/ jueves 12 de julio de 2018

Los avatares de nuestro tiempo

En gobierno se deben tomar decisiones

Las elecciones del 1 de julio han sido demoledoras para algunos, reconfortantes para otros y transformadoras para todos; parece haberse fraguado la construcción de un nuevo sistema de partido e, incluso, de un nuevo sistema político que responde a un reacomodo de grupos, intereses y proyectos que, invariablemente tiene repercusiones en las formas en que hasta hoy se ejerce el poder desde el gobierno.

En el caso muy particular del Estado de Tlaxcala se vivirá un “gobierno dividido”, conceptualmente esto significa que el partido político que actualmente que ganó las elecciones, hace algún tiempo, para ocupar la titularidad del poder ejecutivo local no tendrá mayoría en el Congreso del Estado. Tal composición del poder legislativo en Tlaxcala, parece un comportamiento normal en otras entidades federativas y a nivel federación, prácticamente desde la última década del siglo XX. Sin embargo, el ingrediente extra a este escenario es el contar, de manera simultánea, con un gobierno federal emanado de otro partido político (en este caso el mismo que tendrá una mayoría absoluta en el congreso estatal).

El contexto que se describe hace vislumbrar varios escenarios, pero la característica compartido de todos estos es: el gobierno del Estado de Tlaxcala tendrá que estar abierto al dialogo, la comunicación y la negociación permanente dada la enorme complejidad política que las elecciones han construido como una realidad. Para el caso de la relación entre la entidad y la federación, si bien es cierto que existe un pacto federal basado en la institucionalización de las relaciones también es real que muchas decisiones de política pública están sujetas a márgenes a hacer coincidir entre los gobiernos de ambos niveles.


Considerando estos elementos y haciendo un ejercicio fundamental de prospectiva es que resulta conveniente analizar el mensaje y las decisiones que el Gobernador del Estado de Tlaxcala ha emprendido, iniciando con el cambio en la Secretaría de Gobierno. Este se entiende en tanto, se requiere de mayor profesionalismo y mejor capacidad de interlocución y resolución de conflictos, cualidades que parecen satisfacerse con el cambio, el mensaje es un golpe de timón que resultaba ser necesario, sobre todo, reitero, considerando los resultados electorales y nueva realidad construida.


Es cierto, pensar a Tlaxcala en positivo pasa por entender sus necesidades y garantizar un buen gobierno, cosa que significa “ajustar la forma de organización, el modo de trabajo y la ejecución del acto de gobierno”, elementos inherentes también a la obtención de resultados deseables en un entorno complejo.

Este proceso de cambios me tomó por sorpresa, así que decidí volver a consultar un libro del que su lectura se remonta a hace un par de años en la Universidad, llamado “Gestión de Crisis”, una compilación de textos realizada precisamente por el Mtro. Marco Mena (actual gobernador del Estado de Tlaxcala), ahí en el apartado de su autoría “Gestión de crisis. Panorama y lecturas introductorias”, justo en las conclusiones, señala: “La mejor gestión de crisis sería aquella que da por resultado que una crisis no suceda. Una actividad previsora de las crisis, y la expresión más refinada del diseño y la práctica de métodos que resguarden las organizaciones de estos eventos, debería tener como conclusión la atenuación máxima posible del riesgo de una contingencia”.


Las decisiones tomadas en estos días tienen este propósito con altura de miras, e de prevenir antes que reaccionar a un escenario de crisis ya sea por motivos políticos o, propiamente, por los problemas que la entidad sostiene. El hecho de que desde las organizaciones públicas se gesten los cambios que se considera tendrán un impacto directo en la acción de gobierno y su desempeño, es loable.


El reto actual está ahí, en la de formar un gobierno con cuadros de funcionarios públicos altamente profesionalizados, con apego a la ética pública, con suficientes conocimientos técnicos, propensos a la rendición de cuentas y con basta capacidad de interlocución con grupos variados. Es momento de que el gobierno redirija sus acciones, el entorno a pesar de su complejidad, es propicio para gestar todos los cambios necesarios. Al tiempo veremos los resultados.


Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz


En gobierno se deben tomar decisiones

Las elecciones del 1 de julio han sido demoledoras para algunos, reconfortantes para otros y transformadoras para todos; parece haberse fraguado la construcción de un nuevo sistema de partido e, incluso, de un nuevo sistema político que responde a un reacomodo de grupos, intereses y proyectos que, invariablemente tiene repercusiones en las formas en que hasta hoy se ejerce el poder desde el gobierno.

En el caso muy particular del Estado de Tlaxcala se vivirá un “gobierno dividido”, conceptualmente esto significa que el partido político que actualmente que ganó las elecciones, hace algún tiempo, para ocupar la titularidad del poder ejecutivo local no tendrá mayoría en el Congreso del Estado. Tal composición del poder legislativo en Tlaxcala, parece un comportamiento normal en otras entidades federativas y a nivel federación, prácticamente desde la última década del siglo XX. Sin embargo, el ingrediente extra a este escenario es el contar, de manera simultánea, con un gobierno federal emanado de otro partido político (en este caso el mismo que tendrá una mayoría absoluta en el congreso estatal).

El contexto que se describe hace vislumbrar varios escenarios, pero la característica compartido de todos estos es: el gobierno del Estado de Tlaxcala tendrá que estar abierto al dialogo, la comunicación y la negociación permanente dada la enorme complejidad política que las elecciones han construido como una realidad. Para el caso de la relación entre la entidad y la federación, si bien es cierto que existe un pacto federal basado en la institucionalización de las relaciones también es real que muchas decisiones de política pública están sujetas a márgenes a hacer coincidir entre los gobiernos de ambos niveles.


Considerando estos elementos y haciendo un ejercicio fundamental de prospectiva es que resulta conveniente analizar el mensaje y las decisiones que el Gobernador del Estado de Tlaxcala ha emprendido, iniciando con el cambio en la Secretaría de Gobierno. Este se entiende en tanto, se requiere de mayor profesionalismo y mejor capacidad de interlocución y resolución de conflictos, cualidades que parecen satisfacerse con el cambio, el mensaje es un golpe de timón que resultaba ser necesario, sobre todo, reitero, considerando los resultados electorales y nueva realidad construida.


Es cierto, pensar a Tlaxcala en positivo pasa por entender sus necesidades y garantizar un buen gobierno, cosa que significa “ajustar la forma de organización, el modo de trabajo y la ejecución del acto de gobierno”, elementos inherentes también a la obtención de resultados deseables en un entorno complejo.

Este proceso de cambios me tomó por sorpresa, así que decidí volver a consultar un libro del que su lectura se remonta a hace un par de años en la Universidad, llamado “Gestión de Crisis”, una compilación de textos realizada precisamente por el Mtro. Marco Mena (actual gobernador del Estado de Tlaxcala), ahí en el apartado de su autoría “Gestión de crisis. Panorama y lecturas introductorias”, justo en las conclusiones, señala: “La mejor gestión de crisis sería aquella que da por resultado que una crisis no suceda. Una actividad previsora de las crisis, y la expresión más refinada del diseño y la práctica de métodos que resguarden las organizaciones de estos eventos, debería tener como conclusión la atenuación máxima posible del riesgo de una contingencia”.


Las decisiones tomadas en estos días tienen este propósito con altura de miras, e de prevenir antes que reaccionar a un escenario de crisis ya sea por motivos políticos o, propiamente, por los problemas que la entidad sostiene. El hecho de que desde las organizaciones públicas se gesten los cambios que se considera tendrán un impacto directo en la acción de gobierno y su desempeño, es loable.


El reto actual está ahí, en la de formar un gobierno con cuadros de funcionarios públicos altamente profesionalizados, con apego a la ética pública, con suficientes conocimientos técnicos, propensos a la rendición de cuentas y con basta capacidad de interlocución con grupos variados. Es momento de que el gobierno redirija sus acciones, el entorno a pesar de su complejidad, es propicio para gestar todos los cambios necesarios. Al tiempo veremos los resultados.


Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz