/ jueves 9 de mayo de 2019

LOS AVATARES DE NUESTRO TIEMPO

El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2014

En el ámbito político actual, es innegable la existencia de un discurso dominante tendiente al señalamiento permanente de las injusticias y las enormes brechas de desigualdad social existentes, que, dicho sea, se han constituido como una suerte de diques que frenan el desarrollo y el crecimiento económico y, sobre todo, impiden mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población en México.

Esta postura política es profundamente aceptada, porque el contexto funge como un asidero ideal para ésta, difícilmente alguien estará en contra del combate a la pobreza, del fortalecimiento de la política social y la atención a grupos vulnerables como los adultos mayores.

Sin embargo, la discusión se da más en el cómo que en el qué, es decir, mientras algunos piensan que el gobierno no debe desvirtuarse para convertirse en un simple facilitador de recursos económicos, vía transferencias directas de dinero a las personas; otros creen que el gobierno debe fortalecer la oferta de servicios básicos e incrementar éstos, desde una óptica garantista, hacia la cobertura universal de servicios de salud, solamente por mencionar un ejemplo.

Por esta razón es que el actual gobierno federal sostiene detractores, porque además de la crítica inherente a las filias ideológicas, también existe una crítica férrea en el sentido meramente técnico y programático del gobierno; el cual tiene la oportunidad de aclarar y plantear argumentos convincentes por medio de diferentes herramientas e instrumentos: desde -digamos la informalidad- de una conferencia de prensa mañanera (en tanto su realización no es mandato legal) o, desde los instrumentos que en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes, se reconocen, como el documento del Plan Nacional de Desarrollo.

En este sentido, es importante destacar que dicho texto para el período de 2019 a 2014 fue publicado el pasado 30 de abril en la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados. La sorpresa fue que el proyecto de dos textos diferentes, uno en el que aparentemente estuvo a cargo de la Oficina de la Presidencia de la República y otro en que tuvo mayor incidencia la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. El primero se ha instalado en la conversación pública y en los debates cotidianos bajo la crítica permanente; mientras que el segundo, poco más estructurado y con los requerimientos que la Ley de Planeación, ha sido menos provocativo.

El Plan Nacional de Desarrollo que el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador publicó y publicitó, es más bien una provocación, un discurso emotivo -dice él, inspirado en la declaración de Principios del Partido Liberal Mexicano del año 1906 (que contó entre sus fundadores a los hermanos Flores Magón: Jesús, Ricardo, Enrique, estos últimos dos señalados por su radicalismo político)- pero definitivamente no es un documento programático delineado con la intención de orientar el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas.

Dada esta condición es que creo que las críticas son -hasta cierto punto- desproporcionadas; sobre todo porque la intención de este primer documento siempre fue clara: la manifestación de principios básicos e intenciones políticas a desarrollar en el período de gobierno. La oposición ha generado posturas demasiado serias para un documento de características reiterativas de un discurso político dominante en la actualidad.

Sin embargo, considero que los señalamientos al PND confeccionado por Hacienda sí es pertinente y factible en términos de políticas públicas. La teoría, y los ejercicios previos de planeación indican que la estructura mínima debe contar con la identificación de: objetivos, metas, estrategias, líneas de acción, ejes transversales, indicadores y, muy señaladamente, de diagnósticos claros, que apoyados del uso de la estadística den pie a la toma de decisiones en el gobierno.

Contario a lo que popularmente se piensa, la planeación del desarrollo debe ser una prioridad, es un asunto sustantivo y no adjetivo; el gobierno actual, investido de la legitimidad y confianza ciudadana debe responder a tales expectativas eliminando la posibilidad de que las organizaciones públicas deambulen sin una línea de ruta clara y ejecuten movimientos prácticamente inerciales.

En estos días…

Quiero aprovechar la ocasión para desear un feliz Día de las Madres -mañana- además de festejarlas, debe ser la ocasión para valorarlas; su papel en la formación de hombres y mujeres ejemplares es trascendental para el futuro de México. Felicidades.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2014

En el ámbito político actual, es innegable la existencia de un discurso dominante tendiente al señalamiento permanente de las injusticias y las enormes brechas de desigualdad social existentes, que, dicho sea, se han constituido como una suerte de diques que frenan el desarrollo y el crecimiento económico y, sobre todo, impiden mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población en México.

Esta postura política es profundamente aceptada, porque el contexto funge como un asidero ideal para ésta, difícilmente alguien estará en contra del combate a la pobreza, del fortalecimiento de la política social y la atención a grupos vulnerables como los adultos mayores.

Sin embargo, la discusión se da más en el cómo que en el qué, es decir, mientras algunos piensan que el gobierno no debe desvirtuarse para convertirse en un simple facilitador de recursos económicos, vía transferencias directas de dinero a las personas; otros creen que el gobierno debe fortalecer la oferta de servicios básicos e incrementar éstos, desde una óptica garantista, hacia la cobertura universal de servicios de salud, solamente por mencionar un ejemplo.

Por esta razón es que el actual gobierno federal sostiene detractores, porque además de la crítica inherente a las filias ideológicas, también existe una crítica férrea en el sentido meramente técnico y programático del gobierno; el cual tiene la oportunidad de aclarar y plantear argumentos convincentes por medio de diferentes herramientas e instrumentos: desde -digamos la informalidad- de una conferencia de prensa mañanera (en tanto su realización no es mandato legal) o, desde los instrumentos que en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes, se reconocen, como el documento del Plan Nacional de Desarrollo.

En este sentido, es importante destacar que dicho texto para el período de 2019 a 2014 fue publicado el pasado 30 de abril en la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados. La sorpresa fue que el proyecto de dos textos diferentes, uno en el que aparentemente estuvo a cargo de la Oficina de la Presidencia de la República y otro en que tuvo mayor incidencia la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. El primero se ha instalado en la conversación pública y en los debates cotidianos bajo la crítica permanente; mientras que el segundo, poco más estructurado y con los requerimientos que la Ley de Planeación, ha sido menos provocativo.

El Plan Nacional de Desarrollo que el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador publicó y publicitó, es más bien una provocación, un discurso emotivo -dice él, inspirado en la declaración de Principios del Partido Liberal Mexicano del año 1906 (que contó entre sus fundadores a los hermanos Flores Magón: Jesús, Ricardo, Enrique, estos últimos dos señalados por su radicalismo político)- pero definitivamente no es un documento programático delineado con la intención de orientar el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas.

Dada esta condición es que creo que las críticas son -hasta cierto punto- desproporcionadas; sobre todo porque la intención de este primer documento siempre fue clara: la manifestación de principios básicos e intenciones políticas a desarrollar en el período de gobierno. La oposición ha generado posturas demasiado serias para un documento de características reiterativas de un discurso político dominante en la actualidad.

Sin embargo, considero que los señalamientos al PND confeccionado por Hacienda sí es pertinente y factible en términos de políticas públicas. La teoría, y los ejercicios previos de planeación indican que la estructura mínima debe contar con la identificación de: objetivos, metas, estrategias, líneas de acción, ejes transversales, indicadores y, muy señaladamente, de diagnósticos claros, que apoyados del uso de la estadística den pie a la toma de decisiones en el gobierno.

Contario a lo que popularmente se piensa, la planeación del desarrollo debe ser una prioridad, es un asunto sustantivo y no adjetivo; el gobierno actual, investido de la legitimidad y confianza ciudadana debe responder a tales expectativas eliminando la posibilidad de que las organizaciones públicas deambulen sin una línea de ruta clara y ejecuten movimientos prácticamente inerciales.

En estos días…

Quiero aprovechar la ocasión para desear un feliz Día de las Madres -mañana- además de festejarlas, debe ser la ocasión para valorarlas; su papel en la formación de hombres y mujeres ejemplares es trascendental para el futuro de México. Felicidades.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC