/ martes 9 de febrero de 2021

Espacio TET | Coaliciones. Una forma de participación democrática

  • Miguel Nava Xochitiotzi*

La búsqueda del equilibrio entre la escisión y el consenso dentro de una organización social al pretender conquistar el poder político, o bien influir en el mismo, encuentra una senda favorable en la figura jurídica - política de las coaliciones.

Ello, porque la división de la sociedad que puede generarse ante un problema concreto o en un momento de inestabilidad política, resulta ser, irónicamente, propicia para la conjunción.

Históricamente, la formación, desarrollo y extinción de alianzas y coaliciones resultan tan complejos, que es difícil expresar con exactitud y profundidad el dinamismo de la formación de estas. Pero sin duda, su fin último consiste en integrar representación y formar un gobierno que pueda generar políticas públicas eficientes e integradoras de intereses diversos.

Una característica a destacar consiste en que, a pesar de las diferencias que puedan existir entre sus integrantes, una vez que se construye una coalición, gracias al establecimiento de un conjunto de objetivos en común, es que comienza a esbozarse el diálogo hacia las estrategias que estos emplearán para su consecución, utilizando cada uno el conjunto de recursos que tienen a su disposición.

Una alianza para el ejercicio del poder, asegura su mantenimiento con cohesión interna. El establecimiento de la distribución de roles y el reparto de las conquistas, así como el consenso en función de las aspiraciones de sus afiliados o electores, previenen el surgimiento de conflictos internos, porque precisamente son sus desiguales relaciones los pilares en que se sujetan los lazos de apoyo y solidaridad que permiten a esos diversos grupos caminar en el mismo sentido.

La contienda electoral en coalición constituye una modalidad importante en la participación política, investida, por supuesto, de coincidencia ideológica, favorable en la medida que el campo político se expande progresivamente sobre nuevas capas sociales, que ven allí representados sus intereses.

En un sistema democrático como el nuestro, la posibilidad de que los institutos se coaliguen deriva del derecho de asociación en materia política, pues la Constitución Política Federal, señala de manera general que, a través de los partidos políticos se tiene como finalidad “…promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo”.

Es así que los partidos políticos pueden desarrollar sus actividades solos, o unidos de manera temporal con otro u otros, constituyendo así frentes o coaliciones.

Entonces, para contribuir al fortalecimiento del reconocimiento del mismo, conviene concebir a las coaliciones como una unidad fija, que contribuye a garantizar la representatividad, la gobernabilidad eficaz y, además, facilita la revisión de dichas asociaciones frente al cumplimiento de las normas.

Propongo que las coaliciones electorales no se vean de manera aislada, sino como parte de un proceso para conformar alianzas de mayor duración. Se debe pensar en nuevas normas que generen incentivos, tanto positivos como negativos, para la construcción de coaliciones que garanticen la gobernabilidad y la formación de políticas públicas eficientes.

  • * Magistrado del Tribunal Electoral de Tlaxcala
  • Miguel Nava Xochitiotzi*

La búsqueda del equilibrio entre la escisión y el consenso dentro de una organización social al pretender conquistar el poder político, o bien influir en el mismo, encuentra una senda favorable en la figura jurídica - política de las coaliciones.

Ello, porque la división de la sociedad que puede generarse ante un problema concreto o en un momento de inestabilidad política, resulta ser, irónicamente, propicia para la conjunción.

Históricamente, la formación, desarrollo y extinción de alianzas y coaliciones resultan tan complejos, que es difícil expresar con exactitud y profundidad el dinamismo de la formación de estas. Pero sin duda, su fin último consiste en integrar representación y formar un gobierno que pueda generar políticas públicas eficientes e integradoras de intereses diversos.

Una característica a destacar consiste en que, a pesar de las diferencias que puedan existir entre sus integrantes, una vez que se construye una coalición, gracias al establecimiento de un conjunto de objetivos en común, es que comienza a esbozarse el diálogo hacia las estrategias que estos emplearán para su consecución, utilizando cada uno el conjunto de recursos que tienen a su disposición.

Una alianza para el ejercicio del poder, asegura su mantenimiento con cohesión interna. El establecimiento de la distribución de roles y el reparto de las conquistas, así como el consenso en función de las aspiraciones de sus afiliados o electores, previenen el surgimiento de conflictos internos, porque precisamente son sus desiguales relaciones los pilares en que se sujetan los lazos de apoyo y solidaridad que permiten a esos diversos grupos caminar en el mismo sentido.

La contienda electoral en coalición constituye una modalidad importante en la participación política, investida, por supuesto, de coincidencia ideológica, favorable en la medida que el campo político se expande progresivamente sobre nuevas capas sociales, que ven allí representados sus intereses.

En un sistema democrático como el nuestro, la posibilidad de que los institutos se coaliguen deriva del derecho de asociación en materia política, pues la Constitución Política Federal, señala de manera general que, a través de los partidos políticos se tiene como finalidad “…promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo”.

Es así que los partidos políticos pueden desarrollar sus actividades solos, o unidos de manera temporal con otro u otros, constituyendo así frentes o coaliciones.

Entonces, para contribuir al fortalecimiento del reconocimiento del mismo, conviene concebir a las coaliciones como una unidad fija, que contribuye a garantizar la representatividad, la gobernabilidad eficaz y, además, facilita la revisión de dichas asociaciones frente al cumplimiento de las normas.

Propongo que las coaliciones electorales no se vean de manera aislada, sino como parte de un proceso para conformar alianzas de mayor duración. Se debe pensar en nuevas normas que generen incentivos, tanto positivos como negativos, para la construcción de coaliciones que garanticen la gobernabilidad y la formación de políticas públicas eficientes.

  • * Magistrado del Tribunal Electoral de Tlaxcala