/ viernes 12 de noviembre de 2021

¡La rapiña, siempre la rapiña…!

UNO. Este cuerno de la abundancia que es México, por siempre saqueado. Primero los mexicas sometieron a los demás pueblos para que tributaran en oro y esclavos. Después fueron los hispanos disfrazados de conquistadores quienes, vencedores, establecieron desmedidos impuestos. Obsequiaron fundos mineros, encomiendas agrícolas. Esclavizaron, sometieron, humillaron, mataron, destrozaron. Su ambición por la riqueza y su ignorancia les impidió mirar el significado cultural de los vestigios arqueológicos. El colmo, hoy en Francia, la casa Christi´s está rematando “a martillo” lo prehispánico, a los ricos coleccionistas del mundo y como no hay una legislación internacional que los sancione, siguen adelante. Solo podemos “pegar de gritos” y esperar que ocurra el milagro. El saqueo sigue y seguirá. En Tlaxcala es enorme la zona arqueológica de Cacaxtla, que no está explorada ni un cinco por ciento, mucho está enterrado en tierras de cultivo, bajo las casas, en “greña”, expuesto al saqueo como lo están muchas otras áreas de este México nuestro. Es urgente una legislación internacional que ponga orden en esta como en muchas otras materias.

DOS. Saqueador del subsuelo fue también el peninsular José de la Borda, que en la región de Taxco alcanzó tanta riqueza aurífera, que, de su peculio, mando construir y recamar el templo de Santa Prisca, para que su hijo sacerdote ahí oficiara. En la Ciudad de México además levantó impresionante palacio, hoy en la calle Francisco I. Madero. De elevados balcones metálicos, donde su joven y bella esposa se paseaba viendo sin ser vista. La minería de la plata en un México que parecía estar asentado sobre enormes filones, con mano de obra regalada. Dio tanta plata al mundo y tanta riqueza a España que en los circuitos financieros del orbe, roló la moneda “peso mexicano” de ley 0.720, codiciada por su metal y fue el dólar de esa época. Mano de obra esclavizada. Concesiones mineras regaladas a los favoritos de un Rey ultramarino, que a su vez fundó el obsequio en el tratado de un Papa, que repartió el mundo como si fuera propio. Peso mexicano aquel de valor indiscutible. Porque el de hoy ni los pordioseros quieren, con el nada compran porque nada vale. Históricamente padecemos el más despiadado saqueo hasta la fecha. La guerra que aplastó a los pueblos originarios no se hizo para salvar almas ni para traer cultura, sino para saquear las riquezas minerales, agrícolas, esclavizar, cambiar idiomas, dioses, templos y hasta nombres de pueblos y personas. De aquel lado del mar en cambio, se levantaron palacios y monumentos fastuosos. España deslumbró por su riqueza a los europeos y cuando por lo despiadado la mano de obra indígena se agotó, trajeron africanos. Humillaban, aterrorizaban y aplastaban porque siendo ellos unos cuantos, siempre tuvieron miedo de que un levantamiento masivo los expulsara de regreso. Tanta bonanza hubo en México para unos pocos que, hasta la Nao de la China, para comprar en el oriente, iba cargada de moneda de plata y traía perfume, seda, porcelana, marfil y especias para los ricos de acá y para los del otro lado del mar. Nos saquearon hasta el cansancio, solo encontraron el tope en la guerra de Independencia y en la expulsión de que fueron objeto. Regresaron y en nuestro tiempo, con la complicidad de Fox, Calderón y Peña Nieto, están “desfondando” nuestros bolsillos, vendiéndonos a través de CFE como pantalla, una electricidad cada vez más cara. Están hinchando sus arcas. Urge quitarles tan desmedido privilegio y es imprescindible sentar ante los jueces a quienes esos contratos firmaron.

TRES. Sigue la rapiña, no se detiene. Calderón, Peña Nieto y Fox además entregaron a canadienses y empresarios mexicanos como Bailleres, Slim, Salinas Pliego, Larrea y Del Valle, un tercio del territorio nacional para que de socavones o a cielo abierto extraigan minerales valiosos y no satisfechos, concesionaron también parte de la riqueza del litio que ahora es codiciado para las baterías automotrices, una vez que se agote la energía fósil del petróleo y el carbón. Esas familias diariamente acumulan impresionantes riquezas. Se apropian de los bienes comunes. Nada los para, el saqueo sigue y seguirá. Son filibusteros del presente que destripan y extenúan el subsuelo de México y junto con los ladrones de la riqueza cultural se apropian y rematan. ¡Tiempo es ya, de que el derecho y la razón común de un pueblo cansado de que le roben, les ponga un hasta aquí!

UNO. Este cuerno de la abundancia que es México, por siempre saqueado. Primero los mexicas sometieron a los demás pueblos para que tributaran en oro y esclavos. Después fueron los hispanos disfrazados de conquistadores quienes, vencedores, establecieron desmedidos impuestos. Obsequiaron fundos mineros, encomiendas agrícolas. Esclavizaron, sometieron, humillaron, mataron, destrozaron. Su ambición por la riqueza y su ignorancia les impidió mirar el significado cultural de los vestigios arqueológicos. El colmo, hoy en Francia, la casa Christi´s está rematando “a martillo” lo prehispánico, a los ricos coleccionistas del mundo y como no hay una legislación internacional que los sancione, siguen adelante. Solo podemos “pegar de gritos” y esperar que ocurra el milagro. El saqueo sigue y seguirá. En Tlaxcala es enorme la zona arqueológica de Cacaxtla, que no está explorada ni un cinco por ciento, mucho está enterrado en tierras de cultivo, bajo las casas, en “greña”, expuesto al saqueo como lo están muchas otras áreas de este México nuestro. Es urgente una legislación internacional que ponga orden en esta como en muchas otras materias.

DOS. Saqueador del subsuelo fue también el peninsular José de la Borda, que en la región de Taxco alcanzó tanta riqueza aurífera, que, de su peculio, mando construir y recamar el templo de Santa Prisca, para que su hijo sacerdote ahí oficiara. En la Ciudad de México además levantó impresionante palacio, hoy en la calle Francisco I. Madero. De elevados balcones metálicos, donde su joven y bella esposa se paseaba viendo sin ser vista. La minería de la plata en un México que parecía estar asentado sobre enormes filones, con mano de obra regalada. Dio tanta plata al mundo y tanta riqueza a España que en los circuitos financieros del orbe, roló la moneda “peso mexicano” de ley 0.720, codiciada por su metal y fue el dólar de esa época. Mano de obra esclavizada. Concesiones mineras regaladas a los favoritos de un Rey ultramarino, que a su vez fundó el obsequio en el tratado de un Papa, que repartió el mundo como si fuera propio. Peso mexicano aquel de valor indiscutible. Porque el de hoy ni los pordioseros quieren, con el nada compran porque nada vale. Históricamente padecemos el más despiadado saqueo hasta la fecha. La guerra que aplastó a los pueblos originarios no se hizo para salvar almas ni para traer cultura, sino para saquear las riquezas minerales, agrícolas, esclavizar, cambiar idiomas, dioses, templos y hasta nombres de pueblos y personas. De aquel lado del mar en cambio, se levantaron palacios y monumentos fastuosos. España deslumbró por su riqueza a los europeos y cuando por lo despiadado la mano de obra indígena se agotó, trajeron africanos. Humillaban, aterrorizaban y aplastaban porque siendo ellos unos cuantos, siempre tuvieron miedo de que un levantamiento masivo los expulsara de regreso. Tanta bonanza hubo en México para unos pocos que, hasta la Nao de la China, para comprar en el oriente, iba cargada de moneda de plata y traía perfume, seda, porcelana, marfil y especias para los ricos de acá y para los del otro lado del mar. Nos saquearon hasta el cansancio, solo encontraron el tope en la guerra de Independencia y en la expulsión de que fueron objeto. Regresaron y en nuestro tiempo, con la complicidad de Fox, Calderón y Peña Nieto, están “desfondando” nuestros bolsillos, vendiéndonos a través de CFE como pantalla, una electricidad cada vez más cara. Están hinchando sus arcas. Urge quitarles tan desmedido privilegio y es imprescindible sentar ante los jueces a quienes esos contratos firmaron.

TRES. Sigue la rapiña, no se detiene. Calderón, Peña Nieto y Fox además entregaron a canadienses y empresarios mexicanos como Bailleres, Slim, Salinas Pliego, Larrea y Del Valle, un tercio del territorio nacional para que de socavones o a cielo abierto extraigan minerales valiosos y no satisfechos, concesionaron también parte de la riqueza del litio que ahora es codiciado para las baterías automotrices, una vez que se agote la energía fósil del petróleo y el carbón. Esas familias diariamente acumulan impresionantes riquezas. Se apropian de los bienes comunes. Nada los para, el saqueo sigue y seguirá. Son filibusteros del presente que destripan y extenúan el subsuelo de México y junto con los ladrones de la riqueza cultural se apropian y rematan. ¡Tiempo es ya, de que el derecho y la razón común de un pueblo cansado de que le roben, les ponga un hasta aquí!