/ viernes 9 de abril de 2021

La democracia del derecho

Opina un ministro de la corte que el lenguaje jurídico, sobre todo en las sentencias debiera ser desacralizado de la especializada conceptuación que ha adquirido a lo largo de los siglos y su redacción fuera lisa y llana para la comprensión de todos. Estos esfuerzos contribuirían a democratizar derecho y sociedad.

La justicia es piedra fundamental que sustenta al edificio social. Las sentencias son "justicia posible" derivada de la "justicia deseable". Se trata de una tarea a cargo del estado, harto difícil de alcanzar y que más aún con su lenguaje especializado aleja de las masas la comprensión de sus sentencias por su expresión en lenguaje críptico, de alta especialidad. La justicia debe ser para todos, por ello debiera comenzar por ser comprensible su expresión. En México estamos a años luz de una práctica judicial que produzca una justicia en favor del ciudadano. Persisten vicios que así lo impiden. Nada menos ahora, la recién creada reforma penal resultó gananciosa para los "judas" encargados de la investigación de los delitos, porque basta que perviertan el caudal de las pruebas y con ello los jueces no tendrán forma de continuar en sus afanes y deberán liberar a delincuentes. ¡Pero bueno, por de pronto, redactar las sentencias en un lenguaje claro y entendible para todos, nos llevaría a entender porque una sentencia nos beneficia o no!

Solo que ignoremos la historia de occidente, no sabremos que religión y derecho son herencia de la cultura grecorromana. Aquellos pueblos veneraron multitud de dioses. La propuesta de Moisés del dios único resultó novedosa y atractiva y predominó. La muerte del nazareno, la divulgación y la predica cristiana de los primeros 400 años de nuestra era dieron forma y consolidaron una religión que hasta la fecha perdura. Dieron continuidad a la predicción de Rómulo y Remo de que Roma seria la "ciudad eterna". Así también el derecho, sintetizado por el emperador Constantino, se cultivó llenándose de razón humana y se incubó en cada ciudad griega o romana. Esa lógica del pensamiento humano fue la propuesta del derecho. Cada ciudad sus propias normas, sus propios dioses, su banquete sagrado, el censo ciudadano, las obligaciones para la pertenencia a esa clase social. Si no se era ciudadano, se era extranjero y en ese caso, no aplicaba el derecho de la ciudad, sino el "derecho de gentes". Y en el peor de los escenarios, si no se era ni uno ni otro, se era un "desterrado", sin ningún derecho ni consideración jurídica o religiosa. Fue un proceso creativo que tardó un milenio, pero finalmente surgió una religión registrada y hablada en latín y hasta en griego y una tradición jurídica en el mismo idioma. La Edad Media la continuó. El hombre culto debía conocer esos idiomas, pero hoy las ceremonias católicas se pronuncian en lenguaje de pueblo y por lo que hace al derecho, sus conceptos tan especializados derivados de esa cultura grecorromana, debieran expresarse sobre todo en materia de sentencias para la comprensión de todos. Toda ciencia crea su andamiaje de conceptos. Quien los conoce, maneja esa ciencia. Los profanos la ignoran, es la discriminación del conocimiento, así el derecho nos discrimina, al no poner a nuestro alcance la comprensión de lo que nos afecta o beneficia. Traducir esas sentencias para la plena comprensión del vulgo es tan importante como lo fue evitar el latín de las ceremonias religiosas. Con los latinajos, ponemos cara de asombro y de ignorancia. Fueron veinte siglos para que esto sucediera. Me pregunto cuánto habrá de transcurrir para que en un esfuerzo intelectivo, jurídico y sistemático se baje del pedestal al lenguaje del derecho y todos lo entendamos. Sería una trascendental reforma en la intención de la justicia. Un logro colosal. Aunque los primeros en oponernos seriamos los abogados. Se acabaría la pedantería. Ya no impresionaríamos al vulgo y resultarían al alcance de todos, las razones o sin razones del derecho. Lejos estamos de esta realidad, pero un esfuerzo por alcanzarla debiera hacerse. ¡Claridad y comprensión para todos de una materia que tanto nos afecta como es la justicia, se miran necesarios!

Opina un ministro de la corte que el lenguaje jurídico, sobre todo en las sentencias debiera ser desacralizado de la especializada conceptuación que ha adquirido a lo largo de los siglos y su redacción fuera lisa y llana para la comprensión de todos. Estos esfuerzos contribuirían a democratizar derecho y sociedad.

La justicia es piedra fundamental que sustenta al edificio social. Las sentencias son "justicia posible" derivada de la "justicia deseable". Se trata de una tarea a cargo del estado, harto difícil de alcanzar y que más aún con su lenguaje especializado aleja de las masas la comprensión de sus sentencias por su expresión en lenguaje críptico, de alta especialidad. La justicia debe ser para todos, por ello debiera comenzar por ser comprensible su expresión. En México estamos a años luz de una práctica judicial que produzca una justicia en favor del ciudadano. Persisten vicios que así lo impiden. Nada menos ahora, la recién creada reforma penal resultó gananciosa para los "judas" encargados de la investigación de los delitos, porque basta que perviertan el caudal de las pruebas y con ello los jueces no tendrán forma de continuar en sus afanes y deberán liberar a delincuentes. ¡Pero bueno, por de pronto, redactar las sentencias en un lenguaje claro y entendible para todos, nos llevaría a entender porque una sentencia nos beneficia o no!

Solo que ignoremos la historia de occidente, no sabremos que religión y derecho son herencia de la cultura grecorromana. Aquellos pueblos veneraron multitud de dioses. La propuesta de Moisés del dios único resultó novedosa y atractiva y predominó. La muerte del nazareno, la divulgación y la predica cristiana de los primeros 400 años de nuestra era dieron forma y consolidaron una religión que hasta la fecha perdura. Dieron continuidad a la predicción de Rómulo y Remo de que Roma seria la "ciudad eterna". Así también el derecho, sintetizado por el emperador Constantino, se cultivó llenándose de razón humana y se incubó en cada ciudad griega o romana. Esa lógica del pensamiento humano fue la propuesta del derecho. Cada ciudad sus propias normas, sus propios dioses, su banquete sagrado, el censo ciudadano, las obligaciones para la pertenencia a esa clase social. Si no se era ciudadano, se era extranjero y en ese caso, no aplicaba el derecho de la ciudad, sino el "derecho de gentes". Y en el peor de los escenarios, si no se era ni uno ni otro, se era un "desterrado", sin ningún derecho ni consideración jurídica o religiosa. Fue un proceso creativo que tardó un milenio, pero finalmente surgió una religión registrada y hablada en latín y hasta en griego y una tradición jurídica en el mismo idioma. La Edad Media la continuó. El hombre culto debía conocer esos idiomas, pero hoy las ceremonias católicas se pronuncian en lenguaje de pueblo y por lo que hace al derecho, sus conceptos tan especializados derivados de esa cultura grecorromana, debieran expresarse sobre todo en materia de sentencias para la comprensión de todos. Toda ciencia crea su andamiaje de conceptos. Quien los conoce, maneja esa ciencia. Los profanos la ignoran, es la discriminación del conocimiento, así el derecho nos discrimina, al no poner a nuestro alcance la comprensión de lo que nos afecta o beneficia. Traducir esas sentencias para la plena comprensión del vulgo es tan importante como lo fue evitar el latín de las ceremonias religiosas. Con los latinajos, ponemos cara de asombro y de ignorancia. Fueron veinte siglos para que esto sucediera. Me pregunto cuánto habrá de transcurrir para que en un esfuerzo intelectivo, jurídico y sistemático se baje del pedestal al lenguaje del derecho y todos lo entendamos. Sería una trascendental reforma en la intención de la justicia. Un logro colosal. Aunque los primeros en oponernos seriamos los abogados. Se acabaría la pedantería. Ya no impresionaríamos al vulgo y resultarían al alcance de todos, las razones o sin razones del derecho. Lejos estamos de esta realidad, pero un esfuerzo por alcanzarla debiera hacerse. ¡Claridad y comprensión para todos de una materia que tanto nos afecta como es la justicia, se miran necesarios!