/ viernes 15 de junio de 2018

Ideas propositivas en el debate

El último debate de candidatos a la Presidencia de la República, donde se escucharon más propuestas positivas para resolver problemas del país, y menos denostaciones, esas que muestran la ausencia de ideas que puedan aplicarse para resolver aspectos de la crisis económica, social y política nacional. La psicología ubica a las acusaciones personales el desmedido interés por obtener votos por cualquier medio (“a como dé lugar”), medio que infortunadamente se encuentra en área de la vulgaridad, donde a la mesa de debates y al público consideran agencia de ministerio público. En ese nivel los candidatos deben responder lo expuesto a interrogantes que no han sido claros para solucionar el problema aludido. Como se dijo en la columna anterior, debiera reglamentarse por autoridad electoral la forma respetuosa de exponer propuestas y debatirlas, omitiendo acusaciones que deben exponerse ante otra instancia y tratar con dicho reglamento una exposición “de altura”, la que merecen escuchar ciudadanos electores.

De los temas tratados por algunos candidatos: uno importante como los otros, la educación que reviste interés para mejorar la que se imparte “gratuitamente” al pueblo mexicano, esa que actualmente se aplica por medio de una ley innovada y estructurada por políticos en el poder, la que entre otros enfoques señala al maestro de la deficiente educación que hasta hoy está presente. La propuesta de abrogar la vigente ley educativa, es la que tiene el mejor enfoque, porque se va a tomar en cuenta la opinión importante de los educadores, porque ellos son los protagonistas de la conducción y enseñanza de conocimientos, ellos y no los políticos que perciben sueldos onerosos, son los que deben aportar su experiencia recogida en el ámbito educativo. Ningún otro régimen de gobierno federal ha lastimado tanto a los maestros: cesándolos como educadores, descontando sueldos y señalándolos como causantes de la pésima educación. Además los está obligando a realizar cursos en días que están señalados en el calendario oficial como descanso. Ese tiempo no es pagado a maestros (como debe serlo), y debiera pagarlo si interviniera su sindicato (SNTE), pero siendo “sindicato blanco”, los afiliados no tienen el respaldo jurídico para defender sus derechos.

Acá en Tlaxcala (y en otras ciudades), hubo una escuela cuyo ejemplo debiera inspirar a maestros (no a Secretarios de Educación ajenos a la misma), y exponer en esa futura propuesta presidencial elaborar una nueva ley que contenga conceptos pedagógicos auténticos, que sean constructivos para la vida cotidiana de alumnos y ex alumnos. Esa escuela revolucionaria que estuvo cerca de la metralla revolucionaria, fue traída por el General José Amarillas, en esa escuela de educación primaria además de enseñar materias académicas, los niños aprendían algunos oficios, como la de hacer pan, jabones, bancos de madera, tejidos, etc., los que elaborados eran expendidos por los propios alumnos en mercado público, ello para obtener dinero invertido. Fue escuela que preparó para la vida futura de estudiantes. La lección eterna para ellos: hicieron lo que vieron y aplicaron en la vida cotidiana.

Hizo falta a candidatos proponer purgar las secretarías de Educación sitas en los estados de la República, de la excesiva burocracia, como la que opera acá en el Estado de Tlaxcala, la que representa gasto oneroso, el que debiera utilizarse para otras necesidades de los servicios educativos.

Parece, acercarse época de efectuar cambios que beneficien al pueblo en general, en lo referente al área legal de la educación, es oportuno separar el aspecto académico de lo laboral, para ello se debe seleccionar a las personas idóneas (no políticos advenedizos), con la debida preparación y ética profesional (porque existen muy preparados pero inmorales), para no lesionar a intereses que corresponden a la educación y laborales aplicados al magisterio. Además, que se regresen los derechos conculcados conquistados por la Revolución del Siglo pasado, entre otros el escalafón, los períodos vacacionales y los utilizados para estudiar, sin olvidar la jubilación a los 30 años de servicio, arrebatados por leyes arbitrarias aprobadas por “representantes del pueblo”, desgraciadamente al servicio de gobernantes.


El último debate de candidatos a la Presidencia de la República, donde se escucharon más propuestas positivas para resolver problemas del país, y menos denostaciones, esas que muestran la ausencia de ideas que puedan aplicarse para resolver aspectos de la crisis económica, social y política nacional. La psicología ubica a las acusaciones personales el desmedido interés por obtener votos por cualquier medio (“a como dé lugar”), medio que infortunadamente se encuentra en área de la vulgaridad, donde a la mesa de debates y al público consideran agencia de ministerio público. En ese nivel los candidatos deben responder lo expuesto a interrogantes que no han sido claros para solucionar el problema aludido. Como se dijo en la columna anterior, debiera reglamentarse por autoridad electoral la forma respetuosa de exponer propuestas y debatirlas, omitiendo acusaciones que deben exponerse ante otra instancia y tratar con dicho reglamento una exposición “de altura”, la que merecen escuchar ciudadanos electores.

De los temas tratados por algunos candidatos: uno importante como los otros, la educación que reviste interés para mejorar la que se imparte “gratuitamente” al pueblo mexicano, esa que actualmente se aplica por medio de una ley innovada y estructurada por políticos en el poder, la que entre otros enfoques señala al maestro de la deficiente educación que hasta hoy está presente. La propuesta de abrogar la vigente ley educativa, es la que tiene el mejor enfoque, porque se va a tomar en cuenta la opinión importante de los educadores, porque ellos son los protagonistas de la conducción y enseñanza de conocimientos, ellos y no los políticos que perciben sueldos onerosos, son los que deben aportar su experiencia recogida en el ámbito educativo. Ningún otro régimen de gobierno federal ha lastimado tanto a los maestros: cesándolos como educadores, descontando sueldos y señalándolos como causantes de la pésima educación. Además los está obligando a realizar cursos en días que están señalados en el calendario oficial como descanso. Ese tiempo no es pagado a maestros (como debe serlo), y debiera pagarlo si interviniera su sindicato (SNTE), pero siendo “sindicato blanco”, los afiliados no tienen el respaldo jurídico para defender sus derechos.

Acá en Tlaxcala (y en otras ciudades), hubo una escuela cuyo ejemplo debiera inspirar a maestros (no a Secretarios de Educación ajenos a la misma), y exponer en esa futura propuesta presidencial elaborar una nueva ley que contenga conceptos pedagógicos auténticos, que sean constructivos para la vida cotidiana de alumnos y ex alumnos. Esa escuela revolucionaria que estuvo cerca de la metralla revolucionaria, fue traída por el General José Amarillas, en esa escuela de educación primaria además de enseñar materias académicas, los niños aprendían algunos oficios, como la de hacer pan, jabones, bancos de madera, tejidos, etc., los que elaborados eran expendidos por los propios alumnos en mercado público, ello para obtener dinero invertido. Fue escuela que preparó para la vida futura de estudiantes. La lección eterna para ellos: hicieron lo que vieron y aplicaron en la vida cotidiana.

Hizo falta a candidatos proponer purgar las secretarías de Educación sitas en los estados de la República, de la excesiva burocracia, como la que opera acá en el Estado de Tlaxcala, la que representa gasto oneroso, el que debiera utilizarse para otras necesidades de los servicios educativos.

Parece, acercarse época de efectuar cambios que beneficien al pueblo en general, en lo referente al área legal de la educación, es oportuno separar el aspecto académico de lo laboral, para ello se debe seleccionar a las personas idóneas (no políticos advenedizos), con la debida preparación y ética profesional (porque existen muy preparados pero inmorales), para no lesionar a intereses que corresponden a la educación y laborales aplicados al magisterio. Además, que se regresen los derechos conculcados conquistados por la Revolución del Siglo pasado, entre otros el escalafón, los períodos vacacionales y los utilizados para estudiar, sin olvidar la jubilación a los 30 años de servicio, arrebatados por leyes arbitrarias aprobadas por “representantes del pueblo”, desgraciadamente al servicio de gobernantes.