/ lunes 23 de mayo de 2022

Las cosas buenas pasan en la vida real

Las pantallas fueron diseñadas para ser adictivas, Sean Parker, cofundador de facebook reconoció: "explotamos una vulnerabilidad de la psicología humana. Solo Dios sabe lo que le está haciendo al cerebro de nuestros hijos". Thomas Insel, ex- director del Instituto para la Salud Mental de EU es contundente: nada motiva más al ser humano que sentirnos queridos, apreciados o que a las otras personas les importa nuestra vida. El mecanismo mental de recibir likes genera placer a través de la dopamina y funciona igual que cualquier otra adicción a cualquier edad, principal y más profundamente, mientras más niños y jóvenes sean.

Es tan real lo anterior que los grandes desarrolladores de redes sociales llevan a sus hijos a escuelas que prohíben el uso de pantallas e internet; Steve Jobs tenía estrictamente prohibido a sus hijos usar pantallas e inclusive firman contratos con las niñeras que les prohíben el uso del teléfono celular en tanto están trabajando con las y los niños. Así, los poderosos cuidan a sus hijos y les alejan de ese monstruo adictivo de hiperestimulación y gratificación instantánea que hoy, mueve la economía mundial.

La corteza prefrontal, la de la atención, el control de impulsos y la toma de decisiones, termina de madurar alrededor de los 21 años. En un bebé reacciona prestando atención a tres estímulos: movimiento, sonido y color. Cuando a un preescolar le das una pantalla, le das justamente esos estímulos obstaculizando la madurez cerebral. Quítale la pantalla a un pequeño y verás el berrinche más grande de tu vida. Lo que queremos es que evolucione su control de impulsos, que aprenda a gestionar la frustración, que aprenda a tener ATENCIÓN. La pantalla hace exactamente lo contrario.

Cuando el infante crece y se enfrenta en la pubertad y/o adolescencia a la crisis de identidad, cuando sienten que el mundo no les entiende ni quiere, que las chicas o chicos les ignoran, que los padres son más obstáculo que apoyo, el cerebro buscará alivio a ese malestar. Lo pueden encontrar en actividades sanas como el ejercicio, el arte, el aprendizaje; o, en busca de la dopamina, en drogas, alcohol y pantallas. ¡Ojo! Años después, el cerebro recordará la forma que utilizó para salir de esa primera etapa de inestabilidad y buscará repetirla.

Cuando en la crisis primaria de identidad el alivio viene de conductas que generan dopamina, ya se dijo, el cerebro tendrá el desarrollo entorpecido, la ansiedad elevada, perderá creatividad y sus capacidades de atención y asombro -abonos claves para el cerebro- estarán frenadas. Desarrollar la capacidad de atención tiene especial importancia pues según la psiquiatría es nada más y nada menos, la condición fundamental para la FELICIDAD.

Las dos únicas cosas que en realidad nos acercan a la felicidad tienen que ver con dos conceptos: el amor y el trabajo. Ninguno da gratificación instantánea, ambos requieren constancia. Cuando no hay tolerancia a la frustración, el sentimiento de vacío es brutal pues el cerebro vive a base de chispazos de dopamina. Decía Einstein que lo importante es no perder las ganas de aprender, de asombrarse, de tener curiosidad. La atención funciona en niños que preguntan constantemente ¿por qué? y también funciona en adultos hasta para frenar el Alzheimer.

A niñas y niños se les debe formar con actividades que reten a su cerebro, que les impulsen al aprendizaje, a trabajar y esforzarse, a posponer la recompensa, a conectar con sus amigos reales, a reír y tener buen humor, que es patrimonio de los inteligentes; el beneficio es para ellos pero también para los padres, pues al pasar tiempo con sus hijas e hijos, al tocarlos, reír con ellos, tener experiencias de juego, de contacto con la naturaleza, de deporte, se segrega oxitocina que es la hormona del vínculo, del amor, esa que baja el cortisol (la hormona del estrés), y logra que en nuestro interior se refuerce el sistema inmunológico.

¿Qué podemos hacer como adultos? Ser ejemplo. Debemos nosotros controlar el teléfono y no al revés. Cuando éste gana la atención, los hijos sienten abandono. Debemos demostrarnos y demostrarles que somos capaces de ponerles total atención, porque ellos sí que son lo más valioso de nuestras vidas.

Es simple. Las cosas buenas pasan en la vida real.

Las pantallas fueron diseñadas para ser adictivas, Sean Parker, cofundador de facebook reconoció: "explotamos una vulnerabilidad de la psicología humana. Solo Dios sabe lo que le está haciendo al cerebro de nuestros hijos". Thomas Insel, ex- director del Instituto para la Salud Mental de EU es contundente: nada motiva más al ser humano que sentirnos queridos, apreciados o que a las otras personas les importa nuestra vida. El mecanismo mental de recibir likes genera placer a través de la dopamina y funciona igual que cualquier otra adicción a cualquier edad, principal y más profundamente, mientras más niños y jóvenes sean.

Es tan real lo anterior que los grandes desarrolladores de redes sociales llevan a sus hijos a escuelas que prohíben el uso de pantallas e internet; Steve Jobs tenía estrictamente prohibido a sus hijos usar pantallas e inclusive firman contratos con las niñeras que les prohíben el uso del teléfono celular en tanto están trabajando con las y los niños. Así, los poderosos cuidan a sus hijos y les alejan de ese monstruo adictivo de hiperestimulación y gratificación instantánea que hoy, mueve la economía mundial.

La corteza prefrontal, la de la atención, el control de impulsos y la toma de decisiones, termina de madurar alrededor de los 21 años. En un bebé reacciona prestando atención a tres estímulos: movimiento, sonido y color. Cuando a un preescolar le das una pantalla, le das justamente esos estímulos obstaculizando la madurez cerebral. Quítale la pantalla a un pequeño y verás el berrinche más grande de tu vida. Lo que queremos es que evolucione su control de impulsos, que aprenda a gestionar la frustración, que aprenda a tener ATENCIÓN. La pantalla hace exactamente lo contrario.

Cuando el infante crece y se enfrenta en la pubertad y/o adolescencia a la crisis de identidad, cuando sienten que el mundo no les entiende ni quiere, que las chicas o chicos les ignoran, que los padres son más obstáculo que apoyo, el cerebro buscará alivio a ese malestar. Lo pueden encontrar en actividades sanas como el ejercicio, el arte, el aprendizaje; o, en busca de la dopamina, en drogas, alcohol y pantallas. ¡Ojo! Años después, el cerebro recordará la forma que utilizó para salir de esa primera etapa de inestabilidad y buscará repetirla.

Cuando en la crisis primaria de identidad el alivio viene de conductas que generan dopamina, ya se dijo, el cerebro tendrá el desarrollo entorpecido, la ansiedad elevada, perderá creatividad y sus capacidades de atención y asombro -abonos claves para el cerebro- estarán frenadas. Desarrollar la capacidad de atención tiene especial importancia pues según la psiquiatría es nada más y nada menos, la condición fundamental para la FELICIDAD.

Las dos únicas cosas que en realidad nos acercan a la felicidad tienen que ver con dos conceptos: el amor y el trabajo. Ninguno da gratificación instantánea, ambos requieren constancia. Cuando no hay tolerancia a la frustración, el sentimiento de vacío es brutal pues el cerebro vive a base de chispazos de dopamina. Decía Einstein que lo importante es no perder las ganas de aprender, de asombrarse, de tener curiosidad. La atención funciona en niños que preguntan constantemente ¿por qué? y también funciona en adultos hasta para frenar el Alzheimer.

A niñas y niños se les debe formar con actividades que reten a su cerebro, que les impulsen al aprendizaje, a trabajar y esforzarse, a posponer la recompensa, a conectar con sus amigos reales, a reír y tener buen humor, que es patrimonio de los inteligentes; el beneficio es para ellos pero también para los padres, pues al pasar tiempo con sus hijas e hijos, al tocarlos, reír con ellos, tener experiencias de juego, de contacto con la naturaleza, de deporte, se segrega oxitocina que es la hormona del vínculo, del amor, esa que baja el cortisol (la hormona del estrés), y logra que en nuestro interior se refuerce el sistema inmunológico.

¿Qué podemos hacer como adultos? Ser ejemplo. Debemos nosotros controlar el teléfono y no al revés. Cuando éste gana la atención, los hijos sienten abandono. Debemos demostrarnos y demostrarles que somos capaces de ponerles total atención, porque ellos sí que son lo más valioso de nuestras vidas.

Es simple. Las cosas buenas pasan en la vida real.