/ martes 30 de enero de 2018

Las instituciones, sus titulares y su encrucijada

Los congresistas locales, a quienes les debemos en buena medida la designación de personajes grises en el cargo, ya alistan sus maletas para ir en busca de la reelección, llevando como tarjeta de presentación su mediocre trabajo legislativo

La credibilidad de las instituciones públicas hoy en día se encuentra en una encrucijada. Los escándalos y pérdida de legitimidad se han convertido en un lastre de varios organismos públicos autónomos.

Caso concreto es el del Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Tlaxcala, que los inquilinos que cobran como comisionados, han convertido en un verdadero vecindario.

La confrontación que libran los dos comisionados en contra de su presidenta Marlene Alonso, ha dejado al descubierto que lo que les interesa a estos personajes son el reparto de cuotas, canonjías y privilegios, lo que significa que la transparencia y la protección de datos, que es el verdadero tema por el que los designaron, les importa un comino.

Lo mismo sucede en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde Víctor Manuel Cid del Prado Pineda, becario que cobra como presidente de ese organismo, nunca pudo formular una posición coherente en contra de la Ley de Seguridad Interior. El propio líder de los maestros de la CNTE, le pidió que, si de plano, no sabía, que copiara –cosa que le sale muy bien- el posicionamiento que habían hecho sus homólogos en otras entidades federativas. En otra más de sus ocurrencias, en una reunión con expertos en derechos humanos, haciendo gala de su ignorancia en el tema, se atrevió a formular una propuesta para cambiar el nombre a un documento oficial aprobado por la Organización de las Naciones Unidas, esto ante la sorpresa e incredulidad de los presentes.

Y a todo esto, los congresistas locales, a quienes les debemos en buena medida la designación de este tipo de personajes grises en el cargo, ya alistan sus maletas para ir en busca de la reelección, llevando como tarjeta de presentación su mediocre trabajo legislativo, ojalá la ciudadanía les cobre la factura con su voto de castigo.

Mientras tanto, sin poder poner orden en el tema de la seguridad, Anabel Alvarado dejó la Secretaría de Gobierno (Segob) para ir en busca de una curul en el Senado, llevando como compañero de fórmula a Florentino Domínguez, un personaje que en los puestos donde ha sido designado solo busca su beneficio personal y los acuerdos en lo oscurito, al más puro estilo gansteril. Y en la Segob llegó Tito Cervantes Zepeda, quien gracias a que el gobernador Marco Antonio Mena siempre lo limitó y amarró las manos en la Procuraduría General de Justicia del Estado no dejó una política eficaz en la investigación de los delitos. Ojalá y ahora, en su nuevo puesto, tenga margen de maniobra. Por lo pronto, como encargado de la dependencia quedó Antonio Aquiáhuatl, un abogado que sí sabe del tema, solo necesita que desde Palacio de Gobierno respeten su jerarquía.

Por otro lado, el “llamado a la no intromisión” que Elsa Cordero hizo como presidenta del Poder Judicial en su informe de labores, cayó como balde de agua fría a la magistrada Rebeca Xicohténcatl Corona, quien sabe que la única forma en que pueda asumir la titularidad de ese Poder, es mediante la coerción que puedan realizar diversos actores políticos externos.

La arrogancia con la que se conduce Xicohténcatl en su trabajo le ha generado un ambiente de animadversión del resto de sus homólogos. Ojalá las magistradas y magistrados no se dejen coaccionar y hagan valer su autonomía en la toma de decisiones por el bien de Tlaxcala, y miles de justiciables que, a diario, acuden a ese lugar a dirimir sus diferencias.

Y ante la falta de personajes serios para asumir el cargo (porque otro que tampoco quieren es a Héctor Maldonado Bonilla, a quien Mariano González Zatur, exgobernador quiere imponer en esa posición), Cordero se perfila para seguir en el puesto. Lo cierto es que el estira y afloja se va a poner bueno en ese cuerpo colegiado. Al tiempo

Y en el colofón, González, haciendo gala de su orgullo nepotista, no deja de imponer a sus hijos en cargos públicos. El junior Mariano González Aguirre ya casi es candidato a diputado federal por el primer Distrito, sigue siendo congresista local y es presidente del Comité de Administración del Congreso. ¿Pues qué no hay llenadera?

Los congresistas locales, a quienes les debemos en buena medida la designación de personajes grises en el cargo, ya alistan sus maletas para ir en busca de la reelección, llevando como tarjeta de presentación su mediocre trabajo legislativo

La credibilidad de las instituciones públicas hoy en día se encuentra en una encrucijada. Los escándalos y pérdida de legitimidad se han convertido en un lastre de varios organismos públicos autónomos.

Caso concreto es el del Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Tlaxcala, que los inquilinos que cobran como comisionados, han convertido en un verdadero vecindario.

La confrontación que libran los dos comisionados en contra de su presidenta Marlene Alonso, ha dejado al descubierto que lo que les interesa a estos personajes son el reparto de cuotas, canonjías y privilegios, lo que significa que la transparencia y la protección de datos, que es el verdadero tema por el que los designaron, les importa un comino.

Lo mismo sucede en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde Víctor Manuel Cid del Prado Pineda, becario que cobra como presidente de ese organismo, nunca pudo formular una posición coherente en contra de la Ley de Seguridad Interior. El propio líder de los maestros de la CNTE, le pidió que, si de plano, no sabía, que copiara –cosa que le sale muy bien- el posicionamiento que habían hecho sus homólogos en otras entidades federativas. En otra más de sus ocurrencias, en una reunión con expertos en derechos humanos, haciendo gala de su ignorancia en el tema, se atrevió a formular una propuesta para cambiar el nombre a un documento oficial aprobado por la Organización de las Naciones Unidas, esto ante la sorpresa e incredulidad de los presentes.

Y a todo esto, los congresistas locales, a quienes les debemos en buena medida la designación de este tipo de personajes grises en el cargo, ya alistan sus maletas para ir en busca de la reelección, llevando como tarjeta de presentación su mediocre trabajo legislativo, ojalá la ciudadanía les cobre la factura con su voto de castigo.

Mientras tanto, sin poder poner orden en el tema de la seguridad, Anabel Alvarado dejó la Secretaría de Gobierno (Segob) para ir en busca de una curul en el Senado, llevando como compañero de fórmula a Florentino Domínguez, un personaje que en los puestos donde ha sido designado solo busca su beneficio personal y los acuerdos en lo oscurito, al más puro estilo gansteril. Y en la Segob llegó Tito Cervantes Zepeda, quien gracias a que el gobernador Marco Antonio Mena siempre lo limitó y amarró las manos en la Procuraduría General de Justicia del Estado no dejó una política eficaz en la investigación de los delitos. Ojalá y ahora, en su nuevo puesto, tenga margen de maniobra. Por lo pronto, como encargado de la dependencia quedó Antonio Aquiáhuatl, un abogado que sí sabe del tema, solo necesita que desde Palacio de Gobierno respeten su jerarquía.

Por otro lado, el “llamado a la no intromisión” que Elsa Cordero hizo como presidenta del Poder Judicial en su informe de labores, cayó como balde de agua fría a la magistrada Rebeca Xicohténcatl Corona, quien sabe que la única forma en que pueda asumir la titularidad de ese Poder, es mediante la coerción que puedan realizar diversos actores políticos externos.

La arrogancia con la que se conduce Xicohténcatl en su trabajo le ha generado un ambiente de animadversión del resto de sus homólogos. Ojalá las magistradas y magistrados no se dejen coaccionar y hagan valer su autonomía en la toma de decisiones por el bien de Tlaxcala, y miles de justiciables que, a diario, acuden a ese lugar a dirimir sus diferencias.

Y ante la falta de personajes serios para asumir el cargo (porque otro que tampoco quieren es a Héctor Maldonado Bonilla, a quien Mariano González Zatur, exgobernador quiere imponer en esa posición), Cordero se perfila para seguir en el puesto. Lo cierto es que el estira y afloja se va a poner bueno en ese cuerpo colegiado. Al tiempo

Y en el colofón, González, haciendo gala de su orgullo nepotista, no deja de imponer a sus hijos en cargos públicos. El junior Mariano González Aguirre ya casi es candidato a diputado federal por el primer Distrito, sigue siendo congresista local y es presidente del Comité de Administración del Congreso. ¿Pues qué no hay llenadera?