/ jueves 22 de noviembre de 2018

Espacio ITE

19 y 25 de noviembre

Denisse Hernández Blas*

¿Por qué son importantes estas dos fechas en la democracia? Bueno, el 19 de noviembre se conmemora el Día Internacional del Hombre y el 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La Organización de las Naciones Unidas menciona que ambas fechas –igual de importantes- sirven para “sensibilizar, concienciar, llamar la atención, señalar que existe un problema sin resolver, un asunto importante y pendiente en las sociedades para que, a través de esa sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas o para que los ciudadanos así lo exijan a sus representantes”.

El tema de género ha tomado notable relevancia debido a que visibilizamos la discriminación que a lo largo de la historia las mujeres han padecido para participar en asuntos públicos y en la toma de las decisiones que afectan a toda una comunidad, y de que no se puede entender una democracia sin la participación de mujeres y hombres en igualdad de circunstancias. Sin duda una tarea loable e importante la de promover la participación femenina en estos temas; sin embargo, no podremos ver materializada esa participación sin mirar al de al lado, es decir, a los hombres.

Sin la participación igualitaria de mujeres y hombres en la educación, en la política, en programas de gobierno, en políticas públicas, etc., la equidad de género no podrá ver la luz como muchas mujeres y muchos hombres anhelan; y menos si consideramos el tema de género como exclusivo de las mujeres.

De ahí la importancia de estas dos fechas que se conmemoran en el mes de noviembre. La violencia contra las mujeres es innegablemente reprochable, pero ¿qué violencia de todo tipo contra cualquier persona no lo es? Las instituciones debemos velar porque se erradique y se prevenga; sin embargo, debe ser un trabajo en conjunto y la educación toma un papel fundamental en esto.

Por supuesto que debemos educar a las niñas, pero no debemos olvidarnos de los niños y esa es responsabilidad de mamás y papás, cambiar el “chip” no es tarea fácil, pero tampoco imposible.

No debemos negar la existencia de hombres que fomentan la equidad de género y no solo en el discurso sino en su conducta y su labor diaria. Un ejemplo de ellos, son los jueces, que con sus sentencias logran reconocer los derechos de mujeres y hombres -insisto- en igualdad de condiciones, y no precisamente generando privilegios.

Poco se habla de la depresión y los suicidios en la población masculina, ni se conocen casos de hombres que sufran violencia en razón de género o que sufran violencia al no poder ejercer su cargo por el hecho de ser hombres, ¿qué pensaría usted si un hombre se quejase de que no lo dejan ejercer su función como síndico? No debemos considerar la violencia política únicamente como aquella perpetrada por hombres hacia las mujeres, también existe de mujeres contra mujeres.

Los hombres tienen una carga social sumamente arraigada en el rol que deben desempeñar; como ejemplo, aún en nuestra sociedad un hombre es el responsable de llevar el sustento al hogar, imagínese la discriminación que sufren aquellos hombres que deciden –por el motivo que sea- quedarse en el hogar y tomar el rol que tradicionalmente ejercen las mujeres.

Mujeres y hombres no somos enemigos ni debemos tomar los asuntos de equidad de género excluyéndonos, debemos hacer conciencia todos y todas para que los problemas que nos aquejan vayan mermando y los derechos se ejerzan por igual, para que mujeres y hombres trabajen en conjunto para crecer como sociedad.

La página web de la UNESCO muestra una frase que resume lo que busca la equidad de género: “Construir la paz en la mente de hombres y de las mujeres”. Enaltezcamos el trabajo de las personas y reprochemos la violencia contra las mismas, trabajemos en conjunto propiciando espacios para la reflexión, pero sobre todo en el actuar cotidiano de cada uno y cada una; recuerde que las palabras educan, pero el ejemplo arrasa, solo así y al paso de algunas generaciones podremos ver la participación igualitaria de hombres y mujeres en espacios públicos y privados, para un bien común: el beneficio de todos y todas. Usted ¿qué opina?

*Consejera electoral del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones

19 y 25 de noviembre

Denisse Hernández Blas*

¿Por qué son importantes estas dos fechas en la democracia? Bueno, el 19 de noviembre se conmemora el Día Internacional del Hombre y el 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La Organización de las Naciones Unidas menciona que ambas fechas –igual de importantes- sirven para “sensibilizar, concienciar, llamar la atención, señalar que existe un problema sin resolver, un asunto importante y pendiente en las sociedades para que, a través de esa sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas o para que los ciudadanos así lo exijan a sus representantes”.

El tema de género ha tomado notable relevancia debido a que visibilizamos la discriminación que a lo largo de la historia las mujeres han padecido para participar en asuntos públicos y en la toma de las decisiones que afectan a toda una comunidad, y de que no se puede entender una democracia sin la participación de mujeres y hombres en igualdad de circunstancias. Sin duda una tarea loable e importante la de promover la participación femenina en estos temas; sin embargo, no podremos ver materializada esa participación sin mirar al de al lado, es decir, a los hombres.

Sin la participación igualitaria de mujeres y hombres en la educación, en la política, en programas de gobierno, en políticas públicas, etc., la equidad de género no podrá ver la luz como muchas mujeres y muchos hombres anhelan; y menos si consideramos el tema de género como exclusivo de las mujeres.

De ahí la importancia de estas dos fechas que se conmemoran en el mes de noviembre. La violencia contra las mujeres es innegablemente reprochable, pero ¿qué violencia de todo tipo contra cualquier persona no lo es? Las instituciones debemos velar porque se erradique y se prevenga; sin embargo, debe ser un trabajo en conjunto y la educación toma un papel fundamental en esto.

Por supuesto que debemos educar a las niñas, pero no debemos olvidarnos de los niños y esa es responsabilidad de mamás y papás, cambiar el “chip” no es tarea fácil, pero tampoco imposible.

No debemos negar la existencia de hombres que fomentan la equidad de género y no solo en el discurso sino en su conducta y su labor diaria. Un ejemplo de ellos, son los jueces, que con sus sentencias logran reconocer los derechos de mujeres y hombres -insisto- en igualdad de condiciones, y no precisamente generando privilegios.

Poco se habla de la depresión y los suicidios en la población masculina, ni se conocen casos de hombres que sufran violencia en razón de género o que sufran violencia al no poder ejercer su cargo por el hecho de ser hombres, ¿qué pensaría usted si un hombre se quejase de que no lo dejan ejercer su función como síndico? No debemos considerar la violencia política únicamente como aquella perpetrada por hombres hacia las mujeres, también existe de mujeres contra mujeres.

Los hombres tienen una carga social sumamente arraigada en el rol que deben desempeñar; como ejemplo, aún en nuestra sociedad un hombre es el responsable de llevar el sustento al hogar, imagínese la discriminación que sufren aquellos hombres que deciden –por el motivo que sea- quedarse en el hogar y tomar el rol que tradicionalmente ejercen las mujeres.

Mujeres y hombres no somos enemigos ni debemos tomar los asuntos de equidad de género excluyéndonos, debemos hacer conciencia todos y todas para que los problemas que nos aquejan vayan mermando y los derechos se ejerzan por igual, para que mujeres y hombres trabajen en conjunto para crecer como sociedad.

La página web de la UNESCO muestra una frase que resume lo que busca la equidad de género: “Construir la paz en la mente de hombres y de las mujeres”. Enaltezcamos el trabajo de las personas y reprochemos la violencia contra las mismas, trabajemos en conjunto propiciando espacios para la reflexión, pero sobre todo en el actuar cotidiano de cada uno y cada una; recuerde que las palabras educan, pero el ejemplo arrasa, solo así y al paso de algunas generaciones podremos ver la participación igualitaria de hombres y mujeres en espacios públicos y privados, para un bien común: el beneficio de todos y todas. Usted ¿qué opina?

*Consejera electoral del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones