/ viernes 28 de enero de 2022

¡La Malintzi, es el milagro de Tlaxcala!

El Tlaxcala orográfico, es un milagro montañoso. Nuestra Malintzi es macizo que se yergue en el panorama cotidiano. Por estos días se engalana de nieve. Su estampa es familiar en nuestro diario existir. Hay regiones de México en donde abundan las montañas. En Tlaxcala solo hay una. Y resulta milagrosa.

Desde hace muchos años está en riesgo por la tala criminal y clandestina. El deslave, el paulatino desmorone y las consecuentes avenidas pluviales, que arrastran pétreos y vegetales. El gobierno de Emilio Sánchez Piedras que sigue siendo el referente en atención para esa montaña, la promovió a parque nacional, le dedicó diarios esfuerzos para su protección. Le trazó y pavimentó carretera perimetral que conecta a Puebla con Huamantla. Da tránsito y vida a comunidades como San Pablo del Monte, San Miguel Canoa, Teolocholco, Tetlanohcan y Cuahuixmatlac.

El agua rodada que se desprende de su cumbre es la vida para la población de Los Pilares. Aquel gobierno con amor infinito por Tlaxcala, desplegó grandes esfuerzos para proteger esa edificación natural y prodigiosa que tenemos. Se plantaron cientos de miles de árboles. Se propició el albergue de montaña del Seguro Social y se pavimentaron los accesos.

Don Emilio decía que la vida entera del estado de Tlaxcala dependía de la montaña y se sabía de aquellos estudios científicos de geólogos alemanes que hace años concluyeron en que el gran cráter del coloso estaba bloqueado con enormes rocas y que, si alguna vez las fuerzas de la naturaleza fuesen tales que lograsen "escupir" esos tapones, partirían a la montaña destrozando gran parte del Estado.

En sus entrañas subterráneas, reptan ríos de lava que se mueven quizás hacia el popo. Con frecuencia se escuchan estruendos subterráneos y se perciben los sacudimientos del suelo. Energía que seguramente corre hacia el cráter del volcán aledaño, conjurando una hecatombe. Por lo demás, la montaña es un deleite. De noche y en su cumbre las estrellas se "tocan" con la mano.

La vista hacia los cuatro puntos cardinales, panorámica e infinita conmueve los sentidos. El aire que regala a los pulmones es pura vida humana. El ejercicio del ascenso es para el organismo vitalidad y energía. Pero encaramarse en sus alturas contemplando el infinito es poesía con la mirada. Sus amaneceres boscosos después de una noche de tormenta son de lama mullida en donde a cada paso exhala el agua. Escurrientes sus ramas, de aroma oxÍgeno acuoso, es todo un paraíso. Placer que pocos disfrutamos porque hay que subir hasta sus últimos árboles que es en donde se obsequia ese perfume. Nuestra montaña es salud, es belleza, es la viabilidad de nuestro estado.

Es coqueta su cumbre rocosa, cuando de nieve peina sus alturas y que delicia ese hielo que se acuna entre sus hendiduras, cuando arriba, agotada el agua de nuestra cantimplora, tomamos con las manos esos hielos y la sorbemos como natural paleta que calma nuestra sed y refresca el espíritu. La Malintzi, airosa, preciosa, de faldas amponas, de verdes hermosos, es nuestra vida y debemos protegerla con todo el amor que le tenemos. Que, si este es inmenso, así de grande debe ser nuestra atención, para tan querida cumbre!

El Tlaxcala orográfico, es un milagro montañoso. Nuestra Malintzi es macizo que se yergue en el panorama cotidiano. Por estos días se engalana de nieve. Su estampa es familiar en nuestro diario existir. Hay regiones de México en donde abundan las montañas. En Tlaxcala solo hay una. Y resulta milagrosa.

Desde hace muchos años está en riesgo por la tala criminal y clandestina. El deslave, el paulatino desmorone y las consecuentes avenidas pluviales, que arrastran pétreos y vegetales. El gobierno de Emilio Sánchez Piedras que sigue siendo el referente en atención para esa montaña, la promovió a parque nacional, le dedicó diarios esfuerzos para su protección. Le trazó y pavimentó carretera perimetral que conecta a Puebla con Huamantla. Da tránsito y vida a comunidades como San Pablo del Monte, San Miguel Canoa, Teolocholco, Tetlanohcan y Cuahuixmatlac.

El agua rodada que se desprende de su cumbre es la vida para la población de Los Pilares. Aquel gobierno con amor infinito por Tlaxcala, desplegó grandes esfuerzos para proteger esa edificación natural y prodigiosa que tenemos. Se plantaron cientos de miles de árboles. Se propició el albergue de montaña del Seguro Social y se pavimentaron los accesos.

Don Emilio decía que la vida entera del estado de Tlaxcala dependía de la montaña y se sabía de aquellos estudios científicos de geólogos alemanes que hace años concluyeron en que el gran cráter del coloso estaba bloqueado con enormes rocas y que, si alguna vez las fuerzas de la naturaleza fuesen tales que lograsen "escupir" esos tapones, partirían a la montaña destrozando gran parte del Estado.

En sus entrañas subterráneas, reptan ríos de lava que se mueven quizás hacia el popo. Con frecuencia se escuchan estruendos subterráneos y se perciben los sacudimientos del suelo. Energía que seguramente corre hacia el cráter del volcán aledaño, conjurando una hecatombe. Por lo demás, la montaña es un deleite. De noche y en su cumbre las estrellas se "tocan" con la mano.

La vista hacia los cuatro puntos cardinales, panorámica e infinita conmueve los sentidos. El aire que regala a los pulmones es pura vida humana. El ejercicio del ascenso es para el organismo vitalidad y energía. Pero encaramarse en sus alturas contemplando el infinito es poesía con la mirada. Sus amaneceres boscosos después de una noche de tormenta son de lama mullida en donde a cada paso exhala el agua. Escurrientes sus ramas, de aroma oxÍgeno acuoso, es todo un paraíso. Placer que pocos disfrutamos porque hay que subir hasta sus últimos árboles que es en donde se obsequia ese perfume. Nuestra montaña es salud, es belleza, es la viabilidad de nuestro estado.

Es coqueta su cumbre rocosa, cuando de nieve peina sus alturas y que delicia ese hielo que se acuna entre sus hendiduras, cuando arriba, agotada el agua de nuestra cantimplora, tomamos con las manos esos hielos y la sorbemos como natural paleta que calma nuestra sed y refresca el espíritu. La Malintzi, airosa, preciosa, de faldas amponas, de verdes hermosos, es nuestra vida y debemos protegerla con todo el amor que le tenemos. Que, si este es inmenso, así de grande debe ser nuestra atención, para tan querida cumbre!