examen, discusión y, en su caso, modificación del Proyecto enviado por el Ejecutivo Federal, una vez aprobadas las contribuciones que, a su juicio, deben decretarse para cubrirlo.” En el párrafo segundo se establece la temporalidad para su aprobación, “… La Cámara de Diputados deberá aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación a más tardar el día 15 del mes de noviembre”. Al momento de escribir este artículo se había aprobado en lo general el presupuesto, los diputados dicen que no hay prisa para su aprobación, porque surte efectos hasta el 1 de enero del año próximo, pero el incumplimiento a la ley ya se dio, aunque no tenga consecuencias jurídicas.

En un sistema presidencial, en todo tiempo el Poder Ejecutivo tiene preminencia sobre el resto de los poderes a pesar de que formalmente no es quien aprueba el presupuesto, en los hechos es quien dice a quién se le dan y a quién se le quitan recursos, es en esta supremacía de facto que el presupuesto es un instrumento de poder para debilitar o empoderar dependencias, secretarías, los otros dos poderes y órganos autónomos como el Instituto Nacional Electoral.

El recorte al presupuesto solicitado tiene dos efectos; uno mediático, porque el Instituto ante la opinión pública y la ciudadanía poco informada resulta un organismo costoso, aunque una tercera parte de dicho presupuesto son las prerrogativas de los partidos políticos que son intocables por la autoridad electoral y ahí sí no aplica la austeridad republicana que tanto pregona el actual gobierno federal; el otro es funcional. Al tener menos recursos para cumplir programas o proyectos se orilla al Instituto a dejar de cumplir su misión y sus fines, que es su razón de ser y, por lo tanto, termina siendo ineficiente.

El recorte aplicado por los diputados al presupuesto del INE por más de mil millones de pesos representa un golpe a su autonomía, por más que los críticos digan lo contrario; parece que ya no les interesa que las elecciones mantengan sus estándares de calidad, que ha sido motivo de reconocimiento a nivel mundial.

La distribución del presupuesto para el año 2020, parece tener más tintes electorales que sociales de combate o superación de la pobreza, se recortan gastos en salud, educación, generación de empleo, gasto corriente de las dependencias, pero se reorienta a los programas asistenciales del presidente de la República, aunque no hay claridad en las reglas de operación para el otorgamiento de los apoyos ni metodología para su evaluación. La manera en que se asignó el presupuesto a estos programas demuestra el poder del presidente para ordenar al Poder Legislativo, (diputados) cuáles son las prioridades, no del Estado mexicano, sino del ejecutivo en turno.

No se debe pasar por alto que el año próximo inicia el proceso electoral 2020-2021, en noviembre con la instalación de los consejos locales y distritales en las 32 entidades y los 300 distritos electorales y desafortunadamente en nuestro país dados los niveles de pobreza el sufragio es una mercancía susceptible de comprarse. Tal vez sea uno mal pensado y creer que esos programas asistenciales son más bien para generar y mantener clientelas que aporten votos al partido gobernante para aumentar o por lo menos no disminuir sus mayorías en ambas cámaras y poder cooptar otras instituciones como ya sucede, o, por el contrario que el presidente, preocupado por los más pobres, trate de que el coeficiente de GINI se acerque cada vez más a cero, sin embargo, la forma de implementarlos en la realidad no parece cumplir ese objetivo, porque los subsidios aplicados de esa manera lo único que logran es mantener cautivos a quienes lo reciben, pero no mejoran su nivel de vida y continúan en el mismo círculo de pobreza.

Por el bien de todos, que el presupuesto de egresos no solo sea un instrumento de poder para debilitar a las instituciones incómodas, sino para fortalecer al Estado mexicano.

  • *Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 01
  • Instituto Nacional Electoral en Tlaxcala
  • ANDRÉS CORONA HERNÁNDEZ*

El tiempo para la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio 2020, concluyó el 15 de noviembre porque así lo establece la ley, sin embargo, las y los diputados, quienes deben respetar en primer lugar lo que establece el artículo 74 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como facultad exclusiva de esta Cámara, que es: “Aprobar anualmente el Presupuesto de Egresos de la Federación, previo examen, discusión y, en su caso, modificación del Proyecto enviado por el Ejecutivo Federal, una vez aprobadas las contribuciones que, a su juicio, deben decretarse para cubrirlo.” En el párrafo segundo se establece la temporalidad para su aprobación, “… La Cámara de Diputados deberá aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación a más tardar el día 15 del mes de noviembre”. Al momento de escribir este artículo se había aprobado en lo general el presupuesto, los diputados dicen que no hay prisa para su aprobación, porque surte efectos hasta el 1 de enero del año próximo, pero el incumplimiento a la ley ya se dio, aunque no tenga consecuencias jurídicas.

En un sistema presidencial, en todo tiempo el Poder Ejecutivo tiene preminencia sobre el resto de los poderes a pesar de que formalmente no es quien aprueba el presupuesto, en los hechos es quien dice a quién se le dan y a quién se le quitan recursos, es en esta supremacía de facto que el presupuesto es un instrumento de poder para debilitar o empoderar dependencias, secretarías, los otros dos poderes y órganos autónomos como el Instituto Nacional Electoral.

El recorte al presupuesto solicitado tiene dos efectos; uno mediático, porque el Instituto ante la opinión pública y la ciudadanía poco informada resulta un organismo costoso, aunque una tercera parte de dicho presupuesto son las prerrogativas de los partidos políticos que son intocables por la autoridad electoral y ahí sí no aplica la austeridad republicana que tanto pregona el actual gobierno federal; el otro es funcional. Al tener menos recursos para cumplir programas o proyectos se orilla al Instituto a dejar de cumplir su misión y sus fines, que es su razón de ser y, por lo tanto, termina siendo ineficiente.

El recorte aplicado por los diputados al presupuesto del INE por más de mil millones de pesos representa un golpe a su autonomía, por más que los críticos digan lo contrario; parece que ya no les interesa que las elecciones mantengan sus estándares de calidad, que ha sido motivo de reconocimiento a nivel mundial.

La distribución del presupuesto para el año 2020, parece tener más tintes electorales que sociales de combate o superación de la pobreza, se recortan gastos en salud, educación, generación de empleo, gasto corriente de las dependencias, pero se reorienta a los programas asistenciales del presidente de la República, aunque no hay claridad en las reglas de operación para el otorgamiento de los apoyos ni metodología para su evaluación. La manera en que se asignó el presupuesto a estos programas demuestra el poder del presidente para ordenar al Poder Legislativo, (diputados) cuáles son las prioridades, no del Estado mexicano, sino del ejecutivo en turno.

No se debe pasar por alto que el año próximo inicia el proceso electoral 2020-2021, en noviembre con la instalación de los consejos locales y distritales en las 32 entidades y los 300 distritos electorales y desafortunadamente en nuestro país dados los niveles de pobreza el sufragio es una mercancía susceptible de comprarse. Tal vez sea uno mal pensado y creer que esos programas asistenciales son más bien para generar y mantener clientelas que aporten votos al partido gobernante para aumentar o por lo menos no disminuir sus mayorías en ambas cámaras y poder cooptar otras instituciones como ya sucede, o, por el contrario que el presidente, preocupado por los más pobres, trate de que el coeficiente de GINI se acerque cada vez más a cero, sin embargo, la forma de implementarlos en la realidad no parece cumplir ese objetivo, porque los subsidios aplicados de esa manera lo único que logran es mantener cautivos a quienes lo reciben, pero no mejoran su nivel de vida y continúan en el mismo círculo de pobreza.

Por el bien de todos, que el presupuesto de egresos no solo sea un instrumento de poder para debilitar a las instituciones incómodas, sino para fortalecer al Estado mexicano.

  • *Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 01
  • Instituto Nacional Electoral en Tlaxcala