/ viernes 10 de septiembre de 2021

¡Las huellas del pasado!

Enrique Gonzales Pedrero, politólogo, exgobernador de Tabasco, mexicano pensante, historiador, sociólogo sobresaliente afirmaba “quien no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va”. Se ha repetido en muchos foros que para no reincidir en el pasado hay que conocerlo. El extinto era un enamorado de México y de su estado. Maestro de varias generaciones, entre otras, de Álvarez Lima y hasta de López Obrador. Heredó a la patria resúmenes de las ideas políticas en México.

Razón tenía Don Enrique al aconsejar, hurgar en el ayer sin olvidar las tragedias ni sus amargas lecciones. Ese pretérito guarda lo mismo edificancia que historias borrascosas que no deben repetirse. En el presente político de México ahora tenemos senadores que admiran esas huellas del pasado que hasta nosotros llegan en voz de un oscuro personaje hispano de la organización “Vox”. Por fortuna son unos cuantos. Insignificantes pero dañinos. Enarbolan principios nazis, fachistas, racistas, dictatoriales. Son huellas pretéritas que pugnan por actualizarse. No dañan, pero amenazan, son las voces de Mussolini, Hitler y Franco que regresan del ayer, en voceros despreciables.

Como ignorar la gran guerra que a Europa casi aniquila. Los millones de sacrificados en los campos de concentración y en las trincheras. Las injustas invasiones de Polonia, Rusia y Francia. Los incesantes bombardeos sobre Londres. El saqueo de las riquezas guardadas en siniestras bodegas. La tecnología de avanzada y la filosofía jurídica a disposición de la dictadura, la violencia y la muerte. Hiroshima y Nagasaki. El buque potrero del llano hundido en el pacífico. Japón inmiscuido en el desastre. La guerra en el Pacífico. La clandestinidad resistiendo y finalmente la caída del bunker Hitleriano. Los epicentros de poder que se movieron hacia América. Mc Arthur y la OTAN gobernando a victoriosos y caídos. España víctima del franquismo por décadas. El México nuestro amenazado igual que América. En Baja California, una colonia sinarquista, la “María Auxiliadora” recibía submarinos nazis que armas entregaban. Las selvas sudamericanas escondiendo colonias alemanas, que procreaban al nazismo. Horrores que nunca deben regresar. Huellas del ayer que deben sepultarse, pero no olvidarse. El dolor y la tristeza laceran, pero también enseñan.

En su delirio, “Vox” se sigue creyendo dueño de América. Sus corifeos mexicanos, representantes de ellos y actuantes subterráneos de una nación que se sacudió el yugo hace doscientos años. Pero no se han enterado, siguen sumisos y agachados. Hoy se estremecen en el frio callejero del “no poder”. Pero sueñan que, si Iberdrola pudo, porque Vox no. En la colonia infinitos fueron los saqueos, latrocinios y esclavitudes que México sufrió con los hispanos. El arcabuz en una mano y la cruz en la otra, propiciaron ambiciones y desgracias. Pero hoy, senadores desmemoriados y codiciosos, en andas pasearon por los pasillos senatoriales a un Abascal, quizás antepasado de aquellos sinarquistas dirigentes que con Fox hasta a gobernación llegaron. Firmaron con ese tétrico personaje un convenio de sumisión. Vergonzante episodio que alcanzó incluso a una política tlaxcalteca de apellido Hernández, que ojalá nunca gobierne esta tierra, porque si no, pobre Tlaxcala.

Para entender cuánto daño pueden causar en el presente, solo hay que recordar que el sinarquismo practicaba el saludo nazi. Estas son huellas del pasado que el viento de los años no ha borrado por completo. Lo retrogrado y dictatorial pervive disfrazado. Deben quitarse la máscara y confesar quiénes son, dónde están y qué pretenden. Porque en la lucha democrática de las urnas cabemos todos, hasta los que profesan el racismo, la violencia, la intolerancia, el fachismo y la dictadura. Los que no toleran que se beneficie a los pobres, porque son “patrones” y “señoritos” de hacienda. Ese pasado registra la herencia del cataclismo que a Europa sacudió. Sus personeros de México están en nóminas públicas senatoriales, operan articulaciones subterráneas y representan a las huellas del ayer que quieren apersonarse en el presente. Anhelan demoler los dictados de las mayorías y codiciosas quieren apoltronarse en las esferas del poder.

¡Revisemos el pasado, para que esas “huellas” no sorprendan ni al presente ni al futuro!

Enrique Gonzales Pedrero, politólogo, exgobernador de Tabasco, mexicano pensante, historiador, sociólogo sobresaliente afirmaba “quien no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va”. Se ha repetido en muchos foros que para no reincidir en el pasado hay que conocerlo. El extinto era un enamorado de México y de su estado. Maestro de varias generaciones, entre otras, de Álvarez Lima y hasta de López Obrador. Heredó a la patria resúmenes de las ideas políticas en México.

Razón tenía Don Enrique al aconsejar, hurgar en el ayer sin olvidar las tragedias ni sus amargas lecciones. Ese pretérito guarda lo mismo edificancia que historias borrascosas que no deben repetirse. En el presente político de México ahora tenemos senadores que admiran esas huellas del pasado que hasta nosotros llegan en voz de un oscuro personaje hispano de la organización “Vox”. Por fortuna son unos cuantos. Insignificantes pero dañinos. Enarbolan principios nazis, fachistas, racistas, dictatoriales. Son huellas pretéritas que pugnan por actualizarse. No dañan, pero amenazan, son las voces de Mussolini, Hitler y Franco que regresan del ayer, en voceros despreciables.

Como ignorar la gran guerra que a Europa casi aniquila. Los millones de sacrificados en los campos de concentración y en las trincheras. Las injustas invasiones de Polonia, Rusia y Francia. Los incesantes bombardeos sobre Londres. El saqueo de las riquezas guardadas en siniestras bodegas. La tecnología de avanzada y la filosofía jurídica a disposición de la dictadura, la violencia y la muerte. Hiroshima y Nagasaki. El buque potrero del llano hundido en el pacífico. Japón inmiscuido en el desastre. La guerra en el Pacífico. La clandestinidad resistiendo y finalmente la caída del bunker Hitleriano. Los epicentros de poder que se movieron hacia América. Mc Arthur y la OTAN gobernando a victoriosos y caídos. España víctima del franquismo por décadas. El México nuestro amenazado igual que América. En Baja California, una colonia sinarquista, la “María Auxiliadora” recibía submarinos nazis que armas entregaban. Las selvas sudamericanas escondiendo colonias alemanas, que procreaban al nazismo. Horrores que nunca deben regresar. Huellas del ayer que deben sepultarse, pero no olvidarse. El dolor y la tristeza laceran, pero también enseñan.

En su delirio, “Vox” se sigue creyendo dueño de América. Sus corifeos mexicanos, representantes de ellos y actuantes subterráneos de una nación que se sacudió el yugo hace doscientos años. Pero no se han enterado, siguen sumisos y agachados. Hoy se estremecen en el frio callejero del “no poder”. Pero sueñan que, si Iberdrola pudo, porque Vox no. En la colonia infinitos fueron los saqueos, latrocinios y esclavitudes que México sufrió con los hispanos. El arcabuz en una mano y la cruz en la otra, propiciaron ambiciones y desgracias. Pero hoy, senadores desmemoriados y codiciosos, en andas pasearon por los pasillos senatoriales a un Abascal, quizás antepasado de aquellos sinarquistas dirigentes que con Fox hasta a gobernación llegaron. Firmaron con ese tétrico personaje un convenio de sumisión. Vergonzante episodio que alcanzó incluso a una política tlaxcalteca de apellido Hernández, que ojalá nunca gobierne esta tierra, porque si no, pobre Tlaxcala.

Para entender cuánto daño pueden causar en el presente, solo hay que recordar que el sinarquismo practicaba el saludo nazi. Estas son huellas del pasado que el viento de los años no ha borrado por completo. Lo retrogrado y dictatorial pervive disfrazado. Deben quitarse la máscara y confesar quiénes son, dónde están y qué pretenden. Porque en la lucha democrática de las urnas cabemos todos, hasta los que profesan el racismo, la violencia, la intolerancia, el fachismo y la dictadura. Los que no toleran que se beneficie a los pobres, porque son “patrones” y “señoritos” de hacienda. Ese pasado registra la herencia del cataclismo que a Europa sacudió. Sus personeros de México están en nóminas públicas senatoriales, operan articulaciones subterráneas y representan a las huellas del ayer que quieren apersonarse en el presente. Anhelan demoler los dictados de las mayorías y codiciosas quieren apoltronarse en las esferas del poder.

¡Revisemos el pasado, para que esas “huellas” no sorprendan ni al presente ni al futuro!