/ jueves 21 de noviembre de 2019

Espacio ITE | Hacia una democracia reflexiva

  • EDGAR ALFONSO ALDAVE AGUILAR*

Para partir de la premisa de que el pensamiento crítico es la base fundamental de la participación ciudadana, genera la necesidad de establecer su interpretación en la materia, pero más allá, sobre las bases que se construye este tecnicismo pedagógico.

El pensamiento crítico o reflexivo parte de una base fundamental que es la pedagogía, es decir, inducir a la persona a generar conocimiento y realidades a partir de ciertos parámetros generalmente aceptados, sin que esto signifique que esto provocará una o unas realidades colectivas.

En palabras simples, según Matthew Lipman, el pensamiento crítico es la capacidad de la persona para pensar por sí mismo. Y aunque pareciera que el ser humano es capaz de realizar tal acción, incluso sin recibir instrucción académica, lo cierto es que en la cotidianeidad nos decantamos por la percepción primaria de las cosas.

Jhon Dewey, como adjetivo de la afirmación anterior, establece que se requiere de una guía para que la autonomía cognitiva siente los cimientos necesarios para la futura adquisición de conocimiento.

De ahí que el critisismo analizado por Kant, parte de las experiencias empíricas y racionalistas, la primera influenciable a través de diversos factores anteriormente enunciados y la segunda que busca tener un sustento que compruebe su razón de ser. De tal manera que lo crítico también puede llamarse reflexivo o racional.

Existen diversos documentos que nos acercan al pensamiento crítico democrático, el acercamiento a corrientes de pensamiento que dan una idea más o menos aceptada, por ejemplo, Roberth Dhal centra su pensamiento democrático y lo explica en criterios que debe tener cualquier gobierno que se precie de serlo, entre éstos el de participación efectiva de la ciudadanía, y que más allá de la acepción estricta de la participación, se basa en dos aspectos fundamentales la asociación y participación libre e igualitaria, así como la apropiación de la información que se genere en lo público.

Pero que para el caso que nos ocupa, en México existen diversos autores que han dado cuenta de aspectos fundamentales de una participación ciudadana efectiva; las preguntas serían: ¿cómo llegar a lograr dicha premisa?, ¿cómo consolidar políticas públicas que logren la participación de la ciudadanía en los aspectos públicos?; entre otras tantas que podríamos cuestionarnos.

La participación ciudadana se asocia generalmente con la democracia sustantiva, y si bien en el Estado contamos con una de las mayores participaciones en procesos electorales, tanto locales como federales o concurrentes, lo cierto es que dicha participación nos deja mucho para analizar respecto de la forma en que la ciudadanía ejerce este derecho, tanto que se tiene un porcentaje de votación nula en aumento que en el último proceso electoral de 4.43%.

Asimismo la actual Ley de consulta ciudadana en la Entidad, no ha sido ocupada para la implementación de alguno de los mecanismos de participación ciudadana establecidos en ésta, al menos no se tiene registro de las solicitudes y procedimientos en su caso seguidos por las autoridades competentes.

Por lo mismo, el ITE trabaja en el eje sustantivo de la difusión de la información electoral, que tiene como propósito principal en generar esas guías de pensamiento, para que la ciudadanía tenga cimientos sólidos en la toma de decisiones y su participación activa en lo público.

El objetivo es que la ciudadanía rompa con los mitos y paradigmas socialmente aceptados y difundidos, para que su actuar se conduzca a través de los principios y valores democráticos.

El reto no es fácil, pues la población en general mide la eficiencia de sus gobiernos por el nivel y calidad de vida, recayendo sus demandas legítimas en toda institución de gobierno; la fácil obtención y difusión de información falsa a través de redes sociales y, en general, el desencanto con lo que tenga que ver con la palabra “política”, dejan los esfuerzos de las autoridades locales remar contra la corriente.

Por eso, se redoblan esfuerzos, se generan alianzas interinstitucionales y se acerca a todas las comunidades del Estado la información socialmente útil en materia de democracia, si quieres ser parte de estos esfuerzos, acércate a los trabajos del ITE.

  • *Consejero Electoral del ITE
  • EDGAR ALFONSO ALDAVE AGUILAR*

Para partir de la premisa de que el pensamiento crítico es la base fundamental de la participación ciudadana, genera la necesidad de establecer su interpretación en la materia, pero más allá, sobre las bases que se construye este tecnicismo pedagógico.

El pensamiento crítico o reflexivo parte de una base fundamental que es la pedagogía, es decir, inducir a la persona a generar conocimiento y realidades a partir de ciertos parámetros generalmente aceptados, sin que esto signifique que esto provocará una o unas realidades colectivas.

En palabras simples, según Matthew Lipman, el pensamiento crítico es la capacidad de la persona para pensar por sí mismo. Y aunque pareciera que el ser humano es capaz de realizar tal acción, incluso sin recibir instrucción académica, lo cierto es que en la cotidianeidad nos decantamos por la percepción primaria de las cosas.

Jhon Dewey, como adjetivo de la afirmación anterior, establece que se requiere de una guía para que la autonomía cognitiva siente los cimientos necesarios para la futura adquisición de conocimiento.

De ahí que el critisismo analizado por Kant, parte de las experiencias empíricas y racionalistas, la primera influenciable a través de diversos factores anteriormente enunciados y la segunda que busca tener un sustento que compruebe su razón de ser. De tal manera que lo crítico también puede llamarse reflexivo o racional.

Existen diversos documentos que nos acercan al pensamiento crítico democrático, el acercamiento a corrientes de pensamiento que dan una idea más o menos aceptada, por ejemplo, Roberth Dhal centra su pensamiento democrático y lo explica en criterios que debe tener cualquier gobierno que se precie de serlo, entre éstos el de participación efectiva de la ciudadanía, y que más allá de la acepción estricta de la participación, se basa en dos aspectos fundamentales la asociación y participación libre e igualitaria, así como la apropiación de la información que se genere en lo público.

Pero que para el caso que nos ocupa, en México existen diversos autores que han dado cuenta de aspectos fundamentales de una participación ciudadana efectiva; las preguntas serían: ¿cómo llegar a lograr dicha premisa?, ¿cómo consolidar políticas públicas que logren la participación de la ciudadanía en los aspectos públicos?; entre otras tantas que podríamos cuestionarnos.

La participación ciudadana se asocia generalmente con la democracia sustantiva, y si bien en el Estado contamos con una de las mayores participaciones en procesos electorales, tanto locales como federales o concurrentes, lo cierto es que dicha participación nos deja mucho para analizar respecto de la forma en que la ciudadanía ejerce este derecho, tanto que se tiene un porcentaje de votación nula en aumento que en el último proceso electoral de 4.43%.

Asimismo la actual Ley de consulta ciudadana en la Entidad, no ha sido ocupada para la implementación de alguno de los mecanismos de participación ciudadana establecidos en ésta, al menos no se tiene registro de las solicitudes y procedimientos en su caso seguidos por las autoridades competentes.

Por lo mismo, el ITE trabaja en el eje sustantivo de la difusión de la información electoral, que tiene como propósito principal en generar esas guías de pensamiento, para que la ciudadanía tenga cimientos sólidos en la toma de decisiones y su participación activa en lo público.

El objetivo es que la ciudadanía rompa con los mitos y paradigmas socialmente aceptados y difundidos, para que su actuar se conduzca a través de los principios y valores democráticos.

El reto no es fácil, pues la población en general mide la eficiencia de sus gobiernos por el nivel y calidad de vida, recayendo sus demandas legítimas en toda institución de gobierno; la fácil obtención y difusión de información falsa a través de redes sociales y, en general, el desencanto con lo que tenga que ver con la palabra “política”, dejan los esfuerzos de las autoridades locales remar contra la corriente.

Por eso, se redoblan esfuerzos, se generan alianzas interinstitucionales y se acerca a todas las comunidades del Estado la información socialmente útil en materia de democracia, si quieres ser parte de estos esfuerzos, acércate a los trabajos del ITE.

  • *Consejero Electoral del ITE