/ jueves 28 de mayo de 2020

Fuera de Agenda | En tierra de nadie

Al general Norberto Cortés Rodríguez le llegó pronto el aviso de que en noviembre próximo podría alcanzar el grado máximo al que aspira cualquier soldado del Ejército mexicano. A principio de mayo, cuando tomó posesión como comandante de la doceava región militar, con jurisdicción territorial en los estados de Michoacán, Guanajuato y Querétaro, nadie se percató que asumía un puesto reservado para generales de división, cuando todavía ostenta grado de general de brigada.

Una lectura de esta designación, mas allá de que le coloca en la antesala de ascender a divisionario, es que en la cúpula militar del país se ha reducido la nómina de oficiales de alta graduación con el perfil profesional que requiere la onda expasiva del crimen e inseguridad en la que quizá sea hoy día la región más explosivas del país.

En su toma de posesión en Irapuato, sede de la comandancia a su cargo, los gobernadores de Guanajuato y Querétaro le pidieron reforzar los operativos conjuntos en municipios limítrofes. Los altos indices de asesinatos vinculados a las disputas territoriales del crimen organizado en estas zonas, colocan a la Guardia Nacional en la mira para que dé resultados. Nadie duda que las tropas a su cargo dependen de una buena conducción y una visión estratégica del terreno que pisan, y que de una vez se note que están trabajando.

El general recibió hace unos años la medalla al mérito por su papel en la campaña contra el narcotráfico, los especialistas creen que la hará valer en esta parte del país.

Cortés Rodríguez aparece en los anales de la guerra contra el narco por su polémico papel en el año 2002 al fente del 65 batallón de infantería, cuando tenía su cuartel en Guamúchil, Sinaloa. Por aquel entonces era coronel y tenía a su mando esta unidad que fue desarticulada ante el alto número de oficiales y soldados que fueron sobornados por las bandas de tráfico de drogas.

Su hoja de servicios militares refiere que después de que fue exonerado de aquel episodio tuvo otras encomiendas, una de ellas en la agregaduría militar en la Embajada de México en Washington, y después como jefe de la sección tercera –operaciones—del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Pasó también por la comandancia del Cuerpo de Fuerzas Especiales, donde fue jefe de estado mayor, y por las zonas militares de Hermosillo, Sonora; y La Mojonera, en Zapopan, Jalisco.

En estas semanas que lleva al frente de la región pudo constatar cómo la Tierra Caliente, que une a Michoacán, Guerrero y Estado de México, está considerada tierra de nadie. No tuvo tiempo para la nostalgia cuando pasó por Coalcomán, nueva sede del 65 batallón de infantería, pues en esta zona los grupos de autodefensa se reactivaron contra grupos foráneos del crimen organizado.

De Apatzingán a Aguililla y de ahí a Huetamo, límites con Guerrero, supo del personal de Policia Militar que se desertó para unirse a las filas del crimen. También de cómo el autodenominado Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), libra una lucha fraticida con la llamada Familia michoacana, con una campaña de terror en redes sociales donde la barbarie que exhiben es un aviso de que la anarquÍa podrÍa agudizarse en las semanas por venir.

Al general Norberto Cortés Rodríguez le llegó pronto el aviso de que en noviembre próximo podría alcanzar el grado máximo al que aspira cualquier soldado del Ejército mexicano. A principio de mayo, cuando tomó posesión como comandante de la doceava región militar, con jurisdicción territorial en los estados de Michoacán, Guanajuato y Querétaro, nadie se percató que asumía un puesto reservado para generales de división, cuando todavía ostenta grado de general de brigada.

Una lectura de esta designación, mas allá de que le coloca en la antesala de ascender a divisionario, es que en la cúpula militar del país se ha reducido la nómina de oficiales de alta graduación con el perfil profesional que requiere la onda expasiva del crimen e inseguridad en la que quizá sea hoy día la región más explosivas del país.

En su toma de posesión en Irapuato, sede de la comandancia a su cargo, los gobernadores de Guanajuato y Querétaro le pidieron reforzar los operativos conjuntos en municipios limítrofes. Los altos indices de asesinatos vinculados a las disputas territoriales del crimen organizado en estas zonas, colocan a la Guardia Nacional en la mira para que dé resultados. Nadie duda que las tropas a su cargo dependen de una buena conducción y una visión estratégica del terreno que pisan, y que de una vez se note que están trabajando.

El general recibió hace unos años la medalla al mérito por su papel en la campaña contra el narcotráfico, los especialistas creen que la hará valer en esta parte del país.

Cortés Rodríguez aparece en los anales de la guerra contra el narco por su polémico papel en el año 2002 al fente del 65 batallón de infantería, cuando tenía su cuartel en Guamúchil, Sinaloa. Por aquel entonces era coronel y tenía a su mando esta unidad que fue desarticulada ante el alto número de oficiales y soldados que fueron sobornados por las bandas de tráfico de drogas.

Su hoja de servicios militares refiere que después de que fue exonerado de aquel episodio tuvo otras encomiendas, una de ellas en la agregaduría militar en la Embajada de México en Washington, y después como jefe de la sección tercera –operaciones—del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Pasó también por la comandancia del Cuerpo de Fuerzas Especiales, donde fue jefe de estado mayor, y por las zonas militares de Hermosillo, Sonora; y La Mojonera, en Zapopan, Jalisco.

En estas semanas que lleva al frente de la región pudo constatar cómo la Tierra Caliente, que une a Michoacán, Guerrero y Estado de México, está considerada tierra de nadie. No tuvo tiempo para la nostalgia cuando pasó por Coalcomán, nueva sede del 65 batallón de infantería, pues en esta zona los grupos de autodefensa se reactivaron contra grupos foráneos del crimen organizado.

De Apatzingán a Aguililla y de ahí a Huetamo, límites con Guerrero, supo del personal de Policia Militar que se desertó para unirse a las filas del crimen. También de cómo el autodenominado Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), libra una lucha fraticida con la llamada Familia michoacana, con una campaña de terror en redes sociales donde la barbarie que exhiben es un aviso de que la anarquÍa podrÍa agudizarse en las semanas por venir.