/ viernes 1 de enero de 2021

Hacia un año diferente

Seria sarcástico desear “Feliz Año Nuevo”. Este no lo ha sido ni el que viene parece serlo. Vendrá un cambio calendárico y secuencial en aquella cuenta que arranco con el nacimiento del mesías.

Por hoy, infinitos son los temas acerca de los cuales reflexionar. Vivimos días de asueto, finales del año, no tiene espacio perfilar horizontes reflexivos con los nubarrones densos, que hoy nos ofrece el panorama nacional y mundial.

Por eso, solo tres cuestiones ocuparan este espacio que la prensa escrita de Tlaxcala me regala: UNO. - El problema de la privatización penitenciaria, DOS. – El encarecimiento de los insumos médicos, TRES. -La pertinencia de una verdadera fraternidad entre nosotros.

Los neoliberales, PRI /PAN, privatizaron áreas enormes del sistema penitenciario. Imponer penas y administrar los sitios de su compurgación, es tarea que corresponde al estado soberano. El administra la violencia física legitimada, es el quien debe estar al tanto de que las penas se cumplan en condiciones humanas.

La ley es la voz del pueblo soberano, que supuestamente se dicta a través de sus representantes. Los Jueces deben juzgar y determinar qué sanción corresponde a qué delito y esto, en nombre del mismo pueblo.

El sistema penitenciario nunca debió haber pasado a manos de particulares, pero los gobiernos neoliberales lo entregaron con toda comodidad, construcción, administración, manejo absoluto. Se convirtieron en productivos negocios, en empresas de costo beneficio, en inversiones para escalar ganancias. De por si los penales en México, no rehabilitan y si criminalizan.

En realidad, son “empresas” de cuyas utilidades se valen unos cuantos que están al frente y construyen envidiables fortunas. Fue un mayúsculo disparate haber entregado esa área del derecho penal a los empresarios y debe cuanto antes rescatarse. Son espacios donde todo tiene un precio: beber un vaso de agua, comer, dónde dormir, derecho a usar el sanitario, el uso del aparato telefónico público, la visita conyugal y desde luego el pago a las mafias internas para que respeten la integridad corporal del interno.

Muchos penales en México están gobernados por los mismos presos. La reforma penal tan cacareada no ha entrado a resolver la problemática de esa “Región”, tan densa y conflictiva. Parece que ahora finalmente lo harán las autoridades de Gobernación. Les deseo todo el éxito del mundo, porque se trata de un sistema verdaderamente infrahumano, brutal en muchos casos, al cual la autoridad y la sociedad no reviran la mirada.

El siguiente tema: estamos viviendo un despiadado encarecimiento de los suministros médicos. Esto, en medio de la ola pandémica que nos azota. Es otro mal, que alguien debe remediar, porque golpea sin piedad al bolsillo del pueblo de México.

Por favor, autoridades de comercio y sanitarias, presten debida atención a esta problemática. Se cerraron muchas fuentes de trabajo, vivimos en un confinamiento forzoso, pero conveniente y cuando alguien de la familia enferma, vendemos hasta la camisa. Observemos… el cuadro medicamentoso que se recomienda para paliar los síntomas de la pandemia, aquel con el que los médicos van “toreando” la enfermedad, en su costo se ha ido hasta las nubes. Ya no se trata de subir tres, cuatro pesos, se le sube en cientos y hasta en miles y además lo escasean. Están “hambreando”, con las medicinas.

La especulación, está en su máximo. Las hienas acaparadoras y proveedoras están pudriéndose en dinero a costa de sufrimiento, dolor y muerte del prójimo. Hay hospitales que cobran en millones la atención del Covid y la gente muere de cualquier manera. Esto lo vengo denunciando desde el principio de la pandemia, pero no miro que se tome al toro por los cuernos.

Alguien debiera llevar registro de la forma tan descarada y cínica en que se han encarecido los satisfactores más elementales de la salud.

Se comprobaría que, como nunca, padecemos una espiral inflacionaria en precios de los medicamentos. Alguna autoridad debe poner un hasta aquí, pero de ya. Si no lo hacemos, la desesperación, conducirá a la violencia para poder atender la salud de las familias.

La tercera consideración: el venidero será un año diferente solo si somos fraternos entre nosotros, los seres humanos. Si nos aplicamos a construir una sociedad de hermanos y derribamos las barreras del egoísmo y el individualismo. Quienes de oficio tienen la expresión de la palabra del poder político deben comprender que en sus manos tienen la más poderosa herramienta de cambio social, y deben ponerla al servicio de las más elevadas causas como lo es la vida humana y su consiguiente felicidad que a cada paso se nos niega.

Agua limpia que beber, alimentos libres de conservadores que comer, aire limpio que respirar, trabajo honesto y abundante, digno y remunerativo. Una sociedad en paz, sin la violencia que nos flagela. Gobernantes honorables y jueces justos, religiones piadosas y humanas, sistemas de salud al alcance de todos.

Educación para la vida y la felicidad. Y que todo esto sea universal. Que una gran fraternidad nacional y universal nos agrupe, abrace y proteja. Sin renunciar desde luego al bienestar de los nuestros.

Entonces, y solo entonces, resultaría coherente regocijarnos con la expresión del “Feliz Año Nuevo”. Porque nuestra diaria existencia además sería de permanente felicidad.

El esfuerzo de esta generación, debiera encaminarse en esas direcciones, porque la reflexión final es que estamos viviendo un mundo caótico y desastroso, y ese, no es el que soñamos heredarles a nuestros hijos y nietos.

Pero no podemos pensar en lo individual y ser felices de la puerta de nuestra casa hacia dentro y de la puerta hacia afuera que el mundo se acabe. Esta es una barca en donde todos navegamos, la tormenta está en lo máximo y si no actuamos conjuntamente, seguramente ni en lo individual ni en lo colectivo seremos felices. Pero creo que sí lo merecemos.


Seria sarcástico desear “Feliz Año Nuevo”. Este no lo ha sido ni el que viene parece serlo. Vendrá un cambio calendárico y secuencial en aquella cuenta que arranco con el nacimiento del mesías.

Por hoy, infinitos son los temas acerca de los cuales reflexionar. Vivimos días de asueto, finales del año, no tiene espacio perfilar horizontes reflexivos con los nubarrones densos, que hoy nos ofrece el panorama nacional y mundial.

Por eso, solo tres cuestiones ocuparan este espacio que la prensa escrita de Tlaxcala me regala: UNO. - El problema de la privatización penitenciaria, DOS. – El encarecimiento de los insumos médicos, TRES. -La pertinencia de una verdadera fraternidad entre nosotros.

Los neoliberales, PRI /PAN, privatizaron áreas enormes del sistema penitenciario. Imponer penas y administrar los sitios de su compurgación, es tarea que corresponde al estado soberano. El administra la violencia física legitimada, es el quien debe estar al tanto de que las penas se cumplan en condiciones humanas.

La ley es la voz del pueblo soberano, que supuestamente se dicta a través de sus representantes. Los Jueces deben juzgar y determinar qué sanción corresponde a qué delito y esto, en nombre del mismo pueblo.

El sistema penitenciario nunca debió haber pasado a manos de particulares, pero los gobiernos neoliberales lo entregaron con toda comodidad, construcción, administración, manejo absoluto. Se convirtieron en productivos negocios, en empresas de costo beneficio, en inversiones para escalar ganancias. De por si los penales en México, no rehabilitan y si criminalizan.

En realidad, son “empresas” de cuyas utilidades se valen unos cuantos que están al frente y construyen envidiables fortunas. Fue un mayúsculo disparate haber entregado esa área del derecho penal a los empresarios y debe cuanto antes rescatarse. Son espacios donde todo tiene un precio: beber un vaso de agua, comer, dónde dormir, derecho a usar el sanitario, el uso del aparato telefónico público, la visita conyugal y desde luego el pago a las mafias internas para que respeten la integridad corporal del interno.

Muchos penales en México están gobernados por los mismos presos. La reforma penal tan cacareada no ha entrado a resolver la problemática de esa “Región”, tan densa y conflictiva. Parece que ahora finalmente lo harán las autoridades de Gobernación. Les deseo todo el éxito del mundo, porque se trata de un sistema verdaderamente infrahumano, brutal en muchos casos, al cual la autoridad y la sociedad no reviran la mirada.

El siguiente tema: estamos viviendo un despiadado encarecimiento de los suministros médicos. Esto, en medio de la ola pandémica que nos azota. Es otro mal, que alguien debe remediar, porque golpea sin piedad al bolsillo del pueblo de México.

Por favor, autoridades de comercio y sanitarias, presten debida atención a esta problemática. Se cerraron muchas fuentes de trabajo, vivimos en un confinamiento forzoso, pero conveniente y cuando alguien de la familia enferma, vendemos hasta la camisa. Observemos… el cuadro medicamentoso que se recomienda para paliar los síntomas de la pandemia, aquel con el que los médicos van “toreando” la enfermedad, en su costo se ha ido hasta las nubes. Ya no se trata de subir tres, cuatro pesos, se le sube en cientos y hasta en miles y además lo escasean. Están “hambreando”, con las medicinas.

La especulación, está en su máximo. Las hienas acaparadoras y proveedoras están pudriéndose en dinero a costa de sufrimiento, dolor y muerte del prójimo. Hay hospitales que cobran en millones la atención del Covid y la gente muere de cualquier manera. Esto lo vengo denunciando desde el principio de la pandemia, pero no miro que se tome al toro por los cuernos.

Alguien debiera llevar registro de la forma tan descarada y cínica en que se han encarecido los satisfactores más elementales de la salud.

Se comprobaría que, como nunca, padecemos una espiral inflacionaria en precios de los medicamentos. Alguna autoridad debe poner un hasta aquí, pero de ya. Si no lo hacemos, la desesperación, conducirá a la violencia para poder atender la salud de las familias.

La tercera consideración: el venidero será un año diferente solo si somos fraternos entre nosotros, los seres humanos. Si nos aplicamos a construir una sociedad de hermanos y derribamos las barreras del egoísmo y el individualismo. Quienes de oficio tienen la expresión de la palabra del poder político deben comprender que en sus manos tienen la más poderosa herramienta de cambio social, y deben ponerla al servicio de las más elevadas causas como lo es la vida humana y su consiguiente felicidad que a cada paso se nos niega.

Agua limpia que beber, alimentos libres de conservadores que comer, aire limpio que respirar, trabajo honesto y abundante, digno y remunerativo. Una sociedad en paz, sin la violencia que nos flagela. Gobernantes honorables y jueces justos, religiones piadosas y humanas, sistemas de salud al alcance de todos.

Educación para la vida y la felicidad. Y que todo esto sea universal. Que una gran fraternidad nacional y universal nos agrupe, abrace y proteja. Sin renunciar desde luego al bienestar de los nuestros.

Entonces, y solo entonces, resultaría coherente regocijarnos con la expresión del “Feliz Año Nuevo”. Porque nuestra diaria existencia además sería de permanente felicidad.

El esfuerzo de esta generación, debiera encaminarse en esas direcciones, porque la reflexión final es que estamos viviendo un mundo caótico y desastroso, y ese, no es el que soñamos heredarles a nuestros hijos y nietos.

Pero no podemos pensar en lo individual y ser felices de la puerta de nuestra casa hacia dentro y de la puerta hacia afuera que el mundo se acabe. Esta es una barca en donde todos navegamos, la tormenta está en lo máximo y si no actuamos conjuntamente, seguramente ni en lo individual ni en lo colectivo seremos felices. Pero creo que sí lo merecemos.