/ sábado 20 de julio de 2019

LOS AVATARES DE NUESTRO TIEMPO

Sobre el pretendido rescate a Pemex

  • El pasado 16 de julio, en la conferencia mañanera del Presidente de la República, se presentó -y más tarde se publicó- el Plan de Negocios de Pemex con información amplia que permite valorar la situación actual de la empresa que, por ejemplo, sostiene una deuda de 2 billones 123 mil millones de pesos.

En el manejo de la economía y la estabilidad de las finanzas públicas no hay lugar para la experimentación. El margen de maniobra, innovación y cambios con que los gobierno cuentan, es muy estrecho, entonces lo que se espera es prudencia para encontrar estabilidad económica mostrada en los indicadores macroeconómicos, como: la inflación, expectativa de crecimiento, tasa de desempleo y el posicionamiento de la moneda nacional frente a otras divisas

Contando con esta premisa para la actuación del gobierno y la directriz de la política económica, se vislumbra como necesario orientar todas las decisiones desde una base sólida de información y evidencia. Actualmente, los señalamientos se centran precisamente en la falta de sustento para la toma de decisiones -en muchos casos- trascendentales para el país y que, en prospectiva, pueden ser determinantes del éxito o el fracaso en la administración de un gobierno que arribó al poder por una agenda de cambio, de ideas para solucionar los grandes problemas nacional y poner al servicio de la gente a un gobierno -antes- aparentemente alejado.

Es cierto, resulta sencillo señalar las deficiencias y errores en el ejercicio del gobierno y, por demás complicado, para los diferentes cuadros administrativos reducir su propia curva de aprendizaje para hacer eficiente el proceso de toma de decisiones.

Una de las decisiones del gobierno federal más cuestionadas, es el intento evidentemente valioso, por rescatar a Petróleos Mexicanos (Pemex) del estancamiento, la crisis y la previsible bancarrota en la que se encontraba (quizás se encuentra). Los argumentos para este cometido han sido varios, desde apelar al simbolismo histórico que esta empresa del Estado tiene en la población, hasta considerarla una pieza fundamental para contar con seguridad y soberanía energética. En el caso más extremo, se ha considerado que la reactivación de esta entidad pública determinará el éxito de la economía mexicana y será -nuevamente- la fuente de financiamiento para las políticas y programas del gobierno.

En resumen, la actual administración se ha ceñido al objetivo de recuperar a Pemex como una pieza angular para la consecución de objetivos mayores. Es necesario señalar que los análisis económicos muestran -con evidencia estadística y científica- la improbabilidad de que esta apuesta sea fructífera, por ello, al principio de este texto se señala que en materia económica no hay lugar para la improvisación o la experimentación porque, además de que los recursos son escasos, el impacto de una decisión se ve reflejado en el desarrollo del país, la tranquilidad de la población y la estabilidad general.

El pasado martes 16 de julio, en la conferencia mañanera del Presidente de la República, se presentó -y más tarde se publicó- el Plan de Negocios de Pemex con información amplia que permite valorar la situación actual de la empresa que, por ejemplo, sostiene una deuda total de 2 billones 123 mil millones de pesos. El arribo a esta cifra se dio a un ritmo inusual, iniciando en el año 2012.

El otro lado de la moneda muestra un horizonte promisorio para Pemex, en el año 2018 el resultado de la operación de la empresa cerró positivamente, con un balance primario de 993 mil millones de pesos. Sin embargo, la capacidad crediticia de la empresa paraestatal es baja o prácticamente nula.

La presentación de la planeación para sanear las finanzas de la empresa considera varios elementos, entre ellos, análisis de mercado y de posibles inversiones. Empero, la capacidad del Estado mexicano para financiarlas está en duda, por lo que el análisis de la situación de la empresa pasó a formar parte de la discusión del mundo financiero, en el que, dicho sea, no fue del todo aceptado e, incluso ha pasado a afectar las previsiones de crecimiento económico de México.

Comprensible es que, sobre el pretendido rescate de Pemex, se quieran fijar o anclar las posibilidades de crecimiento para México. No obstante, la evidencia indica que -quizás y sólo quizás- se tenga que abrir alguna otra opción.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

Sobre el pretendido rescate a Pemex

  • El pasado 16 de julio, en la conferencia mañanera del Presidente de la República, se presentó -y más tarde se publicó- el Plan de Negocios de Pemex con información amplia que permite valorar la situación actual de la empresa que, por ejemplo, sostiene una deuda de 2 billones 123 mil millones de pesos.

En el manejo de la economía y la estabilidad de las finanzas públicas no hay lugar para la experimentación. El margen de maniobra, innovación y cambios con que los gobierno cuentan, es muy estrecho, entonces lo que se espera es prudencia para encontrar estabilidad económica mostrada en los indicadores macroeconómicos, como: la inflación, expectativa de crecimiento, tasa de desempleo y el posicionamiento de la moneda nacional frente a otras divisas

Contando con esta premisa para la actuación del gobierno y la directriz de la política económica, se vislumbra como necesario orientar todas las decisiones desde una base sólida de información y evidencia. Actualmente, los señalamientos se centran precisamente en la falta de sustento para la toma de decisiones -en muchos casos- trascendentales para el país y que, en prospectiva, pueden ser determinantes del éxito o el fracaso en la administración de un gobierno que arribó al poder por una agenda de cambio, de ideas para solucionar los grandes problemas nacional y poner al servicio de la gente a un gobierno -antes- aparentemente alejado.

Es cierto, resulta sencillo señalar las deficiencias y errores en el ejercicio del gobierno y, por demás complicado, para los diferentes cuadros administrativos reducir su propia curva de aprendizaje para hacer eficiente el proceso de toma de decisiones.

Una de las decisiones del gobierno federal más cuestionadas, es el intento evidentemente valioso, por rescatar a Petróleos Mexicanos (Pemex) del estancamiento, la crisis y la previsible bancarrota en la que se encontraba (quizás se encuentra). Los argumentos para este cometido han sido varios, desde apelar al simbolismo histórico que esta empresa del Estado tiene en la población, hasta considerarla una pieza fundamental para contar con seguridad y soberanía energética. En el caso más extremo, se ha considerado que la reactivación de esta entidad pública determinará el éxito de la economía mexicana y será -nuevamente- la fuente de financiamiento para las políticas y programas del gobierno.

En resumen, la actual administración se ha ceñido al objetivo de recuperar a Pemex como una pieza angular para la consecución de objetivos mayores. Es necesario señalar que los análisis económicos muestran -con evidencia estadística y científica- la improbabilidad de que esta apuesta sea fructífera, por ello, al principio de este texto se señala que en materia económica no hay lugar para la improvisación o la experimentación porque, además de que los recursos son escasos, el impacto de una decisión se ve reflejado en el desarrollo del país, la tranquilidad de la población y la estabilidad general.

El pasado martes 16 de julio, en la conferencia mañanera del Presidente de la República, se presentó -y más tarde se publicó- el Plan de Negocios de Pemex con información amplia que permite valorar la situación actual de la empresa que, por ejemplo, sostiene una deuda total de 2 billones 123 mil millones de pesos. El arribo a esta cifra se dio a un ritmo inusual, iniciando en el año 2012.

El otro lado de la moneda muestra un horizonte promisorio para Pemex, en el año 2018 el resultado de la operación de la empresa cerró positivamente, con un balance primario de 993 mil millones de pesos. Sin embargo, la capacidad crediticia de la empresa paraestatal es baja o prácticamente nula.

La presentación de la planeación para sanear las finanzas de la empresa considera varios elementos, entre ellos, análisis de mercado y de posibles inversiones. Empero, la capacidad del Estado mexicano para financiarlas está en duda, por lo que el análisis de la situación de la empresa pasó a formar parte de la discusión del mundo financiero, en el que, dicho sea, no fue del todo aceptado e, incluso ha pasado a afectar las previsiones de crecimiento económico de México.

Comprensible es que, sobre el pretendido rescate de Pemex, se quieran fijar o anclar las posibilidades de crecimiento para México. No obstante, la evidencia indica que -quizás y sólo quizás- se tenga que abrir alguna otra opción.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC