/ lunes 28 de diciembre de 2020

La Navidad vacuna

Vladimir Juárez*

Como si no fueran suficientes los grandes desafíos que ya enfrentaba el planeta y la humanidad entera, la pandemia vino a cambiarlo todo. Tanto que ya hizo inalcanzables los objetivos del milenio de las Naciones Unidas en el corto y mediano plazo, por ejemplo, aquellos referidos con el combate frontal al hambre, a la igualdad entre géneros, a la mortalidad infantil, entre otros.

La pandemia colocó frente a nosotros el gran dilema del 2020: “De lo que se trata es de evolucionar cuerpo, mente, alma y consumo” (26/03/20 ContraRéplica). No entenderlo así, no renovarse frente un hábitat más complejo y agresivo, sencillamente es morir lentamente en el error.

En esta #navidad y año nuevo bien vale la pena reflexionar no solo por la llegada de la vacuna contra el #Covid19; si no por cómo llegamos, por quiénes somos, por quiénes estamos, sino también por los enfermos, por las secuelas, los que ya no están, los que aún viven en la zozobra de la salud, de lo económico o bien para quienes se encuentran en la soledad por desamor, por confusión, por desamparo, por negación, por pérdida o por alguna particularidad de su propia condición o vulnerabilidad.

Esta columna se inclina a pensar en que son momentos de obligada renovación. De la búsqueda de puentes para reconocer y aceptar nuestras diferencias. Para encaminarnos hacia un nuevo ciclo que requiere de profundas reflexiones sobre la forma en la que México es uno, y no solo de uno es México.

Si lo pensamos juntos, entramos en la recta final de un año pasmoso para todos. Para la gran mayoría, un año que pedimos que acabe pronto, como si el deseo en sí mismo apelará a la redención de las miserias que han marcado al 2020 como uno de los momentos más trágicos de nuestra contemporaneidad.

Bien valdría la pena un minuto de silencio en la intimidad de nuestros hogares, de nuestras reflexiones, para que en este nuevo ciclo que está por iniciar no sea un momento que llegue y se vaya al vacío. Por lo mucho que nos deja el año, por lo mucho que nos quita, por lo mucho que nos desnuda. Pues a pesar de todo, estás fechas no se pueden apagar nunca, pues nos exigen evolucionar.

De la nueva cepa del Covid

“Contra el optimismo no hay vacunas”, Benedetti

La CDMX había venido construyendo una narrativa más sobria a la federación en torno a la pandemia. La forma en la que la Jefa de Gobierno atendió la contingencia sanitaria en un primer momento fue una sutil diferencia entre ambos gobiernos; no solo porque en la CDMX se habrían tomado decisiones “acertadas”, a tiempo y a la sana distancia para prevenir a la población de contagios masivos, sino también por la claridad con la cual – con cubrebocas en rostro –, la Jefa de Gobierno puntualizó cada una de las estrategias hasta que lamentablemente llegamos al “semáforo intrascendente”.

¿Predecible? Tal vez. Pero cierto es que el problema aquí es compartido por una población cada vez más ávida de la vieja normalidad: Confiar en que la población será más racional que emocional es, sencillamente, un error evitable.

La lección de los hospitales saturados en estas fechas decembrinas es clara: se corrobora que la gente cree que esto no puede pasar en su barrio, en su familia, en sus círculos cercanos, hasta que sucede, y no, no es estupidez, es la naturaleza humana, es la cultura popular del mexicano promedio: “de algo me he de morir…”

De colofón

Si tuviéramos que describir con dos palabras la alianza PAN-PRI-PRD “Va por México”, yo expresaría las siguientes: ¡Entre caníbales!

Pues las miserias de su entramado interno, de su ausencia, y de su deslinde de una sociedad cada vez más fragmentada, es el reflejo claro de su distante abismo.

A Antonio Arrazola Herrera; el mejor amigo y compañero del gran Iván,

Amigo mío por siempre.

“No hay pandemia, no hay crisis que pueda apagar esta luz…”

Francisco, Papa

  • *Analista Político. Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204


Vladimir Juárez*

Como si no fueran suficientes los grandes desafíos que ya enfrentaba el planeta y la humanidad entera, la pandemia vino a cambiarlo todo. Tanto que ya hizo inalcanzables los objetivos del milenio de las Naciones Unidas en el corto y mediano plazo, por ejemplo, aquellos referidos con el combate frontal al hambre, a la igualdad entre géneros, a la mortalidad infantil, entre otros.

La pandemia colocó frente a nosotros el gran dilema del 2020: “De lo que se trata es de evolucionar cuerpo, mente, alma y consumo” (26/03/20 ContraRéplica). No entenderlo así, no renovarse frente un hábitat más complejo y agresivo, sencillamente es morir lentamente en el error.

En esta #navidad y año nuevo bien vale la pena reflexionar no solo por la llegada de la vacuna contra el #Covid19; si no por cómo llegamos, por quiénes somos, por quiénes estamos, sino también por los enfermos, por las secuelas, los que ya no están, los que aún viven en la zozobra de la salud, de lo económico o bien para quienes se encuentran en la soledad por desamor, por confusión, por desamparo, por negación, por pérdida o por alguna particularidad de su propia condición o vulnerabilidad.

Esta columna se inclina a pensar en que son momentos de obligada renovación. De la búsqueda de puentes para reconocer y aceptar nuestras diferencias. Para encaminarnos hacia un nuevo ciclo que requiere de profundas reflexiones sobre la forma en la que México es uno, y no solo de uno es México.

Si lo pensamos juntos, entramos en la recta final de un año pasmoso para todos. Para la gran mayoría, un año que pedimos que acabe pronto, como si el deseo en sí mismo apelará a la redención de las miserias que han marcado al 2020 como uno de los momentos más trágicos de nuestra contemporaneidad.

Bien valdría la pena un minuto de silencio en la intimidad de nuestros hogares, de nuestras reflexiones, para que en este nuevo ciclo que está por iniciar no sea un momento que llegue y se vaya al vacío. Por lo mucho que nos deja el año, por lo mucho que nos quita, por lo mucho que nos desnuda. Pues a pesar de todo, estás fechas no se pueden apagar nunca, pues nos exigen evolucionar.

De la nueva cepa del Covid

“Contra el optimismo no hay vacunas”, Benedetti

La CDMX había venido construyendo una narrativa más sobria a la federación en torno a la pandemia. La forma en la que la Jefa de Gobierno atendió la contingencia sanitaria en un primer momento fue una sutil diferencia entre ambos gobiernos; no solo porque en la CDMX se habrían tomado decisiones “acertadas”, a tiempo y a la sana distancia para prevenir a la población de contagios masivos, sino también por la claridad con la cual – con cubrebocas en rostro –, la Jefa de Gobierno puntualizó cada una de las estrategias hasta que lamentablemente llegamos al “semáforo intrascendente”.

¿Predecible? Tal vez. Pero cierto es que el problema aquí es compartido por una población cada vez más ávida de la vieja normalidad: Confiar en que la población será más racional que emocional es, sencillamente, un error evitable.

La lección de los hospitales saturados en estas fechas decembrinas es clara: se corrobora que la gente cree que esto no puede pasar en su barrio, en su familia, en sus círculos cercanos, hasta que sucede, y no, no es estupidez, es la naturaleza humana, es la cultura popular del mexicano promedio: “de algo me he de morir…”

De colofón

Si tuviéramos que describir con dos palabras la alianza PAN-PRI-PRD “Va por México”, yo expresaría las siguientes: ¡Entre caníbales!

Pues las miserias de su entramado interno, de su ausencia, y de su deslinde de una sociedad cada vez más fragmentada, es el reflejo claro de su distante abismo.

A Antonio Arrazola Herrera; el mejor amigo y compañero del gran Iván,

Amigo mío por siempre.

“No hay pandemia, no hay crisis que pueda apagar esta luz…”

Francisco, Papa

  • *Analista Político. Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204