/ jueves 26 de abril de 2018

Los avatares de nuestro tiempo

El debate de los candidatos a la Presidencia de la República

La característica principal de la democracia o primigenia perfectamente identificable es que en ésta existe un orden para obtener el poder fijado en las leyes, un orden identificado por la celebración periódica de elecciones para que la ciudadanía pueda decidir quiénes serán sus gobernantes y representantes; por ello es por lo que resulta relevante que en México las elecciones se desarrollen en un entorno de paz y de competencia real entre los candidatos a los diferentes cargos de elección popular.

Este contexto de tranquilidad en medio de la incertidumbre naturalmente generada al estar en juego, por ejemplo, la Presidencia de la República, resulta ser fundamental para que puedan vivirse elecciones libres. Otro elemento que debe considerarse para lograr fortalecer nuestra democracia, además de celebrar las elecciones de manera periódica y en un contexto de paz, es el referido a que los ciudadanos puedan elegir de entre una gama de opciones a la que ellos consideren la mejor con base en el análisis de su equipo de trabajo, su trayectoria profesional, sus propuestas y, por supuesto, de la comparación entre los diversos candidatos.

Por esta razón es que el debate entre los candidatos presidenciales, realizado el domingo 22 de abril y transmitido en todo el país, se concibe como profundamente relevante. Es prácticamente un consenso el señalar que los ganadores de este ejercicio fueron los ciudadanos y ciudadanas, que tuvieron la oportunidad de comparar y diferenciar entre las propuestas de Ricardo Anaya (PAN, PRD, Movimiento Ciudadano), José Antonio Meade (PRI, NA, PVEM), Andrés Manuel López Obrador (Morena, PT, PES) y los independientes Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón.

La importancia del debate fue tal que, según cifras del propio Instituto Nacional Electoral, el auditorio de la transmisión en televisión abierta fue de poco más de 11 millones de personas, mientras que en redes sociales ascienden a más de 9 millones de personas. Seguramente un factor que alentó estas cifras de audiencia fue el nuevo formato para orientar la discusión que, sin duda alguna, puede ser definido como fresco, novedoso y más abierto para permitir la interacción y la confrontación entre los candidatos.

Los ejercicios de debate cada vez toman más seriedad e importancia en nuestra democracia mexicana, la ciudadanía los concibe como una genuina oportunidad para decidir o reafirmar el destino de su sufragio. El debate dejó de manifiesto las habilidades, capacidades y el conocimiento de los aspirantes a ocupar la Presidencia de la República.

Quiero recuperar una frase para mis lectores, es un enunciado presente en el libro “El nacimiento de la filosofía” de la autoría de Giorgio Colli, sobre los debates: “Un hombre desafía a otro hombre a que le responda con relación a un contenido cognoscitivo cualquiera: discutiendo sobre esa respuesta se verá cuál de los dos hombres posee un conocimiento más fuerte”.

Como posición personal he decir que es perfectamente deseable que los debates, como el del domingo, tengan repercusiones en las tendencias electorales y consecuentemente en quién sea el ganador de la elección, los efectos pueden ir desde acentuar las ventajas actuales en las encuestas hasta marcar un punto de inflexión para revertir las previsiones de voto; sea cual sea, repito, es deseable que ejercicios inherentemente democráticos como los debates, tengan trascendencia.


Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz


El debate de los candidatos a la Presidencia de la República

La característica principal de la democracia o primigenia perfectamente identificable es que en ésta existe un orden para obtener el poder fijado en las leyes, un orden identificado por la celebración periódica de elecciones para que la ciudadanía pueda decidir quiénes serán sus gobernantes y representantes; por ello es por lo que resulta relevante que en México las elecciones se desarrollen en un entorno de paz y de competencia real entre los candidatos a los diferentes cargos de elección popular.

Este contexto de tranquilidad en medio de la incertidumbre naturalmente generada al estar en juego, por ejemplo, la Presidencia de la República, resulta ser fundamental para que puedan vivirse elecciones libres. Otro elemento que debe considerarse para lograr fortalecer nuestra democracia, además de celebrar las elecciones de manera periódica y en un contexto de paz, es el referido a que los ciudadanos puedan elegir de entre una gama de opciones a la que ellos consideren la mejor con base en el análisis de su equipo de trabajo, su trayectoria profesional, sus propuestas y, por supuesto, de la comparación entre los diversos candidatos.

Por esta razón es que el debate entre los candidatos presidenciales, realizado el domingo 22 de abril y transmitido en todo el país, se concibe como profundamente relevante. Es prácticamente un consenso el señalar que los ganadores de este ejercicio fueron los ciudadanos y ciudadanas, que tuvieron la oportunidad de comparar y diferenciar entre las propuestas de Ricardo Anaya (PAN, PRD, Movimiento Ciudadano), José Antonio Meade (PRI, NA, PVEM), Andrés Manuel López Obrador (Morena, PT, PES) y los independientes Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón.

La importancia del debate fue tal que, según cifras del propio Instituto Nacional Electoral, el auditorio de la transmisión en televisión abierta fue de poco más de 11 millones de personas, mientras que en redes sociales ascienden a más de 9 millones de personas. Seguramente un factor que alentó estas cifras de audiencia fue el nuevo formato para orientar la discusión que, sin duda alguna, puede ser definido como fresco, novedoso y más abierto para permitir la interacción y la confrontación entre los candidatos.

Los ejercicios de debate cada vez toman más seriedad e importancia en nuestra democracia mexicana, la ciudadanía los concibe como una genuina oportunidad para decidir o reafirmar el destino de su sufragio. El debate dejó de manifiesto las habilidades, capacidades y el conocimiento de los aspirantes a ocupar la Presidencia de la República.

Quiero recuperar una frase para mis lectores, es un enunciado presente en el libro “El nacimiento de la filosofía” de la autoría de Giorgio Colli, sobre los debates: “Un hombre desafía a otro hombre a que le responda con relación a un contenido cognoscitivo cualquiera: discutiendo sobre esa respuesta se verá cuál de los dos hombres posee un conocimiento más fuerte”.

Como posición personal he decir que es perfectamente deseable que los debates, como el del domingo, tengan repercusiones en las tendencias electorales y consecuentemente en quién sea el ganador de la elección, los efectos pueden ir desde acentuar las ventajas actuales en las encuestas hasta marcar un punto de inflexión para revertir las previsiones de voto; sea cual sea, repito, es deseable que ejercicios inherentemente democráticos como los debates, tengan trascendencia.


Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz