/ jueves 10 de mayo de 2018

Los avatares de nuestro tiempo

El pluralismo en México


En democracia, el debate como un intercambio de ideas debe ser una práctica normalizada en la competencia electoral, pero sobre todo en el ejercicio de gobierno. En esta medida es que el Poder Legislativo es el contrapeso más importante del Ejecutivo, en tanto por las tribunas y comisiones del Congreso es que pasan muchas de las determinaciones de las que depende el funcionamiento de la administración pública, por ejemplo, el Presupuesto de Egresos de la Federación.

En este contexto, la pluralidad se halla representada en el Congreso de la Unión (Cámara de Diputados y Senadores) y toma relevancia en la representación de los intereses de la ciudadanía y de grupos de la sociedad con intereses específicos. De tal suerte que resulta deseable que la composición de nuestro Poder Legislativo sea lo más diverso y plural posible, esto dado que el poder público se vuelve más eficiente en tanto sus decisiones y acciones están sujetas a discusiones serias y al escrutinio metódico.

En México, la segunda mitad del siglo XX fue caracterizada, en lo político, por contar con prácticamente un partido político único o hegemónico, lo que provocó que éste fuera el arquitecto de la vida institucional y de la formación de cuadros que ocuparan la mayoría de los cargos de elección popular. Sin embargo, la entonces incipiente competencia electoral logró, de a poco, pasar a ocupar un mayor número de escaños y curules, lo que acarreó una nueva era política en México, basada en el dialogo y la búsqueda de acuerdos entre las fuerzas políticas.

El año de 1997 es histórico porque el partido entonces dominante, el Partido Revolucionario Institucional, perdió por primera vez la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, este momento inauguró la etapa de mayor interacción política, la de mayores controles institucionales entre poderes como auténticos contrapesos, el Congreso dejó de ser un lugar donde se escuchaba el estruendo de los aplausos a las decisiones de los presidentes de la República, para pasar a convertirse en un espacio idóneo para la exposición de críticas, muestras de apoyo y debates encendidos con posturas muy diversas.

Dicho todo esto es que hoy, en pleno proceso electoral, debe ser bien valorado este pluralismo instalado en México con mucho esfuerzo y tiempo. Resulta deseable que, en la próxima legislatura, ya con un nuevo Presidente de la República, los partidos políticos (PAN, PRI, PRD, Nueva Alianza, Morena, PES, PVEM, PT, Movimiento Ciudadano) tengan que ponerse de acuerdo, tengan que dialogar y que el Poder Ejecutivo tenga en el Legislativo a un auténtico contrapeso, orientado por intereses genuinos de la sociedad mexicana.


Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

El pluralismo en México


En democracia, el debate como un intercambio de ideas debe ser una práctica normalizada en la competencia electoral, pero sobre todo en el ejercicio de gobierno. En esta medida es que el Poder Legislativo es el contrapeso más importante del Ejecutivo, en tanto por las tribunas y comisiones del Congreso es que pasan muchas de las determinaciones de las que depende el funcionamiento de la administración pública, por ejemplo, el Presupuesto de Egresos de la Federación.

En este contexto, la pluralidad se halla representada en el Congreso de la Unión (Cámara de Diputados y Senadores) y toma relevancia en la representación de los intereses de la ciudadanía y de grupos de la sociedad con intereses específicos. De tal suerte que resulta deseable que la composición de nuestro Poder Legislativo sea lo más diverso y plural posible, esto dado que el poder público se vuelve más eficiente en tanto sus decisiones y acciones están sujetas a discusiones serias y al escrutinio metódico.

En México, la segunda mitad del siglo XX fue caracterizada, en lo político, por contar con prácticamente un partido político único o hegemónico, lo que provocó que éste fuera el arquitecto de la vida institucional y de la formación de cuadros que ocuparan la mayoría de los cargos de elección popular. Sin embargo, la entonces incipiente competencia electoral logró, de a poco, pasar a ocupar un mayor número de escaños y curules, lo que acarreó una nueva era política en México, basada en el dialogo y la búsqueda de acuerdos entre las fuerzas políticas.

El año de 1997 es histórico porque el partido entonces dominante, el Partido Revolucionario Institucional, perdió por primera vez la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, este momento inauguró la etapa de mayor interacción política, la de mayores controles institucionales entre poderes como auténticos contrapesos, el Congreso dejó de ser un lugar donde se escuchaba el estruendo de los aplausos a las decisiones de los presidentes de la República, para pasar a convertirse en un espacio idóneo para la exposición de críticas, muestras de apoyo y debates encendidos con posturas muy diversas.

Dicho todo esto es que hoy, en pleno proceso electoral, debe ser bien valorado este pluralismo instalado en México con mucho esfuerzo y tiempo. Resulta deseable que, en la próxima legislatura, ya con un nuevo Presidente de la República, los partidos políticos (PAN, PRI, PRD, Nueva Alianza, Morena, PES, PVEM, PT, Movimiento Ciudadano) tengan que ponerse de acuerdo, tengan que dialogar y que el Poder Ejecutivo tenga en el Legislativo a un auténtico contrapeso, orientado por intereses genuinos de la sociedad mexicana.


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