/ viernes 11 de junio de 2021

¡Lo impostergable!...

Pasaron las elecciones. Las elites económicas y políticas de México, esperaban que el voto popular los respaldara y se deshicieran del “estilo personal de gobernar”. Esto no sucedió. El votante se hartó de esa triada de partidos sinvergüenzas. “Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”. El financiamiento para la asquerosa campaña negra que acabamos de pasar fue de miles de millones, perdidos por los empresarios nacionales y extranjeros, en defensa de sus privilegios. Sus asesores no funcionaron, no leyeron con objetividad la realidad mexicana. Ya no fue el efecto de un solo hombre y su nombre en las boletas, sino los latigazos de la pobreza y el hambre a lo largo de las décadas que dejaron en la miseria a más de la mitad del pueblo. Por supuesto que los perdedores para palear su derrota, se proclamaron vencedores, aunque no se dé qué. Los ladridos callaron. Las líneas ágata cambiaron su contenido y los señores “intelectuales”, “directores del pensamiento del pueblo de México” no han dicho esta boca es mía. Están azorados con lo ocurrido y no digieren que, aunque el partido en el Gobierno no logra mayoría calificada, pero sí en alianzas. Ahora gobiernan dieciséis estados y si bien el ajedrez de las municipales se ha recompuesto. Es tiempo de reflexión acerca de lo que el país requiere con urgencia. Íbamos muy hermoso hasta el gobierno de Díaz Ordaz, pero la deuda externa y después el neoliberalismo lo descarrilaron y postraron. Tal vez un breve repaso de lo macro, nos aclare qué es lo impostergable.

Habrá que reconquistar la soberanía. Sin energía, sin maíz, sin frijol, sin autonomía financiera, sin autonomía de la inteligencia, no podremos trazar rumbos certeros y propios, porque siempre habrá quien varié nuestros intentos. Una deuda externa descomunal que nos impide el pleno desarrollo. El hambre, la desnutrición, la ignorancia, la insalubridad, la clausura del porvenir y lo más grave la ruptura de eso que llaman el “tejido social” que ha nutrido las filas del narcotráfico y la delincuencia. ¡Hay tanto por hacer! Y tan poco el tiempo. Tantos los adversarios y tan pocos los bien intencionados, que habrá que encomendarse a las fuerzas ultramundanas para que se logre. El desempleo es flagelo nacional que junto con la pobreza en este momento nos asola. El famoso TLC fue pactado sobre la base en que México aportaría mano de obra barata y materia prima, porque no tenemos otra cosa y por algún tiempo, aunque sea para medio comer, nos dio, pero agotó sus posibilidades. La privatización de la educación y la salubridad puso en manos de unos cuantos, una extraordinaria mina de oro. Se desmantelaron aquellos orgullos internacionales que eran el ISSSTE o el IMSS, los hospitales de especialidad en México y las universidades ya no formaron profesionistas para la medicina social, sino para el mercado. La pandemia nos demostró que este fue un gran equivoco. Ahora las universidades “patito” titulan por centenares a gente incapaz sin aquella calidad científica que antaño se obtuvo en la UNAM y el IPN.

¡Domingo de esperanzas el de las elecciones!, ¡limpieza inobjetable! ¡Expresión genuina en las urnas! ¡Bocas calladas y mentes reflexivas! ¡Con mucho cuidado! porque los triunfantes lo hicieron a costa de mucho dinero, el que hasta por los aires volaba como en Tuxtepec y repetimos la frase “el que paga para llegar, llega para robar”. Son empresarios, no políticos. Dice el viejo sabio uruguayo, “al que le guste la plata, que esté lejos de la política”. El mensaje es claro para todos los munícipes, que no estén pensando en acomodar a la parentela, en pagar cuotas de poder. En rescatar inversiones. En cambalachear con el presidente vecino. En cobrar venganza. Son tres años nada más. En Tlaxcala ahora se aleja una camada de munícipes enriquecidos, les tocaron cuatro años ocho meses de saborear las mieles, dejaron muy malos recuerdos, con excepciones. No miran el ejemplo hacia arriba, nada más ven las cañerías. Es tiempo de que entiendan, si no quieren que el muladar de la historia los acoja con verdadero apetito en poco tiempo. Los gobernadores. A un ex lo capturaron. Otro del sureste tuvo malos manejos. Otro por la frontera anda huyendo amparado y los demás que se escudaban en alianzas ya no dicen esta boca es mía, porque les puede tocar. Los diputados locales y federales se deben olvidar de que cayeron en blandito para hacer negocios y que hasta las puertas de su oficina correrán a ofrecerles un pago por su voto. Se requieren grandes reformas estructurales en materia de energía, educación, minería. El país reclama que sus “próceres” se entreguen con pasión a servirles. Muy cerca estamos de ser “bananeros expulsores de migrantes”, gobernados por las pandillas como ya ocurre en algunas partes del territorio nacional.

¡Mucho hay que hacer!

Pasaron las elecciones. Las elites económicas y políticas de México, esperaban que el voto popular los respaldara y se deshicieran del “estilo personal de gobernar”. Esto no sucedió. El votante se hartó de esa triada de partidos sinvergüenzas. “Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”. El financiamiento para la asquerosa campaña negra que acabamos de pasar fue de miles de millones, perdidos por los empresarios nacionales y extranjeros, en defensa de sus privilegios. Sus asesores no funcionaron, no leyeron con objetividad la realidad mexicana. Ya no fue el efecto de un solo hombre y su nombre en las boletas, sino los latigazos de la pobreza y el hambre a lo largo de las décadas que dejaron en la miseria a más de la mitad del pueblo. Por supuesto que los perdedores para palear su derrota, se proclamaron vencedores, aunque no se dé qué. Los ladridos callaron. Las líneas ágata cambiaron su contenido y los señores “intelectuales”, “directores del pensamiento del pueblo de México” no han dicho esta boca es mía. Están azorados con lo ocurrido y no digieren que, aunque el partido en el Gobierno no logra mayoría calificada, pero sí en alianzas. Ahora gobiernan dieciséis estados y si bien el ajedrez de las municipales se ha recompuesto. Es tiempo de reflexión acerca de lo que el país requiere con urgencia. Íbamos muy hermoso hasta el gobierno de Díaz Ordaz, pero la deuda externa y después el neoliberalismo lo descarrilaron y postraron. Tal vez un breve repaso de lo macro, nos aclare qué es lo impostergable.

Habrá que reconquistar la soberanía. Sin energía, sin maíz, sin frijol, sin autonomía financiera, sin autonomía de la inteligencia, no podremos trazar rumbos certeros y propios, porque siempre habrá quien varié nuestros intentos. Una deuda externa descomunal que nos impide el pleno desarrollo. El hambre, la desnutrición, la ignorancia, la insalubridad, la clausura del porvenir y lo más grave la ruptura de eso que llaman el “tejido social” que ha nutrido las filas del narcotráfico y la delincuencia. ¡Hay tanto por hacer! Y tan poco el tiempo. Tantos los adversarios y tan pocos los bien intencionados, que habrá que encomendarse a las fuerzas ultramundanas para que se logre. El desempleo es flagelo nacional que junto con la pobreza en este momento nos asola. El famoso TLC fue pactado sobre la base en que México aportaría mano de obra barata y materia prima, porque no tenemos otra cosa y por algún tiempo, aunque sea para medio comer, nos dio, pero agotó sus posibilidades. La privatización de la educación y la salubridad puso en manos de unos cuantos, una extraordinaria mina de oro. Se desmantelaron aquellos orgullos internacionales que eran el ISSSTE o el IMSS, los hospitales de especialidad en México y las universidades ya no formaron profesionistas para la medicina social, sino para el mercado. La pandemia nos demostró que este fue un gran equivoco. Ahora las universidades “patito” titulan por centenares a gente incapaz sin aquella calidad científica que antaño se obtuvo en la UNAM y el IPN.

¡Domingo de esperanzas el de las elecciones!, ¡limpieza inobjetable! ¡Expresión genuina en las urnas! ¡Bocas calladas y mentes reflexivas! ¡Con mucho cuidado! porque los triunfantes lo hicieron a costa de mucho dinero, el que hasta por los aires volaba como en Tuxtepec y repetimos la frase “el que paga para llegar, llega para robar”. Son empresarios, no políticos. Dice el viejo sabio uruguayo, “al que le guste la plata, que esté lejos de la política”. El mensaje es claro para todos los munícipes, que no estén pensando en acomodar a la parentela, en pagar cuotas de poder. En rescatar inversiones. En cambalachear con el presidente vecino. En cobrar venganza. Son tres años nada más. En Tlaxcala ahora se aleja una camada de munícipes enriquecidos, les tocaron cuatro años ocho meses de saborear las mieles, dejaron muy malos recuerdos, con excepciones. No miran el ejemplo hacia arriba, nada más ven las cañerías. Es tiempo de que entiendan, si no quieren que el muladar de la historia los acoja con verdadero apetito en poco tiempo. Los gobernadores. A un ex lo capturaron. Otro del sureste tuvo malos manejos. Otro por la frontera anda huyendo amparado y los demás que se escudaban en alianzas ya no dicen esta boca es mía, porque les puede tocar. Los diputados locales y federales se deben olvidar de que cayeron en blandito para hacer negocios y que hasta las puertas de su oficina correrán a ofrecerles un pago por su voto. Se requieren grandes reformas estructurales en materia de energía, educación, minería. El país reclama que sus “próceres” se entreguen con pasión a servirles. Muy cerca estamos de ser “bananeros expulsores de migrantes”, gobernados por las pandillas como ya ocurre en algunas partes del territorio nacional.

¡Mucho hay que hacer!