/ lunes 20 de junio de 2022

La Otra Cara De La Moneda | Partidos en crisis

Quisiera empezar ofreciendo una disculpa por haber dejado de escribir, estamos de vuelta.

El comportamiento de los actores políticos de nuestro estado es sumamente interesante, a un año de la elección que diera pie a la nueva historia, pareciera que los animales políticos no terminan por adaptarse a la nueva dinámica de la vida pública de Tlaxcala.

Los partidos políticos, vistos desde un punto de vista científico, son un conglomerado de ciudadanos organizados, con intereses comunes que buscan acceder al poder. Durante mucho tiempo fueron el único medio para acceder a posiciones de poder. Hay quienes se atreven a decir que en ellos se centraba la vida pública del país, pero con el paso del tiempo, dejaron de tener el peso específico que les valió para disputarse encarnizadamente el poder.

El comportamiento de los partidos políticos en Tlaxcala ha sido, durante el último año, una incesante jornada por adaptarse a las nuevas reglas del juego. Luego del reacomodo en el mapa político, algunos actores entendieron que la única forma de volverse mediáticos era convertirse en detractores -que no opositores- del gobierno estatal.

Los partidos políticos están desdibujados, hace ya varios años que enfrentan diversas crisis que no han podido superar con eficacia, en un primer término, la crisis de credibilidad ha hecho que los señalamientos realizados por líderes partidistas no tengan importancia en la agenda local y nacional. Los ciudadanos han dejado de creer en los partidos y quienes les representan, y eso se refleja en los comentarios vertidos respecto de cada posicionamiento que realizan.

La segunda crisis es la de identidad, los partidos ya no se reconocen a sí mismos, están luchando por reencontrarse y sobrevivir en el juego del que forman parte, el problema es que no han entendido que las reglas no escritas, suelen ser más importantes que aquellas que sí se escribieron.

Quienes se asumen como oposición en Tlaxcala están supeditados a los movimientos del Ejecutivo, el dominio de la agenda por parte del gobierno estatal ha ocasionado que los líderes partidistas centren sus opiniones respecto de cada movimiento hecho por quienes gobiernan. Aunque en el intento de convertirse en oposición crítica han fracasado y son, desde luego, los mejores promotores del gobierno.

Algunos partidos han tenido la iniciativa de abrazar alguna causa que les permita recobrar la confianza de los ciudadanos, pero el esfuerzo no es suficiente. No han podido conectar con aquellos insatisfechos que, en cierta medida, darían legitimidad a los institutos políticos.

La última gran crisis que viven los partidos políticos es la titánica lucha por sobrevivir, luego de que algunos partidos estuvieran cerca de desaparecer, poco se han centrado en atender esta situación. No se aprecia a algún partido aferrarse a la vida.

Como ningún partido de oposición ha atendido correctamente una o varias de las crisis antes mencionadas, todo indica que están próximos a desaparecer.

El comportamiento de los partidos políticos en Tlaxcala ha sido, durante el último año, una incesante jornada por adaptarse a las nuevas reglas del juego. Luego del reacomodo en el mapa político, algunos actores entendieron que la única forma de volverse mediáticos era convertirse en detractores -que no opositores- del gobierno estatal.


Quisiera empezar ofreciendo una disculpa por haber dejado de escribir, estamos de vuelta.

El comportamiento de los actores políticos de nuestro estado es sumamente interesante, a un año de la elección que diera pie a la nueva historia, pareciera que los animales políticos no terminan por adaptarse a la nueva dinámica de la vida pública de Tlaxcala.

Los partidos políticos, vistos desde un punto de vista científico, son un conglomerado de ciudadanos organizados, con intereses comunes que buscan acceder al poder. Durante mucho tiempo fueron el único medio para acceder a posiciones de poder. Hay quienes se atreven a decir que en ellos se centraba la vida pública del país, pero con el paso del tiempo, dejaron de tener el peso específico que les valió para disputarse encarnizadamente el poder.

El comportamiento de los partidos políticos en Tlaxcala ha sido, durante el último año, una incesante jornada por adaptarse a las nuevas reglas del juego. Luego del reacomodo en el mapa político, algunos actores entendieron que la única forma de volverse mediáticos era convertirse en detractores -que no opositores- del gobierno estatal.

Los partidos políticos están desdibujados, hace ya varios años que enfrentan diversas crisis que no han podido superar con eficacia, en un primer término, la crisis de credibilidad ha hecho que los señalamientos realizados por líderes partidistas no tengan importancia en la agenda local y nacional. Los ciudadanos han dejado de creer en los partidos y quienes les representan, y eso se refleja en los comentarios vertidos respecto de cada posicionamiento que realizan.

La segunda crisis es la de identidad, los partidos ya no se reconocen a sí mismos, están luchando por reencontrarse y sobrevivir en el juego del que forman parte, el problema es que no han entendido que las reglas no escritas, suelen ser más importantes que aquellas que sí se escribieron.

Quienes se asumen como oposición en Tlaxcala están supeditados a los movimientos del Ejecutivo, el dominio de la agenda por parte del gobierno estatal ha ocasionado que los líderes partidistas centren sus opiniones respecto de cada movimiento hecho por quienes gobiernan. Aunque en el intento de convertirse en oposición crítica han fracasado y son, desde luego, los mejores promotores del gobierno.

Algunos partidos han tenido la iniciativa de abrazar alguna causa que les permita recobrar la confianza de los ciudadanos, pero el esfuerzo no es suficiente. No han podido conectar con aquellos insatisfechos que, en cierta medida, darían legitimidad a los institutos políticos.

La última gran crisis que viven los partidos políticos es la titánica lucha por sobrevivir, luego de que algunos partidos estuvieran cerca de desaparecer, poco se han centrado en atender esta situación. No se aprecia a algún partido aferrarse a la vida.

Como ningún partido de oposición ha atendido correctamente una o varias de las crisis antes mencionadas, todo indica que están próximos a desaparecer.

El comportamiento de los partidos políticos en Tlaxcala ha sido, durante el último año, una incesante jornada por adaptarse a las nuevas reglas del juego. Luego del reacomodo en el mapa político, algunos actores entendieron que la única forma de volverse mediáticos era convertirse en detractores -que no opositores- del gobierno estatal.