/ viernes 12 de febrero de 2021

Factores reales de poder

Rabiosa polémica originó repatriar al mexicano exsecretario de la Defensa de E.E.U.U. Se pretendía juzgarlo por supuestos delitos del narcotráfico. Se entenderá el porqué de esa decisión si revisamos que la democracia como esquema de gobierno es perfectible. Ni la griega fue perfecta. El país atraviesa una coyuntura de reformas ordenadas en las urnas. Hastiado el pueblo de tanta ladronería y saqueo neoliberal. Inconforme con la entrega al exterior de la generación y venta de electricidad. Habiendo quedado CFE como vacío cascarón, confinado a la reventa, el cobro y la entrega de inexplicables subsidios a los privados. Administrador, cobrador y pagador y el consumidor circunscrito, al pago de una energía encarecida, mercancía de esas empresas, utilidades dirigidas a las arcas externas. Consumada la rapiña con la complicidad de un legislativo corrupto. El único camino viable resultó ser una propuesta de reforma que devolviese la rectoría energética al país.

El voto popular es un mandato, pero las decisiones de gobierno se conforman por los grandes intereses como el gran capital, las iglesias, la fuerza militar y policiaca y hasta la banca y el imperio del norte. Constante presionan para influir en ellas para su beneficio. Así fue como se consumó la entrega del gobierno peñista. El más real de todos los poderes extra electorales es la fuerza militar. En Roma, el jefe militar que regresaba victorioso de las guerras provincianas, automáticamente se constituía en emperador. En la historia del mundo, los ejemplos abundan, de cómo los líderes de la fuerza armada asumen el poder estatal. Las democracias para sobrevivir y ser posibles, requieren el respaldo de las fuerzas armadas. En Myanmar, pequeña república del sudeste asiático, hace unos días los militares asumieron el mando, desplazando a una premio nobel electa. En la “real politik”, la viabilidad de las decisiones de un gobierno democrático se sostiene con el decidido apoyo que recibe de las fuerzas armadas.

En el pasado inmediato, se desmanteló la producción oficial de energía. Se cumplió el compromiso de ninguna nueva planta generadora. CFE quedó como reumático paquidermo empantanado, sin posibilidad de acción ni destino. Energía cara, una empresa de fachada, corruptos e impagables compromisos. La crisis pandémica que azota. Una recuperación económica inaplazable. Devolver la rectoría energética al estado se tornó imperativo. Pero son poderosos los intereses en juego. No faltará quien atice incluso la posibilidad de un golpe de estado. Golpes de audacia y en favor de México se necesitan. Ahora se tiene la absoluta lealtad de las fuerzas armadas en favor de las decisiones nacionales. Piso firme e inconmovible para proceder sin temor. ¡No! En una democracia occidental no basta el mandato del voto popular, también la certeza de que se cuenta el favor de las fuerzas armadas.

Ahora nos resulta comprensible por qué como decisión de gobierno se reintegró al país al ex jefe militar de ese poder. Las estructuras militares están de plácemes.

Rabiosa polémica originó repatriar al mexicano exsecretario de la Defensa de E.E.U.U. Se pretendía juzgarlo por supuestos delitos del narcotráfico. Se entenderá el porqué de esa decisión si revisamos que la democracia como esquema de gobierno es perfectible. Ni la griega fue perfecta. El país atraviesa una coyuntura de reformas ordenadas en las urnas. Hastiado el pueblo de tanta ladronería y saqueo neoliberal. Inconforme con la entrega al exterior de la generación y venta de electricidad. Habiendo quedado CFE como vacío cascarón, confinado a la reventa, el cobro y la entrega de inexplicables subsidios a los privados. Administrador, cobrador y pagador y el consumidor circunscrito, al pago de una energía encarecida, mercancía de esas empresas, utilidades dirigidas a las arcas externas. Consumada la rapiña con la complicidad de un legislativo corrupto. El único camino viable resultó ser una propuesta de reforma que devolviese la rectoría energética al país.

El voto popular es un mandato, pero las decisiones de gobierno se conforman por los grandes intereses como el gran capital, las iglesias, la fuerza militar y policiaca y hasta la banca y el imperio del norte. Constante presionan para influir en ellas para su beneficio. Así fue como se consumó la entrega del gobierno peñista. El más real de todos los poderes extra electorales es la fuerza militar. En Roma, el jefe militar que regresaba victorioso de las guerras provincianas, automáticamente se constituía en emperador. En la historia del mundo, los ejemplos abundan, de cómo los líderes de la fuerza armada asumen el poder estatal. Las democracias para sobrevivir y ser posibles, requieren el respaldo de las fuerzas armadas. En Myanmar, pequeña república del sudeste asiático, hace unos días los militares asumieron el mando, desplazando a una premio nobel electa. En la “real politik”, la viabilidad de las decisiones de un gobierno democrático se sostiene con el decidido apoyo que recibe de las fuerzas armadas.

En el pasado inmediato, se desmanteló la producción oficial de energía. Se cumplió el compromiso de ninguna nueva planta generadora. CFE quedó como reumático paquidermo empantanado, sin posibilidad de acción ni destino. Energía cara, una empresa de fachada, corruptos e impagables compromisos. La crisis pandémica que azota. Una recuperación económica inaplazable. Devolver la rectoría energética al estado se tornó imperativo. Pero son poderosos los intereses en juego. No faltará quien atice incluso la posibilidad de un golpe de estado. Golpes de audacia y en favor de México se necesitan. Ahora se tiene la absoluta lealtad de las fuerzas armadas en favor de las decisiones nacionales. Piso firme e inconmovible para proceder sin temor. ¡No! En una democracia occidental no basta el mandato del voto popular, también la certeza de que se cuenta el favor de las fuerzas armadas.

Ahora nos resulta comprensible por qué como decisión de gobierno se reintegró al país al ex jefe militar de ese poder. Las estructuras militares están de plácemes.