/ miércoles 23 de enero de 2019

La corrupción, pendiente histórico; la sociedad, aliado clave para su solución (3/4)

Para mejor explicar el origen de la corrupción en el mundo, nos apoyaremos en un autor clásico. Jean Jaques Rousseau, impulsor de la revolución francesa como parte de la Ilustración, este autor argumentaba que el hombre es por naturaleza bueno, pero puede actuar mal porque el entorno lo corrompe, define al hombre natural con componentes originales; amor a sí mismo, la compasión y armonía con la naturaleza.

Sin embargo, una vez convertido en hombre histórico pierde su bondad, se vuelve ruin, perdida la bondad original se vuelve egoísta, depravado, lleno de odio, ambicioso y codicioso.

Es un ser degenerado, pero no puede mostrar públicamente sus defectos; ha de ocultar su vileza, egoísmo y pasiones, adopta un comportamiento social: la cortesía, la retórica, la técnica de las apariencias, de lo que se ocupan las ciencias y las artes, todo lo que nos sirve para enmascarar temores, odios, traiciones, escondemos nuestra maldad con la educación.

Todo este proceso de degeneración se lleva a cabo a raíz de la aparición de dos factores: la riqueza y el poder, pero, evitar reconocer la degeneración imposibilita la regeneración del ser humano.

El hombre no puede volver al pasado y los generadores originales del mal comportamiento ya están creados y determinan las aspiraciones humanas que traducidos en ambiciones desordenan la armonía social, para ello el autor, en 1742, propuso el “Contrato Social” entre el individuo y la sociedad como el único medio de recuperar armonía humana en el comportamiento social.

Los hombres se asocian y ponen su persona y todo su poder bajo la dirección de la voluntad general. A cambio, cada miembro es acogido como parte indivisible del todo.

Así, el pacto social representa el reconocimiento de la supremacía de lo universal sobre lo particular, se antepone la justicia al instinto, lo social sobre lo natural.

Obedecer la voluntad general es ser libre, es obedecernos a nosotros mismos. Con este contrato se pasa al tercer estado en la evolución humana: el hombre civil que no puede volver al estado ideal de naturaleza original, pero puede recuperar y regenerar parte del bien, felicidad y libertades pasadas.

Seguimos con el tema de la corrupción, el modelo de control federal y los estatales existentes, tiende a modificar el entorno, creando un ambiente de control, jerarquizan responsabilidad de su aplicación al más alto nivel y hacen partícipes de este propósito a todos los integrantes de una organización y avanzan en administrar riesgos, pero no puede contener la ola de corrupción existente que se agranda con la impunidad.

Volvamos a parafrasear a Rousseau. El entorno, por malo que sea, solo puede ser contenido por la voluntad y la fuerza del hombre, es decisión personalísima del actor, del ser humano, del servidor público no simular, no enmascarar la corrupción, no más lobos con piel de corderos.

El centro de la solución es, cómo hacemos para que estos componentes armonizados, ambiente de control, procedimientos, identificación de riesgos, comunicaciones y supervisión necesaria, puedan asegurar un cambio de actitud, no corrupta, como remate de la estrategia para alcanzar la idoneidad, que desvanezca ambición y codicias personales.

Debemos reforzar la parte axiológica desde el origen, desde la educación; con el apoyo de los medios de comunicación tratar de atemperar al HOMBRE HISTÓRICO, desde la selección de personal y la capacitación y fortalecer la integridad.

La integridad debe formar parte de los requisitos originales de selección y debe ser factor determinante en la capacitación y ascensos del personal con intuición, que recupere la moral, que reconozca el amor, los sentimientos y el compromiso con la sociedad, sobre todo, de quienes ocuparán las áreas de decisión sobre el uso de los recursos públicos; adquisiciones, compras, contratos, autorizaciones, otorgamiento de licencias, pagos, servicios públicos, atención a público, justicia, etc.

Resolver la corrupción por voluntad soberana del gobierno actual debe ser apoyada por la sociedad para generar el bien común de la sociedad mexicana.

Debemos reconocer que los nuevos modelos de control han empoderado a contadores, despachos y auditores etc., que, gracias a este modelo, se ha logrado optimizar recursos y hacerlos más rentables, ha mejorado la gestión de riesgos pero, no han sido eficaces en el combate a la corrupción y a la percepción de la misma, que inunda instituciones, poderes, entidades federativas y municipios.

Hace muchos años el secretario de educación, Jaime Torres Bodet, encargó a Don Alfonso Reyes un documento que sirviera como apoyo en la alfabetización de la sociedad, que apuntalara valores, convivencia, tolerancia, armonía con el ambiente, la existencia del Estado y la sociedad, hoy debemos reforzar el comportamiento moral de los servidores públicos y pretender una actitud más tolerante en el comportamiento social.

Por último, comentamos al amable lector que debido a lo importante del tema de la corrupción, agregaremos una entrega más a la propuesta original con las alternativas de solución a este delicado problema.


Para mejor explicar el origen de la corrupción en el mundo, nos apoyaremos en un autor clásico. Jean Jaques Rousseau, impulsor de la revolución francesa como parte de la Ilustración, este autor argumentaba que el hombre es por naturaleza bueno, pero puede actuar mal porque el entorno lo corrompe, define al hombre natural con componentes originales; amor a sí mismo, la compasión y armonía con la naturaleza.

Sin embargo, una vez convertido en hombre histórico pierde su bondad, se vuelve ruin, perdida la bondad original se vuelve egoísta, depravado, lleno de odio, ambicioso y codicioso.

Es un ser degenerado, pero no puede mostrar públicamente sus defectos; ha de ocultar su vileza, egoísmo y pasiones, adopta un comportamiento social: la cortesía, la retórica, la técnica de las apariencias, de lo que se ocupan las ciencias y las artes, todo lo que nos sirve para enmascarar temores, odios, traiciones, escondemos nuestra maldad con la educación.

Todo este proceso de degeneración se lleva a cabo a raíz de la aparición de dos factores: la riqueza y el poder, pero, evitar reconocer la degeneración imposibilita la regeneración del ser humano.

El hombre no puede volver al pasado y los generadores originales del mal comportamiento ya están creados y determinan las aspiraciones humanas que traducidos en ambiciones desordenan la armonía social, para ello el autor, en 1742, propuso el “Contrato Social” entre el individuo y la sociedad como el único medio de recuperar armonía humana en el comportamiento social.

Los hombres se asocian y ponen su persona y todo su poder bajo la dirección de la voluntad general. A cambio, cada miembro es acogido como parte indivisible del todo.

Así, el pacto social representa el reconocimiento de la supremacía de lo universal sobre lo particular, se antepone la justicia al instinto, lo social sobre lo natural.

Obedecer la voluntad general es ser libre, es obedecernos a nosotros mismos. Con este contrato se pasa al tercer estado en la evolución humana: el hombre civil que no puede volver al estado ideal de naturaleza original, pero puede recuperar y regenerar parte del bien, felicidad y libertades pasadas.

Seguimos con el tema de la corrupción, el modelo de control federal y los estatales existentes, tiende a modificar el entorno, creando un ambiente de control, jerarquizan responsabilidad de su aplicación al más alto nivel y hacen partícipes de este propósito a todos los integrantes de una organización y avanzan en administrar riesgos, pero no puede contener la ola de corrupción existente que se agranda con la impunidad.

Volvamos a parafrasear a Rousseau. El entorno, por malo que sea, solo puede ser contenido por la voluntad y la fuerza del hombre, es decisión personalísima del actor, del ser humano, del servidor público no simular, no enmascarar la corrupción, no más lobos con piel de corderos.

El centro de la solución es, cómo hacemos para que estos componentes armonizados, ambiente de control, procedimientos, identificación de riesgos, comunicaciones y supervisión necesaria, puedan asegurar un cambio de actitud, no corrupta, como remate de la estrategia para alcanzar la idoneidad, que desvanezca ambición y codicias personales.

Debemos reforzar la parte axiológica desde el origen, desde la educación; con el apoyo de los medios de comunicación tratar de atemperar al HOMBRE HISTÓRICO, desde la selección de personal y la capacitación y fortalecer la integridad.

La integridad debe formar parte de los requisitos originales de selección y debe ser factor determinante en la capacitación y ascensos del personal con intuición, que recupere la moral, que reconozca el amor, los sentimientos y el compromiso con la sociedad, sobre todo, de quienes ocuparán las áreas de decisión sobre el uso de los recursos públicos; adquisiciones, compras, contratos, autorizaciones, otorgamiento de licencias, pagos, servicios públicos, atención a público, justicia, etc.

Resolver la corrupción por voluntad soberana del gobierno actual debe ser apoyada por la sociedad para generar el bien común de la sociedad mexicana.

Debemos reconocer que los nuevos modelos de control han empoderado a contadores, despachos y auditores etc., que, gracias a este modelo, se ha logrado optimizar recursos y hacerlos más rentables, ha mejorado la gestión de riesgos pero, no han sido eficaces en el combate a la corrupción y a la percepción de la misma, que inunda instituciones, poderes, entidades federativas y municipios.

Hace muchos años el secretario de educación, Jaime Torres Bodet, encargó a Don Alfonso Reyes un documento que sirviera como apoyo en la alfabetización de la sociedad, que apuntalara valores, convivencia, tolerancia, armonía con el ambiente, la existencia del Estado y la sociedad, hoy debemos reforzar el comportamiento moral de los servidores públicos y pretender una actitud más tolerante en el comportamiento social.

Por último, comentamos al amable lector que debido a lo importante del tema de la corrupción, agregaremos una entrega más a la propuesta original con las alternativas de solución a este delicado problema.