/ jueves 24 de octubre de 2019

Espacio ITE | ¿Para qué votan las mujeres?

DENISSE HERNÁNDEZ BLAS*

El pasado 18 de octubre se conmemoraron 66 años del derecho de las mujeres a votar para todos los cargos de elección popular. Algunas personas se preguntarán el porqué es transcendente este acontecimiento, la respuesta en este momento pareciera banal, sin embargo, en 1953 no lo fue y dio motivo a un extenso debate en el Congreso de la Unión. Al aprobarse esta reforma a la Constitución Federal, la democracia electoral y la política en México dio una vuelta de tuerca que trajo avances y cambios significativos en la participación no solo de las mujeres, sino también de los hombres.

El hecho de que las mujeres tuvieran reconocido el derecho de votar en las elecciones no solo les ha permitido tomar decisiones en igualdad de circunstancias que los hombres, sino que tuvo amplios alcances que han generado condiciones para que las mujeres se desarrollen en otras áreas que tenían “prohibidas”, por ejemplo, estudiar, tener propiedades o trabajar, entre otros derechos no menos importantes.

En materia política, son varios los logros que se han obtenido a partir de la reforma constitucional de 1953, las mujeres empezaron a ser postuladas como candidatas a cargos de elección popular y se empezaron a visibilizar situaciones que en la letra se antojaban igualitarias; sin embargo, en la realidad no fue así. A partir de la participación de las mujeres en la toma de decisiones públicas, se empezaron a dar cuenta de que la ley obstaculizaba dicha participación y poco a poco se fue modificando el porcentaje de candidaturas por parte de los partidos políticos.

En un principio la regla fue que los partidos políticos postularan del total de sus candidaturas, cuando más un 70 por cierto de un género, lo que se traducía, en la práctica, en un 70 por cierto de hombres y un 30 por ciento de mujeres; posteriormente cambió a un 60 por ciento de hombres a un 40 por ciento de mujeres, a esto se le llamó “cuota de género”. Actualmente hemos superado esa situación y ahora hablamos de paridad de género en la postulación de candidaturas a cargos de elección popular por parte de los partidos políticos, esto es, 50 por ciento mujeres y 50 por ciento hombres.

Otro hecho que se modificó fue la integración de las fórmulas de las candidaturas. Recordemos que tanto los partidos políticos, como ahora las candidaturas independientes, deben registrar a sus candidatos y candidatas mediante fórmulas, es decir, una persona propietaria y una suplente. Antaño existía la posibilidad de que se registrara un hombre y una mujer en una misma fórmula; sin embargo, esto trajo como consecuencia que, en ocasiones, si una mujer ganaba, esta renunciaba y quien ejercía el cargo era un hombre. Esto quedó atrás con la obligación de que las fórmulas sean del mismo género.

Ahora hemos trascendido y ya hablamos de paridad en todo; es decir, que no solo se debe observar 50 - 50 en la postulación a cargos de elección popular, sino en todos los ámbitos de la administración federal, lo que coadyuva para hacer realidad la participación real y efectiva de las mujeres en la vida pública, lo que invariablemente tiene repercusiones en la vida privada.

El reconocimiento del derecho a votar de las mujeres fue y sigue siendo transcendente porque, igualmente, fue el inicio de cambios en la legislación civil y penal, y ha propiciado que el papel de la mujer haya ido evolucionando para ir dando paso a otras realidades que hoy vemos. Es importante reflexionar lo que esa reforma constitucional trajo consigo, y que fue la base para que las mujeres y hombres empezaran a tomar decisiones en igualdad de condiciones; esto es, el resultado es compartir el poder.

Aún falta mucho por hacer, aprender y comprender. Todas las personas nacemos con las habilidades para desarrollarnos en el área que mejor nos acomode, y la política no tiene género.

Seguramente queremos ver cambios, pero debemos empezar por ser realistas, los resultados del trabajo de mujeres y hombres para lograr igualdad, no se verá reflejado en una semana, un mes o un año, estos cambios son generacionales. Tampoco lo podemos hacer únicamente desde la legislación, necesariamente requerimos del apoyo de todo el aparato del estado para modificar patrones que venimos repitiendo y, en este sentido, la educación es y debe ser una aliada.

Les invito a hacer una reflexión ¿Para qué votan las mujeres? ¿Para qué votan los hombres?

  • *Consejera Electoral del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones

DENISSE HERNÁNDEZ BLAS*

El pasado 18 de octubre se conmemoraron 66 años del derecho de las mujeres a votar para todos los cargos de elección popular. Algunas personas se preguntarán el porqué es transcendente este acontecimiento, la respuesta en este momento pareciera banal, sin embargo, en 1953 no lo fue y dio motivo a un extenso debate en el Congreso de la Unión. Al aprobarse esta reforma a la Constitución Federal, la democracia electoral y la política en México dio una vuelta de tuerca que trajo avances y cambios significativos en la participación no solo de las mujeres, sino también de los hombres.

El hecho de que las mujeres tuvieran reconocido el derecho de votar en las elecciones no solo les ha permitido tomar decisiones en igualdad de circunstancias que los hombres, sino que tuvo amplios alcances que han generado condiciones para que las mujeres se desarrollen en otras áreas que tenían “prohibidas”, por ejemplo, estudiar, tener propiedades o trabajar, entre otros derechos no menos importantes.

En materia política, son varios los logros que se han obtenido a partir de la reforma constitucional de 1953, las mujeres empezaron a ser postuladas como candidatas a cargos de elección popular y se empezaron a visibilizar situaciones que en la letra se antojaban igualitarias; sin embargo, en la realidad no fue así. A partir de la participación de las mujeres en la toma de decisiones públicas, se empezaron a dar cuenta de que la ley obstaculizaba dicha participación y poco a poco se fue modificando el porcentaje de candidaturas por parte de los partidos políticos.

En un principio la regla fue que los partidos políticos postularan del total de sus candidaturas, cuando más un 70 por cierto de un género, lo que se traducía, en la práctica, en un 70 por cierto de hombres y un 30 por ciento de mujeres; posteriormente cambió a un 60 por ciento de hombres a un 40 por ciento de mujeres, a esto se le llamó “cuota de género”. Actualmente hemos superado esa situación y ahora hablamos de paridad de género en la postulación de candidaturas a cargos de elección popular por parte de los partidos políticos, esto es, 50 por ciento mujeres y 50 por ciento hombres.

Otro hecho que se modificó fue la integración de las fórmulas de las candidaturas. Recordemos que tanto los partidos políticos, como ahora las candidaturas independientes, deben registrar a sus candidatos y candidatas mediante fórmulas, es decir, una persona propietaria y una suplente. Antaño existía la posibilidad de que se registrara un hombre y una mujer en una misma fórmula; sin embargo, esto trajo como consecuencia que, en ocasiones, si una mujer ganaba, esta renunciaba y quien ejercía el cargo era un hombre. Esto quedó atrás con la obligación de que las fórmulas sean del mismo género.

Ahora hemos trascendido y ya hablamos de paridad en todo; es decir, que no solo se debe observar 50 - 50 en la postulación a cargos de elección popular, sino en todos los ámbitos de la administración federal, lo que coadyuva para hacer realidad la participación real y efectiva de las mujeres en la vida pública, lo que invariablemente tiene repercusiones en la vida privada.

El reconocimiento del derecho a votar de las mujeres fue y sigue siendo transcendente porque, igualmente, fue el inicio de cambios en la legislación civil y penal, y ha propiciado que el papel de la mujer haya ido evolucionando para ir dando paso a otras realidades que hoy vemos. Es importante reflexionar lo que esa reforma constitucional trajo consigo, y que fue la base para que las mujeres y hombres empezaran a tomar decisiones en igualdad de condiciones; esto es, el resultado es compartir el poder.

Aún falta mucho por hacer, aprender y comprender. Todas las personas nacemos con las habilidades para desarrollarnos en el área que mejor nos acomode, y la política no tiene género.

Seguramente queremos ver cambios, pero debemos empezar por ser realistas, los resultados del trabajo de mujeres y hombres para lograr igualdad, no se verá reflejado en una semana, un mes o un año, estos cambios son generacionales. Tampoco lo podemos hacer únicamente desde la legislación, necesariamente requerimos del apoyo de todo el aparato del estado para modificar patrones que venimos repitiendo y, en este sentido, la educación es y debe ser una aliada.

Les invito a hacer una reflexión ¿Para qué votan las mujeres? ¿Para qué votan los hombres?

  • *Consejera Electoral del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones