/ martes 10 de diciembre de 2019

He querido llorar

Es abrumador conocer tantos casos en los que la impunidad, la incompetencia, la corrupción dejan sin vida y sin justicia a tantas mujeres en México. Es tan grave y triste que cada caso abre heridas y nos deja con esta congoja que se convierte en lágrimas cuando uno menos espera. Hace un par de días he querido llorar por cada una de ellas. Me abrumó el sentimiento, me arrasó la humanidad.

He querido llorar por la muerte de Abril presuntamente mandada a asesinar por su marido después de fracturarle el cráneo con un bate y ser dejado en libertad por un juez que si no corrupto al menos demostró ser incompetente.

He querido llorar por el escarnio y despiadado juicio de la sociedad contra Karen que al parecer decepcionó a los internautas por su aspecto físico y, ¡vaya usted a imaginar! por aparecer viva y no vejada, torturada y asesinada. La masa entonces hubiese penado por su muerte pero es incapaz de valorar y celebrar su vida.

He querido llorar porque en nuestro Tlaxcala Mayra Areli Mendoza QEPD a decir de familiares suyos estaba en la morgue desde el 26 de noviembre y la alerta amber salió el 2 de diciembre. Es decir, ni siquiera tuvieron la delicadeza de revisar primero si ya era demasiado tarde.

He querido llorar al ver a muchachitos futbolistas profesionales de menos de 20 años que exponiendo su más burdo machismos, se han burlado de un cántico que por desesperado se ha vuelto himno de quienes estamos hartas de ser señaladas como presuntas provocadoras de la violencia que contra la mujer se ejerce en latinoamérica: El violador eres tú.

  • He querido llorar por nuestro dolido y sangrante Mexico, que olvida el valor de la dignidad y valor que significa tener latidos de corazón.

También llegó a mi la versión en español de un video originalmente italiano de niños a quienes individualmente se les pregunta qué quieren estudiar y por qué. Luego aparece una niña y les preguntan qué les gusta más de ella, enseguida les piden que le hagan una caricia (sin preguntarle a ella por cierto si está de acuerdo) y al final les piden que le den un golpe… una bofetada. Todos los niños sin excepción dijeron que no; en respuestas diversas todos dijeron que a las niñas no se les pega.

He querido llorar por lo que la sociedad le hace a los hombres para transformarlos de niños que saben que a las niñas no se les pega en feminicidas.

He querido llorar por las mujeres que siendo niñas, entre niños se pueden sentir salvas y felices para transformarse en mujeres atrapadas en relaciones que las aterrorizan y matan.

He querido llorar por nuestro dolido y sangrante Mexico, que olvida el valor de la dignidad y valor que significa tener latidos de corazón.

Tal vez es Abril que no pudo después de 25 años vivir en paz, Karen que vivirá estigmatizada o Mayra, cuyo cuerpo las autoridades vieron como un objeto que no ameritó ni un vistazo, mucho menos una oración por su vida. Tal vez son las diez que hoy morirán con terror en sus caras. Tal vez es la frustración porque las nuevas generaciones reproducen la violencia, tal vez es que no se ve salida, no sé, pero he querido llorar tanto...


Es abrumador conocer tantos casos en los que la impunidad, la incompetencia, la corrupción dejan sin vida y sin justicia a tantas mujeres en México. Es tan grave y triste que cada caso abre heridas y nos deja con esta congoja que se convierte en lágrimas cuando uno menos espera. Hace un par de días he querido llorar por cada una de ellas. Me abrumó el sentimiento, me arrasó la humanidad.

He querido llorar por la muerte de Abril presuntamente mandada a asesinar por su marido después de fracturarle el cráneo con un bate y ser dejado en libertad por un juez que si no corrupto al menos demostró ser incompetente.

He querido llorar por el escarnio y despiadado juicio de la sociedad contra Karen que al parecer decepcionó a los internautas por su aspecto físico y, ¡vaya usted a imaginar! por aparecer viva y no vejada, torturada y asesinada. La masa entonces hubiese penado por su muerte pero es incapaz de valorar y celebrar su vida.

He querido llorar porque en nuestro Tlaxcala Mayra Areli Mendoza QEPD a decir de familiares suyos estaba en la morgue desde el 26 de noviembre y la alerta amber salió el 2 de diciembre. Es decir, ni siquiera tuvieron la delicadeza de revisar primero si ya era demasiado tarde.

He querido llorar al ver a muchachitos futbolistas profesionales de menos de 20 años que exponiendo su más burdo machismos, se han burlado de un cántico que por desesperado se ha vuelto himno de quienes estamos hartas de ser señaladas como presuntas provocadoras de la violencia que contra la mujer se ejerce en latinoamérica: El violador eres tú.

  • He querido llorar por nuestro dolido y sangrante Mexico, que olvida el valor de la dignidad y valor que significa tener latidos de corazón.

También llegó a mi la versión en español de un video originalmente italiano de niños a quienes individualmente se les pregunta qué quieren estudiar y por qué. Luego aparece una niña y les preguntan qué les gusta más de ella, enseguida les piden que le hagan una caricia (sin preguntarle a ella por cierto si está de acuerdo) y al final les piden que le den un golpe… una bofetada. Todos los niños sin excepción dijeron que no; en respuestas diversas todos dijeron que a las niñas no se les pega.

He querido llorar por lo que la sociedad le hace a los hombres para transformarlos de niños que saben que a las niñas no se les pega en feminicidas.

He querido llorar por las mujeres que siendo niñas, entre niños se pueden sentir salvas y felices para transformarse en mujeres atrapadas en relaciones que las aterrorizan y matan.

He querido llorar por nuestro dolido y sangrante Mexico, que olvida el valor de la dignidad y valor que significa tener latidos de corazón.

Tal vez es Abril que no pudo después de 25 años vivir en paz, Karen que vivirá estigmatizada o Mayra, cuyo cuerpo las autoridades vieron como un objeto que no ameritó ni un vistazo, mucho menos una oración por su vida. Tal vez son las diez que hoy morirán con terror en sus caras. Tal vez es la frustración porque las nuevas generaciones reproducen la violencia, tal vez es que no se ve salida, no sé, pero he querido llorar tanto...